La puerta se abrió aún antes que
su mano bajara hasta su cuerpo después de haber hecho sonar el timbre. ¿Estaba él esperando su llegada detrás de la
puerta? El umbral se llenó con el enorme cuerpo de Rodari Grecco. Sara contuvo el aliento, como siempre que
estaba en su presencia y, manipuló su respiración para aparentar calma. La
camisa color azul rey resaltaba el color cielo de sus ojos y el rubio de su
cabello… y lo masculino de su cuerpo formado a pulso de ejercicios y gimnasio.
Sara sonrió con esfuerzo y
extendió su mano hacia Rodari. Desde la tarde de abril tan solo un año atrás en la
que su madre le presentó a su joven novio, Sara siempre se sentía a punto de
desmayar ante él. Él era un hombre peligrosamente atractivo y sobretodo que su
atractivo era altamente nocivo para su corazón. Y su mente…
- - ¿Sara? – Dijo él buscando detrás de ella a alguien más. – Esperaba a…
- - ¿Mi madre? - Dijo Sara y entró en el apartamento zafando su mano de la de Rodari. Al hacerlo le rozó la camisa y la suavidad de la seda produjo cosquilleo en su brazo y escalofríos en su cuerpo y deseó seguir tocándolo Qué tontería!! Se comportaba como una adolescente cuando estaba con Rodari. - Siento desilusionarte. – Agregó entrando a la sala del lujoso apartamento aunque no había sido invitada.
- - No es eso…- Dijo él sin ocultar que hacia un esfuerzo por ser amable. El cerró la puerta y ella observó los prácticos, modernos, visiblemente costosos muebles de la sala, el comedor, el mini bar, la cocina. Todo exudaba la elegancia y la distinción del dueño del apartamento.
Aunque había
un dominante ambiente masculino, la diseñadora de interiores que Rodari
contrató había dado pequeños toques femeninos a la decoración para suavizarla.
Sara se preguntó sobre si su madre era la mujer detrás de esos detalles y
desechó de inmediato el pensamiento porque solo le haría daño. Sara caminó
hacia un sofá del living sin sentarse.
Rodari se fue
al mini bar y le señaló un vaso de whisky. Sara movió la cabeza negándose a la
invitación. Él se sirvió uno doble. Si esperaba que Nancy hubiese ido a
terminar su relación personalmente, reflexionó él mientras se servía el trago,
pero la presencia de Sara en su apartamento causaba una tormenta de nervios en
su interior que hacia desaparecer la desilusión. Nancy lo había enamorado… si…. Pero Sara lo seducía y tal vez con
mayor efectividad que Nancy porque parecía ignorarlo.
- - Es un placer verte de nuevo. – Dijo él tomándose casi todo lo que sirvió. Sara se mordió el labio
- - No creo.. No tienes que fingir felicidad por mi presencia. – Le dijo ella. – Sé que después de nuestra última conversación…
- - No… déjalo… No recordemos eso. Quieres una cerveza? – Le interrumpió él. Haciendo caso omiso a lo que ella decía. – Está haciendo calor…
- - No, gracias… - LE dijo ella mirándolo con curiosidad. Rodari no quería darle ni la oportunidad de disculparse por ser una de las razones de su pelea con Nancy, su mamá.
Sara recordó
entonces el motivo real de su visita y buscó en su bolso el sobre que Nancy le
había enviado a Rodari con ella. La falda revoloteó alrededor de sus piernas al
girar y Sara descubrió sorprendida de que Rodari estuviera observando sus
piernas. Sara titubeó.
Rodari no
quería recordar el placer de sentir los labios de Sara en contacto con los suyos ni la visión de sus
senos desnudos rodeados de sus dedos. La bendita escena que habían
protagonizado y que para Nancy había sido el sello para dar por terminada su
relación. Rodari bajo la mirada y observar las piernas bien formadas y casi
desnudas de Sara lo confundió un poco.
- -Mi madre te envió esta tarjeta. – Le dijo ella. Rodari dio un par de pasos para acercarse y tomar el sobre en su mano. Un nudo en su bajo vientre le anunció que deseaba a Sara con locura y que recibir una carta de Nancy y adivinar que terminaba la relación con él perdía fuerza ante la posibilidad de tener cerca a Sara.
- - Pensé que Sara era el nombre de una matriarca no de una mensajera…. – Bromeó recibiendo el sobre. Sara sonrió con burla.
- - Es una especie de prueba de fidelidad para mi madre. – confesó ella. Rodari se mordió el labio y frunció el ceño.
- - Qué dices? – Preguntó él confundido entre la oleada de deseo por la visión de las hermosas piernas de Sara y su cercanía. Sara sonrió con desdén.
- - Estoy demostrando que puedo traerte noticias de ella… y no utilizar la situación para seducirte… - Confesó y… dio media vuelta con intención de marcharse. – Además Nancy no confía en el correo certificado.
- - A dónde vas…? – Preguntó Rodari sin involucrarse en la temática delicada que Sara le proponía. Nancy les había encontrado en una situación comprometedora. Había terminado su relación con Rodari y había acordado con Sara una especie de pacto en el que la chica no comenzaría una relación con él hasta pasado un año de separación entre Nancy y él. Sara podía estar dispuesta a cumplirla pero Rodari a cada minuto que pasaba tenía menos fuerzas para hacerlo.
- - Te dejo solo para que leas tu carta. – Le dijo sin dejar de caminar hacia la puerta.
- - No te pidieron esperar la respuesta? – Preguntó él sin tener idea de qué tema escoger para obligarla a quedarse.
- - No… Me imagino que es un ultimátum lo que te mandan…- Le dijo ella y giró la cara para mirarlo con compasión. – No dejes que te complique la vida alguien que no tiene el valor de mejorarla.
- - Conoces el mensaje? – Preguntó él. Sara sonrió con ironía.
- - Tú también cariño…. O… bueno por lo menos lo intuimos viste? – LE dijo ella y lo miró.
- - No te has preguntado de dónde sacaste esa madre? – Preguntó Rodari odiando que Nancy pusiera a Sara en tan terrible compromiso
En realidad no
lo veía ni triste ni ansioso por la posible mala noticia del sobre. Pero estaba
convencida de que Rodari sabía muy bien de la carta casi tanto como ella. Sara
suspiró y se alzó de hombros.
- - Es una de las incógnitas de la humanidad… y estoy convencida de que es mejor no saber la respuesta.
Sara salió del
apartamento lo antes posible. Un minuto más frente a él habría terminado
comiéndoselo a besos. Le dio un puño cerrado a la puerta del ascensor. Odiaba
tener el temor al rechazo, el miedo a ceder a sus deseos, los escrúpulos que
parecían faltarle a su madre. La mirada de Rodari observando apasionadamente
sus piernas le hizo recordar la dulce sensación de sus labios en su boca.
No podía tener
una aventura con el ex de su madre. Demasiada carga emocional en la familia y
demasiada presión en los amigos harían de esa relación un desastre. Sabia en el
fondo que si se regresaba y sonreía. Terminaría en la cama de Rodari.
Rodari se
quedó mirando sin ver la puerta que dejó atrás Sara. Por qué no podía seducirla
como a cualquiera de las otras mujeres que no dejaron de desfilar en su vida a
pesar de su relación con Nancy? Abrió el
sobre y leyó la letra irregular de Nancy. Efectivamente daba por terminada la
relación y le proponía tomarse un tiempo antes de iniciar cualquier clase de
relación con Sara. Sara… Rodari sonrió… Nancy le había mandado una foto donde
Sara reía cerca de su rostro, abrazada a él mientras bailaban en una fiesta
familiar. Sintió el mismo vacío en el estómago que le atenazaba cuando tenía a
Sara cerca. Era una gran tentación Sara… el peligro no era que debilitara su
voluntad… sino que debilitaba sus razonamientos y le hacía sentir un
adolescente con solo mirar sus ojos.
Sara sintió
que llevaba un mico montado en sus hombros. Y ¿si Nancy aceptaba casarse con
Rodari para salvar la fortuna familiar? Sara no iba a poder soportar verlos
juntos. Tendría que buscar un empleo fuera del país. Si Nancy aceptaba casarse
con Rodari irían a vivir a la Hacienda de la familia materna de él. Necesitaba
hablar con alguien que le pusiera los pies en la tierra. Sus pensamientos le
habían llevado en sentido contrario a su apartamento y amenazaban con terminar
con la poca cordura que le quedaba.
En momentos así,
deseaba ser otra persona. Una mujer desinhibida, descomplicada y feliz de
seducir a Rodari aunque al día siguiente se fuera de su vida. Pero Rodari le
hacía sentir que respiraba por primera vez cuando sus ojos le miraban a los
suyos, y le hacía sentir que su corazón palpitaba más y mejor cuando sus manos
la tocaban. Y era su primer pensamiento en la mañana y su último suspiro en la
noche. Tenía que hacer algo para sacarlo de su sistema o tendría que deshacer
toda su personalidad y convertirse en su amante a pesar de todo, hasta ser la
rival de su propia madre.
Terminó justo
en la calle de la clínica donde trabajaba su hermana Melissa. Suspiró pensando en la mujer sensible y
sensata en la que se había convertido su hermana menor. Hablar con ella podría
tranquilizarla. Pensó y sacó el celular de su bolso para confirmar que
estuviera en la clínica…n Entonces llegó una ambulancia seguida de una patrulla
de la policía y Melissa salió a recibir al paciente con un grupo de sus
colegas.
- - Meli… Gritó Sara para saludarla y Melissa la miró como si no pudiera creer que ella estuviera allí precisamente en ese momento.
- - Sara! Gritó Melissa asombrada. – Es Rodari… Está herido!!! – Le dijo sin preámbulos. Sara se unió al grupo de enfermeras que recibieron a Rodari, y empujaron su camilla por el pasillo de emergencias directo a reanimación.
Rodari tenía
los ojos cerrados, el ceño fruncido, los labios casi morados y la piel casi
verde La sábana que cubría el pecho estaba totalmente roja por la pérdida de
sangre que tenía a pesar de que una enfermera hacía presión con una bola de
gasa en una herida sobre su hombro. Casi llegando a reanimación abrió los ojos
y apresó la mano de Sara en su mano sana.
- - Sara…. No me dejes!!!. – Le rogó y Sara sintió que la sangre se iba de su cuerpo. Aún así mantuvo la fortaleza de siempre y ayudó a las enfermeras a desnudarlo, a pasarlo a una camilla de reanimación y limpiar su pecho para ponerle los electrodos necesarios para conectarlo a las máquinas.
Melissa vistió
a Sara con una bata y consiguió que el médico le permitiera participar en el
procedimiento hasta el momento de ingresarlo a quirófano. En recepción,
registro a Sara como la compañera sentimental de Rodari para que no la sacaran
de cuidados intensivos. Sara… no tenía ni el más leve interés en otra cosa que
no fuera comerse con los ojos a Rodari y aprisionar su mano en las de ella.
Sara miró el
rostro pálido de Rodari y se mordió el labio inferior con fuerza. Y si ella se
hubiera quedado en el apartamento… Habría podido evitar que Rodari saliera y
que le alcanzaran con ese tiro. Habría sido alguno de los enamorados mafiosos
de Nancy? Se preguntó mientras peinaba los cabellos rizados de Rodari hacia
atrás. Él había hablado con un tono de voz tan bajo, tan ronco… Casi luchando
con su respiración para hacerse oír. Y Sara sintió que se moría al ver que él
era consciente de su presencia y que quisiera rogarle que se quedara. Qué podía
interpretar de ese gesto de Rodari? Por qué no había recordado a Nancy en ese
momento?
Había sido
solo una bala. Escuchó Sara cuando las enfermeras hablaban. Su guardaespaldas
había recibido el resto y se debatía entre la vida y la muerte en quirófano. Sara
cerró los ojos horrorizada, pensando que podía ser Rodari. El doctor que efectuaría la cirugía de Rodari
entró y comenzó a explicarle el procedimiento que efectuaría.
- - La bala comprometió músculos que recubren la carótida en el hombre izquierdo. Están haciendo presión sobre ella y pueden ocasionar un trombo. – Le dijo él considerando que ella podía tener la misma calidad de información que Melissa su hermana.
- - Probabilidad de muerte? – Preguntó Sara con una voz que no reconoció como la suya. El doctor miró a Melissa y titubeó ante la pregunta. Melissa asintió como aprobando que le dijera la verdad.
- - 70… tal vez 50%... – Le dijo el médico y comenzaron a desplazar las máquinas y la camilla de Rodari hacia quirófano. Sara apretó las manos del médico con las suyas.
- - Haga un milagro. – Le dijo angustiada. El médico sonrió.
- - Rece usted… yo haré mi trabajo. - Le contestó y se marchó detrás del equipo de trabajo que conducía a Rodari a la zona de quirófanos.
Melissa se
llevó a Sara a la zona de cuidados intensivos. Sara gimió cuando vio el
letrero. Melissa la abrazó reconfortándola. Las personas iban y venían en el pasillo. Sara era poco consciente de todo. Sólo revisaba en su memoria aquellos minutos que estuvo en el apartamento de Rodari y en los que una palabras suya, habría cambiado el rumbo de los acontecimientos. Ella se habría quedado con él y...
- - Tranquila… Aquí los traen a todos… antes de pasarlos a habitación… - Le dijo Melissa tratando de que entendiera que Rodari no estaba al borde de la muerte hasta que el médico no lo anunciara de esa manera. Sara suspiró.
- - Sé que me estoy comportando como una tonta. – Reconoció con tono pesaroso. – Pero me siento tan culpable…
- - Acaso sabías del atentado? – Le preguntó Melissa. Sara se sentó en una silla de la sala de espera.
- - No… Pero si me hubiera quedado con él… - Dijo y no concluyó lo que pensaba. ¿Cómo reconocer en voz alta que deseaba haberse quedado a seducir al novio de su madre para evitar que recibiera una bala?
- - No habría salido solo tal vez… pero las cosas hubieran pasado de cualquier modo… - Le dijo Melissa. Sara supuso que su hermana tenía razón. Se hubiera quedado y Rodari la habría sacado del apartamento para conversar con ella en un lugar menos intimo que su nido d amor con Nancy.
- - Cielos!!! Mamá… - Cayó en cuenta Sara que no había mandado un mensaje a Nancy sobre el atentado y se enteraría por la prensa. Melissa la obligó a permanecer sentada.
- - Ya la llamé… Así como avisé al abuelo de Rodari. – Le dijo Melissa. Sara se pasó las manos por la cara. El abuelo de Rodari… El viejo Alexandros Grecco …
- - Qué dijo Nancy? Ya viene en camino? – Preguntó Sara. Melissa sonrió con sorna.
- - Nancy no va a venir… Dice que si tú estás aquí… Rodari no necesita a nadie más.- Sara gimió y miró a Melissa como disculpándose por involucrarla en aquella situación.
- - Está furiosa… Me imagino… Debo ir a buscarla para que venga a acompañarlo. Este no es mi lugar es el suyo… - Le dijo Sara levantándose, Melisa la detuvo.
- - Y si… Nancy tiene razón…. Y si… A Rodari le sirve más tu compañía que la de ella?- Le preguntó Melissa. Sara frunció el ceño.
- - No digas eso… me haces sentir peor. Yo no tuve nada con Rodari… Empezó a explicar a su hermana. No había podido decirle con claridad las razones por las cuales Nancy había dado por terminada su relación con Rodari y por qué Sara había aceptado la beca en Nueva York después de haberse comprometido a vivir con Melissa en Barranquilla.
- - El otro chofer dijo que Rodari llevaba dos días sin dormir más de unas tres horas de sueño y que no había comido con regularidad. – Le dijo Melissa. – Esa debilidad y la bala lo tienen en quirófano… pero ya el tipo estaba herido de muerte..
- - No soy la responsable… - Dijo Sara. – Nancy no entiende que nos dimos un beso en un momento de debilidad y que entre él y yo… - Melissa la interrumpió.
- - No te mientas… Ni me mientas… - le dijo Melissa. – Quédate aquí… Voy a hacer mi ronda y me iré a casa para traerte ropa. Acompañarás a Rodari… No?
- - No… - Intentó decir Sara y desistió de negar que se quedaría a pasar la noche en la clínica. Asintió. – Tráeme un abrigo… hace mucho frío.
A Rodari lo
trajeron a cuidados intensivos antes que Melissa regresara de casa. Sara se
acercó a la camilla donde se recuperaba de los efectos de la anestesia y lo
cubrió con varias mantas mientras superaba los escalofríos y temblores de su
condición. Sara le tomó la mano entre las suyas. Acarició su brazo sano de la muñeca al hombro y Rodari abrió los
ojos un poco.
- - Sara…. – Dijo entre tartamudeos. Sara le colocó dos dedos sobre los labios para callarlo. Descubrió asombrada que se le dificultaba hablar porque estaba llorando. Qué tonta como podía desmoronarse en ese momento en que tenía que contenerlo? Aspiró aire y tomó fuerza
- - No hables… Descansa y mañana estarás mejor. –Le dijo. Le arregló los cabellos hacia atrás y le acarició con suavidad los parpados para obligarlo a cerrarlos.
Para Rodari aquello era una
locura. Cuando se levantó aquella mañana estaba decidido a renunciar a reclamar
la hacienda familiar de su madre y alejarse de los compromisos con la guerrilla
que esa línea de la familia tenía. No necesitaba la hacienda, ni el dinero que
representaba por mucha historia que perdiera con ello. Aquella había sido una
obsesión de su abuelo y de Nancy que se había enamorado de la idea de
convertirse en terrateniente.
Y ahora estaba debatiéndose entre
la vida y la muerte por culpa de esa maldita herencia que lo único bueno que
había traído a su vida era la posibilidad de conocer a Sara a través de Nancy.
Sara le hizo recuperar la vida en cada beso, en cada sueño con ella entre sus
brazos y se le fue metiendo entre las fibras más profundas de sus emociones y
ahora, en medio de aquel dolor profundo en el pecho descubría que su única
motivación era la esperanza de estar con ella, de tenerla con él en su vida.
Sara lo tocaba y el sentía que
podía vivir con ella eternamente. Lo hacía sentir débil y fuerte al mismo
tiempo. Había terminado por amar aquellos ojos verdes cuando siempre había
tenido mujeres muy latinas de profundos ojos negros y cabello azabache. Ahora
añoraba tener fuerzas para tomarla de aquellos cabellos rubios y hacerla
acostarse con él. Estaba deseando que Sara lo amarrara a su vida? Se preguntó y
frunció el ceño. Debía estar demasiado débil después de la anestesia.
Sara lo miraba tan débil. Estaba
tan pálido y respiraba con tanta dificultad… Por unos centímetros que lo cubrió
Ricardo su guardaespaldas se salvó de un tiro en el corazón. La sola idea de
imaginarlo muerto le provocaba un nudo en el estómago a Sara. Acomodó sus
cabellos que ya estaban otra vez un poco largos, como cuando le había conocido.
Recorrió con sus dedos la mejilla y el cuello aún sucios. Los electrodos en el
pecho impedían que la sábana lo cubriera hasta el cuello y seguía temblando por
los escalofríos de la reacción a la anestesia.
El cerró los ojos y se abandonó a
sus cuidados. Sara sintió que aquello era un gesto de aprobación a su presencia
mucho mejor que si él le dijera otra vez que se quedara. Lo estaba pasando muy
mal. Tenía el ceño fruncido y las enormes sombras café alrededor de sus ojos
hablaban de largos trasnochos y profundos dolores que no tenían nada que ver
con la herida. Si ella se hubiera quedado a hablar sobre sus sentimientos y los
de él…Tal vez Rodari no habría salido… Las enfermeras iban y venía trayendo
información con ellas. Rodari había salido y su guardaespaldas lo había
cubierto con su propio cuerpo tan pronto abrió fuego su atacante. Rodari tenía
unas costillas lastimadas por el peso de su guardaespaldas sobre él y moretones
por todos lados debido a la violencia del ataque. Al atacante lo había atrapado
la policía encubierta que seguía a Rodari pues sabían que estaba haciendo
arreglos para recuperar su hacienda familiar.
Sara suspiró. Esa era otra de las
razones por las que Nancy no venía a verlo. Tan pronto supo de la hacienda se
empecinó en que Rodari la recuperara. Más que la petición de su abuelo de
aclarar la situación de la hacienda familiar, Rodari se había empecinado en
recuperarla para cumplir un deseo de Nancy. La guerrilla tenía mucho interés en
la ubicación estratégica de la hacienda. No querían perder ese punto de
seguridad y protección. Sara le había pedido abandonar esa idea de recuperar la
hacienda. ¿Qué necesidad tenía un empresario millonario con una vida en USA y
negocios por todo el mundo de una hacienda en medio del Urabá antioqueño?
Rodari dejó de temblar y con su
mano sana tomó la mano de Sara que descansaba sobre la camilla. Sara se acercó
a su rostro para escucharle sus murmullos porque él hacia un esfuerzo por
hacerse entender.
- - Sara… - Dijo él con claridad después de varios intentos. Sara le besó la frente y acarició sus labios con los suyos.
- - No hables… Ricardo está recuperándose… Todavía está en cirugía. – Le informó ella suponiendo cuál podría ser su preocupación. – Y tú estarás bien… pronto!!
- - Te quiero… - Dijo él apretando con su mano sana la muñeca de la mano derecha de Sara. La chica se obligó a mantener la calma. Quería él decir algo más? O le estaba diciendo que la quería? Se mordió el labio y lo miró a los ojos.
- - Tranquilo Rodari… - Le dijo ella evadiendo la frase de él. – Tienes que esperar una hora más antes que puedas coordinar tu voz con tus pensamientos. – Le dijo ella para tranquilizarlo. Y llamó a la enfermera.
La enfermera revisó los signos
vitales de Rodari y ordenó su traslado a una habitación. Rodari desistió de
hablar y se quedó dormido. Media hora después ayudó a las enfermeras que le
quitaron la ropa de cirugía y le colocaron una bata. Las Chicas asumieron que
verlo desnudo era un situación común entre ellos. Sara no aclaró la situación.
Las ayudó a limpiarlo un poco y le pareció que Rodari se hacía el dormido para
dejarse consentir pero dos horas después todavía no despertaba.
Melissa apareció con un capuchino
en las manos y la noticia de que el abuelo de Rodari estaba afuera. Sara sintió
palidecer. Ya habían transcurrido seis horas desde el atentado. Cuatro horas
después de la cirugía Rodari no despertaba. Al parecer según su guardaespaldas,
Rodari llevaba dos noches sin dormir. Su cuerpo estaba pidiendo descanso. Sara
cerró los ojos un momento. Eso no la ayudaba a ella. Estaba metida en un
embrollo absurdo y sin sentido. Para qué le había inscrito Melissa a ella como
su prometida? ¿Tendría el desparpajo de hablar con el señor
Grecco y asumir el rol de Nancy sin aclarar nada? No le había dicho a Rodari que aparecía como
su prometida y no tenía idea de qué opinaría de ello.
- - Meli…. No quiero hablar con él… yo… - Empezó a decir Sara. Rodari se quejó, tomó impulso y se levantó en la cama. Sara y Melissa corrieron a detenerlo.
- - Tranquilo, Grecco. – Le dijo Melissa. – No puedes hacer movimientos bruscos aún.
- - No te levantes, Dari. – Le dijo al tiempo Sara sin darse cuenta de usar un diminutivo que había surgido en su mente.
- - Me duele…- Dijo él en susurros y frunció el ceño extrañado de su tono de voz ronco. – Tengo sed… Necesito llamar a Ricardo…
- - Lo que necesitas es calmarte. Si es Ricardo Moreno al que te refieres, no te preocupes se está ocupando de tus negocios. – Le dijo Sara aunque no tenía idea de qué estaba haciendo Ricardo en ese momento de seguro estaba trabajando para que Rodari no se arruinara y de paso lo arruinara a él. Ricardo Moreno era el abogado de Rodari y un obsesivo con el poder y el dinero. Sara estaba convencida de que Ricardo había enlazado su celular a la bolsa de valores de Nueva York tan pronto supo del atentado a Rodari.
- - No voy a escapar… - Dijo él al final dejándose caer en la cama. Sara sonrió
- - No… No tienes ni fuerzas ni oportunidad de escapar por ahora. – Le dijo siguiendo la broma aunque sentía la mirada de Melissa sobre su nuca como si su hermana intuyera el trasfondo de sus palabras.
Rodari le había dicho a Sara que
lo tenía atrapado. Que Nancy lo había enamorado con palabras y apoyo pero que
ella lo tenía encerrado en una jaula invisible y hasta no tener sexo con ella
no iba a saber si la jaula era invencible o momentánea. Sara se mordió el labio
y lo ayudó a acomodar los cables y tubos a los que estaba amarrado.
- - No intentes hablar… parpadea dos veces para no y una para sí. – Le dijo Sara para obligarlo a descansar. Tenía que decirle que su abuelo estaba en el pasillo esperando a verlo y que ella estaba allí como si fuera su prometida. Pero no encontraba las benditas palabras para hacerlo.
- - Sara… qué vamos a hacer con el señor…- Le dijo Melissa. Sara la hizo callar con una mano extendida hacia ella
- - Necesito que me escuches con atención. Estoy aquí para acompañarte pero para hacerlo tuvimos que mentir. – Le dijo. - Se supone que soy tu prometida. – Rodari alzó una ceja con curiosidad pero en su rostro no se demostró sentimiento alguno. Sara suspiró. Él no lo iba a hacer fácil para ella. – Ahora está tu abuelo afuera y…
- - Cielos! Quién lo llamó? – Preguntó él otra vez agitado e inquieto. Sara le colocó una mano sobre el pecho para detenerlo en su intento de sentarse. Se asombró de lo rápido que latía su corazón y frunció el ceño. Estaba Rodari asustado?
- - Los médicos lo llamaron. No podía enterarse por las noticias. – Explicó ella todavía confundida por la reacción de Rodari.
Sara lo miró
con inquietud. A él le había importado un pito que Sara se estuviera haciendo
pasar por su prometida pero le
inquietaba la presencia de su abuelo allí. Eso era extraño. Los sensores de
tensión de Rodari se dispararon y Melisa lo invitó a tranquilizarse.
- - Si no te calmas van a tener que dormirte de nuevo. – Le dijo Melissa. Sara suspiró.
- - Y tu abuelo quiere hablar conmigo… quiere entrar a verte… - LE dijo Sara. Rodari cerró los ojos y se relajó con ejercicios de respiración.
- - Dame tiempo. – Dijo él. Sara asintió. Debía ser un torbellino la mente de aquel hombre. Rodari estaba acostumbrado a dominar la situación y dirigir la vida de los demás desde los 19 años. Reflexionó Sara, de seguro en esos diez años jamás había tenido que recurrir a otros o apoyarse en alguien para nada.
- - Evadiré todo lo que pueda pero debo dejar que te vea…- Le dijo Sara. Rodari le tomó de la muñeca y la acercó a su cara sin abrir los ojos.
- - No te vayas… No me dejes…- Le dijo él. Sara miró a Melissa y ella asintió como si estuviera en ese gesto la respuesta a todo. Sara acarició la mano que le lastimaba la muñeca.
- - No me iré pero… debo dejar que te vea. – Le dijo ella. Rodari suspiró y se acomodó como si durmiera. Sara alzó una ceja. Él no hablaría con su abuelo y se haría el dormido.
La sorprendió aquella actitud
infantil que no se relacionaba para nada con la imagen del hombre de negocios
agresivo y seductor que Rodari vendía.
Melissa dio vuelta a la cama. Le revisó los signos vitales y asintió a
Sara como informándole que todo estaba bien.
- - ¿Dejo entrar al abuelo? – Preguntó Melissa. Sara la miró y se alzó de hombros.
- - Supongo que si…- Dijo sin convicción al ver que Rodari no contestaba. Sara supuso que eso venía con el título de amiga. Suspiró. Nancy debería estar allí y debía haber asumido su papel de novia.
- - ¿Y a la chica? – Preguntó Melissa. Rodari abrió los ojos.
- - ¿Qué chica? – Preguntó él antes que Sara pudiera hacerlo. Sara entrecerró los ojos. ¿Podía ser quien ella creía que era?
- - Una mujer joven, pelirroja, alta… - Describió Melissa sin tener claro qué decir. Sara miró a Rodari que cerró los ojos de nuevo.
- - No la dejes entrar Sara… No necesito a Carola aquí y a duras penas puedo recibir al abuelo. – Dijo Rodari. Sara asintió. Carola San Román era una prima de la madre de Rodari, una joven millonaria que estaba empecinada en convertirse en la esposa de Rodari. Cielos!! Y se suponía que Sara era la prometida. Ya era bastante difícil hacer el papel de novia preocupada para hacer el de novia celosa. Se dijo sin revelar su inquietud a Melissa que la acompañó a la puerta.
- - ¿Qué vas a hacer? – Preguntó Melissa. Sara suspiró.
- - Si yo supiera… - Le dijo y abrió la puerta. Al mal tiempo buena cara. Se dijo y salió al pasillo.
Alexandros Grecco
era un hombre que nadie podía relacionar con la edad de 70 años y menos con la
imagen de abuelo. Sara se acercó a él y extendió una mano ignorando a la sombra
de cabello rojo y vestido azul turquesa que estaba a su lado. Alexandros atrapó
la mano de Sara entre las suyas y la llevó a sus labios. Sara sintió que la
sangre abandonaba su cuerpo, empezó a sudar frio y se desmayó en medio del
grupo sin que alguno de ellos pudiera evitar que cayera al suelo.
Sara despertó
unas horas después. Luego de reanimarla, Melissa la canalizó y le colocó en el
suero un relajante. Sabía que Sara había amanecido el domingo de la fiesta en
la que Nancy les había encontrado a ella y a Rodari a punto de hacer el amor, y
luego, había dormido muy poco discutiendo con Nancy sobre su decisión de
marcharse a Italia y dejar a Rodari.
Sumado todo eso a la impresión de ver a Rodari herido a unos minutos de
haberle dado la carta de despedida de Nancy había producido en Sara un shock
emocional y su cuerpo había reaccionado durmiendo.
Melissa estaba
allí cuando Sara abrió los ojos y frunció el ceño. Se sentó en un solo
movimiento de su ágil cuerpo de bailarina y se agarró la cabeza producto de
mareo efecto del medicamento que Melissa había aplicado. Rodari no debió abusar
de la paciencia y la bondad de Sara y dejarle la tarea de enfrentar sola a su
familia. Melissa no había estado de acuerdo en ello pero no había dicho nada
porque Sara se enojaría. Sin embargo, cuando la vio desvanecerse y caer al
suelo, halló la manera de intervenir sin que Sara lo impidiera.
- - Tranquila cariño. – Le dijo Melissa. Sara agitó una mano en el aire.
- - ¿Rodari? – Le preguntó con voz pastosa. Melissa sonrió. Esa era Sara entregaba el corazón y se desbocaba al barranco por ello.
- - Rodari está muy bien cuidado por dos enfermeras y custodiado por su médico. El señor Alexandros lo vio unos cinco minutos y luego se marchó a su hotel con la pelirroja. –Resumió Melissa para fastidiar a Sara insinuando que ella no necesitaba sacrificarse para que Rodari consiguiera deshacerse de su abuelo y de su prima
- - ¿ Me diste algo? – Preguntó Sara parpadeando para obtener el dominio sobre sí misma. Melissa sonrió
- - Sólo tienes que quedarte quieta y consiente dos minutos para que se vaya el efecto. – Le dijo. Sara se quedó con los ojos cerrados sin moverse y normalizando su respiración.
- - Eres un verdadero fastidio, Sara. – Le dijo Melissa al verla que bajaba las piernas de la cama antes de que e transcurrieran algo más de 15 segundos. Sara sonrió.
- - Ya me conoces…- Le dijo Sara y giró el cuello lentamente para masajear los músculos tensos de su nuca.
- - No vas a servirle de mucho a Rodari si te matas de cansancio. – LE dijo Melissa ayudándola a ponerse en pie. Una enfermera entró en ese momento.
- - Lo siento, Melissa pero tu hermana nos tiene que ayudar con su novio. – LE dijo la chica disculpándose con expresión de angustia en su rostro.
- - Qué pasa? – Preguntaron las dos hermanas al mismo tiempo.
- - El Señor Grecco se arrancó el suero, dice que necesita salir o llamar por teléfono… Cielos!! Está como loco!! – Explicó la chica. Sara Salió corriendo sin saber exactamente donde estaba porque no sabía a donde la había llevado Melissa. Su hermana la siguió con los zapatos en la mano. Sara había salido corriendo sin ellos.
- - Espera, tonta! – Le gritó Sara y la obligó a detenerse para que pusiera los zapatos. Luego la llevó al ascensor porque estaba un piso más abajo.
Melissa la guió hasta la
habitación de Rodari. Sara ignoró a todos los familiares en la sala de espera y
entró para encontrar a Rodari discutiendo con un enfermero hombre y dos mujeres
que trataban de volver a colocarle el suero en su lugar y limpiar la sangre que
emitía el catéter.
- - Dónde estabas? – Preguntó Rodari mirándola con el ceño fruncido. Dejó de frenar a los enfermeros para discutir con Sara.
- - Durmiendo. – Le dijo Sara. –Tengo derecho no? Qué es esto Rodari? Eres un niño berrinchudo?
- - No estabas... nadie me da un celular… no dejan que hable con Ricardo… y no me dejan salir. – Le explicó él mirándola como si concentrar sus pensamientos en su presencia fuera más difícil.
- - Dios!! Qué desastre! No lo vuelvas a canalizar Melissa… Déjalo que muera de hambre hasta que le aprueben comida sólida. – Dijo Sara al ver que su hermana quitaba el catéter dañado para buscar otro sitio donde colocarlo de nuevo.
- - No tengo hambre… tengo stress porque no sé nada de mis negocios. – Le dijo Rodari. Sara sonrió.
- - Ya lo sé… Tú eres el hombre de negocios y yo soy…el principito? – Se burló ella. Y extendió una mano hacia su hermana. – Dale tu celular.
- - El doctor no ha aprobado eso. – Dijo una de las auxiliares Sara sonrió
- - El doctor no aprobará un infarto provocado por el estrés de no poder comunicarse con su jefe de inversiones. – Explicó Sara. Melissa le entregó el celular.
- - Supongo que asumes la responsabilidad. – Le dijo Melissa. Sara miró a Rodari que marcaba con dificultad el número de su socio.
- - Me lo gané en una rifa. – Respondió Sara. Rodari se colocó el celular en la oreja y sonrió con desgano
- - Dejen de hablar de mí como si no estuviera aquí. – Se quejó. – Moreno… Dame el panorama. – Ordenó con voz de trueno. Sara puso los ojos en blanco y ayudó a las chicas a quitar las sábanas sucias de sangre.
La situación que Ricardo Moreno
le estaba describiendo a Rodari no debía ser muy alentadora a juzgar por el
ceño fruncido y los monosílabos de Rodari. Sara se quedó sola con él, las
chicas le dejaron una bata para que le cambiara la que estaba usando que
también estaba llena de sangre. Al cabo de diez minutos Sara lo miró asombrada
al escuchar lo que decía.
- - Consigue una teleconferencia. Mi prometida Sara los atenderá en persona si así lo quieren pero por dos días al menos lo más que tendrán de mi será una teleconferencia por Skype. – Le dijo. Sara frunció el ceño.
Él sabía que Sara se estaba
pasando por su prometida y además lo utilizaba a su conveniencia como si lo
hubieran acordado juntos. Este hombre
era increíble. Pensó ella mientras terminaba de despabilarse por el efecto de
las 3 horas que había dormido. Rodari extendió una mano y atrapó la muñeca de
Sara atrayéndola hacia la cama.
- - No… necesito una hora porque no tengo Tablet ni pc aquí… Sara tiene que ir a buscarlo a mi apartamento y no sé si la policía le permita entrar. – Explicó él a su interlocutor Sara empezó a enojarse. Rodari estaba dando por sentado demasiadas cosas sobre ella. El cerró la llamada.
- - Terminaste de involucrarme en tus locuras? Has tenido en cuenta que mañana tomo un avión a Nueva York para ir a estudiar mi maestría y que no soy tu prometida de verdad? – Le dijo Sara. Rodari sonrió
- - Tú inventaste lo de la novia… Fue muy acertado pero no se me ocurrió a mí. – Le dijo él – Tu viaje a Nueva York es más que conveniente porque es allá a donde debía ir con el fin de participar en las negociaciones de las empresas de mis socios en Venezuela.
- - Mi título de prometida termina tan pronto te den de alta. Lo usé para acompañarte. Eso es todo. – LE dijo ella tratando de zafar la muñeca que el sujetaba.
- - Qué pena!! Yo pienso seguir beneficiándome de tu engaño. – LE dijo él. Sara frunció el ceño. – Mis socios estaban ya nerviosos con mi relación con la guerrilla en Colombia, están tensos con sus inversiones en Venezuela y la intervención del gobierno y el atentado es la cereza del pastel… Necesito una socia que califique como segura, confiable y válida para que me represente en caso que los médicos me impidan viajar.
- - ¿Te das cuenta que estás hablando de mi como socia, segura, confiable y válida a dos días de haberme llamado niña manipuladora y sinvergüenza? – Le dijo ella tratando de encontrar razones para negarse a ayudarlo.
- - Ya hablamos de eso, Sara. Hasta Nancy reconoció que contra la naturaleza no se puede discutir y nos dejó el camino libre para que exploremos esta atracción entre los dos. – Le dijo él atrayéndola hasta acercar su rostro al suyo.
- - Rodari… No vamos a tener una relación de ningún tipo… No voy a aparecer en mi familia como la que le quitó el novio a su madre… - Le dijo Sara tratando de pensar con claridad a pesar de que su mente sólo veía los sensuales labios de Rodari y una corriente de deseo se regaba por su cuerpo.
- - Ya lo eres… LE quitaste el novio a tu madre… Asúmelo!! – Le dijo él y lo vio dejarse caer en la cama. Sara frunció el ceño. – Diablos Sara no tengo fuerzas para besarte… ¿Cómo voy a hacer para enfrentar a mis socios?… ¿Realmente quieres que termine arruinado?
Sara le revisó
el pulso y tocó el timbre de llamado de emergencia. Se liberó de la mano que le
aprisionaba y empezó a quitarle la bata sucia. Sara trató de concientizarse de no mirarlo como un hombre. El era un paciente a quien estaba acompañando.
- - Vamos Rodari… quítate esa que está sucia y ayúdame a colocarte esta. – Le dijo Sara que a duras penas podía hacerlo girar para desamarrar la bata. Rodari se dejó sentar pero apoyó la frente en un hombro de la chica.
- - No estoy fingiendo. – Le dijo él. – Me siento muy mal. Y solo tú puedes ayudar a Moreno a que no termine en la ruina.
- - Tu abuelo…- Le dijo Sara tratando de olvidar que él estaba desnudo abrazado a ella.
- - No metas a mi abuelo en esto. No reveles lo mal que estoy. – LE rogó. Sara terminó de colocarle la bata limpia. – Y consígueme un maldito bóxer y una manta… Me estoy muriendo de frio.
Las enfermeras
aparecieron y terminaron de acomodarlo. Rodari le dio instrucciones sobre donde
tenía su Tablet y su portátil y le dio al oído su clave para abrir la caja
fuerte de su habitación. Sara hizo entrar al policía que custodiaba la
habitación y este la contactó con otro que la llevaría al apartamento para que
le dejaran entrar a buscar lo que necesitaba. Sara vio que Rodari estaba más
pálido que antes y que apenas si abría los ojos para hablarle sin intentar
tocarla ni sentarse.
- - ¿Quieres que Melissa te canalice de nuevo?- Le dijo antes de salir arrepentida por haber ordenado que no lo hicieran antes. Rodari sonrió con sorna.
- - Sabía que te arrepentirías de torturarme. – Le dijo él. Sara dio media vuelta sin responderle.
Cuando regresó del apartamento de
Rodari del que le trajo además de lo solicitado, ropa y objetos personales,
encontró al abuelo y a Carola de nuevo en la sala de espera. Sara se miró en
las puertas metálicas del ascensor. Parecía una sobreviviente de la guerra con
la ropa ajada y algo manchada de sangre. Se había peinado en el auto y retocado
un poco el maquillaje pero no podía competir con la asombrosa belleza de
Carola.
La chica tendría unos 21 años y
ni Nancy con su exuberante belleza podría opacarla. Media uno ochenta, tenía
las piernas más largas y esbeltas que Sara pudiera haber visto, su ropa emanaba
riqueza y su presencia el donaire de alguien que nació en cuna de oro. Y ese
bendito cabello rojo que ondeaba alrededor de su rostro como la melena de un león.
Alexandros se acercó a Sara tan
pronto la vio y le tomó la mano libre para besarla. Sara sonrió haciendo un
esfuerzo por ser la mujer segura y confiable de la que Rodari habló.
- - Cómo está, Señor Grecco? – Le dijo. Alexandros sonrió iluminando su rostro. – Siento el show de anoche pero…
- - No te preocupes. Todos entendimos que había sido demasiado para ti. –Le dijo él evitando que continuara su disculpa. Sara sonrió
- - Ya conversó con Rodari? – Preguntó con cortesía. Carola le respondió
- - Hasta que usted no lo autorice no podemos pasar… - Había tanto enojo en su voz que Sara no pudo ignorarla
- - No es mi culpa. Son instrucciones médicas. – Explicó. Alexandros agitó una mano en el aire.
- - Lo sabemos. Está consiente hoy? podemos hablar con él? – Sara aspiró una bocanada de aire porque de repente unas estúpidas ganas de llorar acudieron a sus ojos. Qué le estaba pasando?
- - Deje ver cómo está . Hace una media hora lo dejé dormido. Está ansioso por sus socios en Nueva York y me hizo ir a buscarle su Tablet y otras cosas. – Explicó ella. Carola le impidió seguir caminando hacia la habitación.
- - Pero vas a permitir que trabaje en sus condiciones? – Le reclamó ella. Sara miró al abuelo con aire de indefensión.
- - No quiero pero… no se va a quedar tranquilo hasta que lo haga…Me entiende usted?- LE dijo Sara dándole excusas al abuelo y no a la impertinente prima que empezaba a acabar con su paciencia. Alexandros asintió.
- - Mi nieto puede ser un terrible contrincante cuando no se le cumplen sus deseos. – LE dijo él. – Anda… Aquí estaré esperando a que me permitas verlo.
Una discusión que provenía de la habitación de Rodari llamó la atención de Sara. Ella esquivó a Carola y entró a
la habitación. Tal como imaginó Rodari discutía con la enfermera. Dejó de hablar tan pronto la
vio ingresar a la habitación con un maletín en la mano.
- - ¿Dónde estabas? – Preguntó él con tono de enojo. Sara sonrió
- - ¿A dónde me mandaste jefe?- Le dijo - Deja el mal humor o te mando al carajo. No he terminado de hacer mis maletas por andar metida en el hospital y tú no haces más que dar órdenes y fastidiar como niño chiquito.
- - Tienes que decir a dónde vas cuando te desapareces. – Le reclamó él sin agradecerle el que ella le trajera su celular y su Tablet. Sara le hizo un gesto de fastidio
- - Yo solo TENGO que morirme querido… lo demás lo hago porque quiero y por eso en este momento me voy a mi casa a terminar de hacer mi maleta y a cambiarme de ropa. – Anunció metiendo el bolso en el armario de la habitación y sacando de su bolso una billetera con el dinero que Rodari le había dicho que trajera de su caja fuerte
- - Tú no puedes ir a ningún lado. Eres la responsable de mí en el hospital y…
- - Porque tu abuelo no estaba pero ya llegó. Así como la dulce Carola… y están en el pasillo esperando a que me desaparezca para cuidarte. – LE dijo ella. Rodari frunció el ceño. – Además de que me culpan por no poderte ver. Y tu prima me tiene harta.
- - Ni se te ocurra dejarme solo con ellos…- Le dijo Rodari. Sara alzó una ceja
- - Yo no tengo por qué acompa
- ñarte. – Le dijo y tomó a la enfermera por los hombros empujándola hacia la puerta. – Déjame cinco minutos a solas y luego entra corriendo. – Le dijo Sara a la enfermera.
- - Qué estás planeando? – Le preguntó Rodari tratando de sentarse sin ayuda. Sara pudo ver de reojo que le dolía cada movimiento.
- - Terminar este noviazgo. Yo voy a New York a estudiar… Tú no me vas a enloquecer.- Le dijo ella. Rodari terminó de sentarse. Sara le entregó uno de los boxers deportivos que le trajo y un par de medias.
- - Me vas a ayudar a ponérmelos? – Le preguntó él que no estaría muy adolorido si tenía arrojos para fastidiarla pensó Sara.
- - Llama a tus enfermeras para que lo hagan. – Le dijo ella. Rodari la miró con picardía.
- - Vamos Sara.. ayúdame. ¿Quieres que vea a Carola sin ropa interior? – Sara sonrió
- - Me importa poco como veas a tu prima… Vamos a terminar nuestra relación, yo me iré y tú regresarás a tu vida. – Le dijo ella. Rodari movió la cabeza negándose.
- - Vamos, Sara, ayúdame dos semanas más. El doctor dice que en dos semanas recuperaré mi independencia.- Sara cerró los ojos tratando de liberarse de su efecto hipnótico sobre ella.
- - No tengo dos semanas… Mañana debo viajar a Nueva York, instalarme en la Universidad, conseguir un trabajo… y el próximo lunes entro…- Le enumeró ella girando para mirar en el ventanal. Ricardo se quejó pero ella se obligó a no mirarlo.
- - Sara… ¿Quieres que reconozca que me equivoqué? Está bien…. Me equivoqué… Me dijiste que renunciara a la Hacienda, que me regresara a Nueva York, que me olvidara de Nancy o me la llevara conmigo…- Le dijo él. Sara se mordió el labio. Había dicho todo eso. Pero él nada había escuchado.
Él había supuesto que todo se lo
pedía porque estaba enamorada de él y quería quitar a Nancy y sus ideas de ser
hacendada de en medio. Sara sonrió con desgano. Él no la conocía. Ni entonces…
ni ahora. Siempre estaba suponiendo que Sara era como cualquier de las mujeres que
había conocido en su vida. Nada más lejos de la realidad. Sara era una tonta
romántica que había aceptado una beca en la Universidad de Columbia solo por
respirar el mismo aire que él.
- - No estoy pidiendo nada. Simplemente estoy renunciando a esta farsa. No es sana ni para ti ni para mí. – Le dijo Sara aún sin mirarlo.
- - Mira como estoy.. Ni siquiera puedo vestirme. Sara… No quiero depender de Carola… Ella quiere ser la señora Grecco… y a mí eso no me interesa. – Insistió él. Sara se abrazó a sí misma y masajeó su cuello. Rodari supo que la estaba tentando a aceptar.
- - Llama a Nancy… dile que lo reconsidere. Puede convertirse en diseñadora en Nueva York con el mismo éxito y la misma pompa que en Italia. – Le dijo Sara. Rodari sabía que para ella había sido muy difícil decir eso.
- - Yo te lo estoy pidiendo a ti. ¿No es eso importante? No es que no tenga a quien pedírselo es que quiero que seas tú. - Le dijo él arriesgando su última carta sin saber cuáles eran las de Sara.
Para Rodari, Sara era un mapa
indescifrable. Cada vez que tenía claro una convención aparecían 99 más
que lo desconcertaban. Era romántica,
soñadora, sincera, honesta… cualidades que no podía encontrar en las mujeres
alrededor suyo. Todas tenían un interés. Para algunas era el dinero para otras
era el poder. Para Sara, él era un hombre. Y eso lo ponía en jaque. No sabía
cómo ser simplemente un hombre con una mujer. Sabía ser un hombre de negocios,
sabía ser un estratega pero… ni siquiera tenía claro que era lo que Sara
esperaba de él.
- - Vamos Sara… Pagaré tu maestría… Te daré trabajo en mis oficinas… Tengo un apartamento en Columbia de mi época de estudiante que jamás vendí. – le dijo él recordando lo que ella había enumerado como sus necesidades prioritarias. Sara sonrió sin mirarlo. Estaba tratando de comprar su tiempo.
- - Grecco…
- - No me llames Grecco. – Le interrumpió él. – Cuando me llamas así vas a rechazarme y no quiero.- Sara sonrió divertida. Así que él sabía de esas diferencias. – ¿Sabes que puedo provocarme un infarto? ¿Que todavía no estoy exento de sufrir una trombosis vascular?
- - Rodari, por favor. – Reaccionó Sara girando para mirarlo. – Deja de jugar con tu salud.
- - Prefiero morirme a tener que reconocerle a mi abuelo que me dejé seducir de una mujer mayor que me dejó cuando más la necesitaba. – Le dijo él. Sara sonrió divertida por la posición en la que estaba él ignorando sus palabras.
Había tratado
de colocarse el bóxer y a duras penas había podido meter un pie. Estaba apoyado
sobre el barandal de la cama sin poder enderezarse. Ella se acercó y lo ayudó a
acostarse, luego le tomó el pie que faltaba y colocó el bóxer para subirlo.
Sara tuvo que apretar los dientes para no jadear al recorrer las piernas de
deportista, y luego sentir la piel fría de su trasero mientras le acomodaba el
bóxer. Había preferido tocar el trasero y no otras partes aun así podía sentir
que sus mejillas estaban rojas. Acomodó la bata y le colocó las medias.
Necesitaba recuperar la cordura antes de enfrentarlo de nuevo.
- - Sabes que… puedo provocarme un infarto. Verdad? – Preguntó él con un tono de voz ahogado como si le dificultara hablar. Sara lo miró con curiosidad.
- - Sí… Perdiste mucha sangre y estuviste a milímetros de que se comprometiera la subclavia… Deja de hacer eso que haces con tu presión y compórtate como un hombre. – Lo regañó. Rodari la miró unos segundos con atención. Ella no estaba bromeando. Los médicos le había descrito una herida de bala y su proceso de recuperación pero ella estaba diciendo mucho más. Estaba reconociendo que podría haber muerto. Que todavía estaba en riesgo de un problema cardiaco importante con un mal movimiento o una decisión equivocada…
- - Sara…. Ayúdame. Estoy mareado. – Le dijo él. Sara le tocó de inmediato la frente para verificar que no tuviera fiebre. Melissa le había dado una larga lista de síntomas que ella debía tener en cuenta antes de llamar a emergencia.
- - Dolor de cabeza? Es mareo o vértigo? – Le dijo ella mientras se acercaba al botón de llamado de emergencia. Rodari levantó la mano sana y la agitó en el aire.
- - Es la situación… no la herida. – Le dijo él . – Siento que no puedo manejarlo. Ya es hora de la teleconferencia con mis inversores y no tengo claro lo que les diré. Tú no vas a estar conmigo y el abuelo está muy viejo y cansado, no quiero involucrarlo de nuevo en los negocios. – Le dijo él. Sara suspiró. – En verdad te necesito. Te juro que no estoy hablando de que seas mi amante, estoy hablando de que seas mi socia.
Sara sintió
aquellas palabras como una bofetada. Él resaltaba que no le interesaba como
mujer sólo como conocedora de la bolsa y de las inversiones. Maldita sea, y
ella estaba deseando cosas distintas y nada bueno podría resultar de ese
conflicto de intereses. Sin embargo, dio media vuelta y le sacó una camisa de
la maleta que trajo y lo ayudó a sentarse. Le quitó la parte superior de la
bata y le ayudó a colocarse la camisa en el brazo herido y luego acomodar el
sano. Le abotonó en silencio la camisa dejando algunos botones superiores sin
cerrar. Le peinó los cabellos con los dedos y se aseguró de que la luz sobre su
cabeza estuviera encendida.
Tomó la Tablet
y la conectó al Wi Fi del celular de Rodari. Luego se aseguró de saber el mejor
ángulo para que solo se viera de la cintura para arriba y encontró que la mesa
auxiliar de la cama a los pies del paciente era la más adecuada. Rodari no dijo
nada. Cualquier cosa que dijera podría hacer que Sara se arrepintiera y lo
dejara botado en la clínica. Ella se fue al baño y se arregló el cabello y el
maquillaje. En realidad no lo necesitaba. Rodari no había sido tan consiente de
la belleza del rostro de Sara hasta no tenerla a centímetros de sus caderas
tocándole el trasero para acomodarle el bóxer. Cerró los ojos y volvió a sentir
la debilidad que recorría sus entrañas hacia las piernas. Estaba deseando a Sara
como un loco. Tal vez más que a Nancy… y eso era una locura!!
Sara no era
cualquier mujer. No era una de esas
modelitos con las que salía que solo deseaban salir con él en una foto
de revista. No era una Nancy quemando los últimos cartuchos de seducción de su
vida. Sara estaba en la plenitud de sus 21 años, con un cuerpo espectacular que
cuidaba a base de baile contemporáneo y una hora de gimnasio y que se
apasionaba y enamoraba con el corazón. Esto último era tal vez lo más peligroso
de Sara. Ella no era una mujer para un rato. Era la mujer que se escogía para
toda la vida y él no estaba seguro de que estuviera preparado para asumir ese
tipo de relación.
Ricardo Moreno
abrió una video llamada y Sara la aceptó. Rodari decidió que analizar su
relación con Sara debía posponerse un par de horas. Sus socios estaban reunidos en la sala de conferencias del
bufete de Ricardo y no se veían contentos. Rodari asumió su papel de hombre de
negocios y comenzó su discurso de convencerlos que podía recuperarse en poco
tiempo y que su novia, Sara Montero, le acompañaría y representaría.
Sara no dijo
nada. Se ubicó al lado de Rodari y analizó los rostros al otro lado de la
conexión. Todos, incluyendo a Rodari hablaban en inglés. Sara confiaba en que
su acento no les pareciera ofensivo. Pero Rodari contestó todas las preguntas y
le dio a Ricardo instrucciones para hacer desembolsos millonarios a nombre de
sus socios como compensación de las pérdidas de ese día. Sara supuso que él estaba seguro de recuperar
ese dinero en la siguiente sesión de la bolsa. En resumen Rodari había perdido
un par de millones el día anterior por no dirigir la negociación de sus brokers
y no todos tomaron las decisiones adecuadas y para algunas de las transacciones
había que esperar un par de días antes de definir si habían sido las correctas
o no porque dependían de la fluctuación de los negocios producto de los cambios
en el gobierno de Venezuela. La mayoría de ellas tenían que ver con inversiones
en ese país y no estaba tan fácil la venta como la compra.
Sara tomó nota
mental de lo que se dijeron y de las empresas que mencionaron. Tendría que leer
un poco acerca de los rendimientos de los últimos dos años antes de poder
opinar en las variables que los socios de Rodari proponían. Rodari en cambio
decidió que Sara estaba preparada para hacerlo y le pidió que hiciera una
propuesta concreta para los movimientos de esa tarde. Sara lo miró con los ojos
muy abiertos sin estar segura de que quisiera matarlo o besarlo.
- - Hay que deshacerse de toda inversión en Venezuela. - opinó Sara – y reinvertir en los negocios propios. Conectarlos a nuevas oportunidades de negocio y reinventarlos.
- - Pujar por nuestros propios negocios? – Preguntó uno de ellos. Sara asintió.
- - Enlazar los que tienen relación en su productividad y pujar por ellos en la bolsa. Tener el poder sobre una cadena de producción le amplia el espectro de oportunidades de inversión y ganancia. – Le respondió ella. Rodari alzó una ceja.
- - Es la idea inicial de Ito … Recuerdas? – Le dijo Rodari mencionando al abuelo de su socio japonés. Este asintió y miró a Sara sonriente.
- - Es más hermosa de lo que dijiste pero es tan inteligente como sugeriste. – Le dijo el japonés. Sara miró a Rodari. En qué momento habló él de ella? O ¿ Se referían a Nancy?
- - Entonces piensa que vas a hacer esta tarde en la bolsa y ve con todo. – Le dijo Rodari dando vía libre a su socio para presentarse en su nombre en la bolsa ese día.
Después de despedirse y prometer
que a finales de semana estarían en Nueva York, Rodari dio por terminada la
teleconferencia. Sara cerró la conexión y le entregó la Tablet a Rodari. Este la miró con seriedad.
- - Serán dos meses, Sara. – Le dijo él. – Dame dos meses de tu vida y yo me las arreglaré después. – Sara suspiró. – No me veas así. Si hay un culpable aquí fuiste tú. Tú te registraste como mi novia, yo sólo estoy aprovechando la circunstancia.
- - Muy bien. Dos meses. De tu propuesta solo tomaré el apartamento en Columbia. – Le dijo ella. Rodari sonrió.
- - Prefiero que vivas conmigo en mi apartamento de New York y aceptes mi oferta de trabajo. – LE dijo él.
- - Vivir juntos – Le dijo ella. – ¿Tú realmente crees que esa es una buena idea?
- - Es la idea, Sara. – Y lo vio acostarse y fruncir el ceño
- - ¿Te sientes bien? ¿Tienes Dolor de cabeza? ¿Otra vez mareo?- Sara estaba a punto de tocar el botón de emergencia cuando él movió lentamente la cabeza.
- - No llames a nadie Sara No quiero hablar con el abuelo dopado. – Le rogó. – Y antes quiero contarte algo. – Sara se acercó a él y le tocó la frente. Luego le tomó el pulso en el cuello y Rodari suspiró. – El abuelo quiere verme casado antes de morir, Sara.
- - Tu abuelo está más sano que tú… bueno más sano que yo. – Agregó para hacerlo reír. Rodari la miró de reojo sin abrir mucho los ojos. Sara intuyó que el dolor de cabeza estaba latente y no quería reconocerlo.
- - No te engañes. Está enfermo pero no le gusta provocar lastima. Yo me vine huyendo a la idea de casarme, entonces conocí a Nancy y se me ocurrió que ella podía ser la mejor opción. – Reconoció él. Sara suspiró alejándose de él.
- - Déjalo así Grecco…- Le dijo sin pensar. Rodari abrió los ojos. Sara lo miró desde el otro lado de la habitación. Había buscado el sitio más alejado para sentir que sus palabras le dolían menos.
- - Espera… Te conocí y descubrí que eres aún mejor opción…
- - Grecco, estás embarrando todo. –Le dijo utilizando palabras del léxico de la región. Rodari sonrió.
- - Estas totalmente desequilibrada… Nancy era una opción como muchas pero tú eres perfecta y no… me lleves la contraria que no tengo mucha fuerza…- Le dijo él impidiendo que ella lo interrumpiera como había sido su intención. – Conoces mi negocio, conoces el peor lado de mi persona… y aún así estás dispuesta a arriesgarte.
- - Rodari Grecco no quiero terminar destrozada. – Reconoció ella asombrándose de haberlo dicho en voz alta. Rodari levantó la mano sana hacia ella.
- - Una oportunidad, Sara…. Solo una… - Sara se mordió el labio. Estaba más que tentada a aceptar y se odiaba tanto por querer rechazarla como por aceptarla. Suspiró caminando hacia la mano extendida y le entregó la mano. Rodari la acercó a él y la hizo rozar sus labios. Justo en ese momento entró el médico con el abuelo de Rodari y Carola San Román.
Sara no podía creer que fueran
tan oportunos. Rodari debía tener un pacto con Dios para que todo le saliera
perfecto. Carola quería asesinarla con la mirada, Alexandros Grecco sonreía
como si le abrieran las puertas del cielo y el médico empezó a solicitar
información sobre el estado del enfermo. Rodari evadió las preguntas, Sara tuvo
que concentrarse en la conversación para poder decir lo que Rodari no decía.
- - Quiere viajar a Nueva York mañana pero estuvo con mareos esta mañana y hace un momento tenía dolor de cabeza. – Le dijo Sara al médico. Rodari que todavía tenía su mano entrelazada a la suya la hizo acercarse a él aún más.
- - Con una mujer así…- Dijo Rodari. El médico lo hizo callar.
- - Es lo que necesita Señor Grecco No puede salir de la clínica si tiene esos síntomas. Usted recibió una pequeña cirugía vascular. Debo revisarlo con un TAC y luego le permitiré irse si todo sale bien. – Le dijo el médico - Pero le sugiero atrasar su viaje dos días más.
- - Tú cambiarás tu vuelo también ¿verdad, Sara? – Le dijo Rodari Sara suspiró.
- - Tengo alguna alternativa diferente? – Le dijo ella. Rodari sonrió.
- - No debiste hacer la teleconferencia. – Le dijo Alexandros a su nieto. Rodari le guiñó el ojo.
- - Tenía que presentarle a Sara a los socios. Ella va encargarse de ellos hasta que yo esté bien. ¿Verdad Sara? – Le dijo Rodari y cerró los ojos Sara frunció el ceño.
- - Maldición, Grecco, reconoce que tienes dolor de cabeza!! – Dijo Sara alzando la voz. Rodari asintió sin abrir los ojos. Rodari odiaba reconocer que dependía de alguien pero en ese momento era más que necesario hacerlo.
- - Así es, Doc. Ella tiene razón tengo dolor de cabeza y todo me da vueltas!! – Le dijo Rodari el médico llamó al departamento de Radiología para que le dieran un turno en resonancia magnética. En el fondo Rodari estaba preocupándose por el malestar que sentía. Y ¿si tenían que hacerle una nueva cirugía?
- - Lo siento pero tengo que solicitarles que salgan de la habitación y esperen afuera. – Le dijo el médico al abuelo y a Carola. Rodari apretó la mano de Sara.
- - Se queda Sara. – Dijo Rodari. El médico miró a Sara y se alzó de hombros. Tenía que hablar con ella a solas. Instruirla sobre sus socios y Ricardo antes de permitirle que dirigiera sus asuntos.
- - Solo lo ayudaré a quitarse la camisa y ponerse la bata. Haga lo que tenga que hacer Doctor. – Le dijo Sara asumiendo una seguridad que estaba lejos de sentir. Ella misma empezaba a sentir dolor de cabeza también.
- - Estaremos afuera, hijo. – Le dijo Alexandros a su nieto acariciando una de sus piernas. Rodari asintió aún sin abrir los ojos. Sara frunció el ceño. No estaba fingiendo. ¿O sí? Se le ocurrió a Sara viendo que el oportuno malestar lo libraba de hablar con su familia.
- - Sara… - Dijo Rodari medio abriendo un ojo mientras Sara intentaba quitarle la camisa con él acostado. – Ayúdame a sentarme.
- - No estas mintiendo, Verdad Grecco? – Le dijo Sara mirándolo con seriedad. Rodari se abrazó al cuello de la chica para impulsarse y sentarse.
- - Me siento mal. – Le dijo él con su boca demasiado cerca a la de ella. – Te deseo… y espero que me apoyes en mis negocios. No en ese orden… y ojalá solo fuera lo segundo.
- - Vamos, Grecco, ayúdame. – Le dijo ella con la voz más ronca de lo que le hubiera gustado.
El doctor escuchó la conversación
pero no dijo nada. Dejó que Sara le ayudara a cambiarse de ropa y se mantuvo a
un lado de la cama en silencio. Sara le quitó la camisa y le colocó la bata y
Rodari la hizo acercar su rostro al de él antes de dejarse caer en la cama.
Sara podía ver cada centímetro de su rostro y gimió.
- - Dari… - Le dijo en un susurro. Rodari gimió.
- - Sara… no me llames así… no ahora que no puedo mostrarte lo que me haces…- Le dijo él. Sara tragó en seco y trató de soltarse. – Sara… un beso… tus besos me dan fuerza… En tus brazos siento que respiro. – LE dijo él. Sara se dejó vencer por la tentación y lo besó.
Estaban fríos sus labios. Pero se
sentían tan dulces y tan blandos como siempre. Sara podía sentir como su cuerpo
se llenaba de deseo y esperaba más pero Rodari estaba a punto de un desmayo, en
medio de una cama de hospital. Sara los acarició con sus labios deleitándose en
su sabor y acarició con su mano libre los cabellos largos de su cabeza.
- - Sara… Sara… prométeme que vas a vivir conmigo Sara… - Le dijo Rodari cuando ella se separó de su boca. Sara gimió al borde del llanto.
- - Eres consiente de lo que estas pidiendo, Grecco? - Le dijo ella. Rodari sin abrir los ojos asintió.
- - Te quiero Sara… En mi cama, en mi apartamento, en mi vida…- Le dijo él. Sara se mordió el labio.
- - Y qué voy a hacer con Nancy? – Le preguntó ella sin importarle que el médico seguía allí. Rodari sonrió con burla
- - Ella ya decidió por ti. – Respondió él. Sara suspiró.
- - Esa fue una decisión que tomó en medio de su enojo. – Empezó a decir ella. Rodari hizo un esfuerzo y abrió los ojos. Sara se miró en aquellos lagos azules.
- - Quién está aquí conmigo, Sara? - Preguntó él. Sara gimió un yo. – Entonces no digas tonterías. Ayúdame a sanar o hazme el amor así me quede inconsciente. – Sara se echó a reír. El doctor habló detrás de ella haciéndola saltar.
- - Nada de eso, Sara. Tienen que aguantarse las ganas una semana al menos. – Sara tomó la camisa y se alejó de los dos sin mirar a la cara del médico. Cielos! Rodari la atontaba al punto de olvidar dónde estaban y qué se decían. Sentía que las mejillas le ardían de lo sonrojadas y que aquella era la escena más bochornosa de su vida.
Rodari no pudo reírse de nada. En
ese preciso momento se desmayó y el médico dispuso todo en la cama para
llevárselo y revisarlo a profundidad. Sara se quedó en la habitación con la
camisa entre sus manos y una espantosa sensación de soledad. Melissa apareció
como si la hubieran llamado. Le había traído ropa y comida.
- - Por lo que escuché allá afuera te vas a Nueva York pero no a estudiar tu maestría. – LE dijo Melissa enojada. Sara se dejó caer en un sofá de visitas.
- - Voy a ayudarlo con sus negocios y será una experiencia para mí. – Le dijo Sara. Melissa se sentó en la escalinata al lado de la cama.
- - Será toda una experiencia para ti, Sara. Ya escuché que sigues siendo la prometida de Rodari. – LE dijo Melissa. – ¿Ya hablaste con mamá sobre eso? Sara miró sin ver la comida sobre sus piernas
- - No tengo muchos deseos de conversar de eso con Nancy. – Confesó. Melissa movió la cabeza negando.
- - Sara… engañar a la familia de Rodari y fingir ser su prometida es una cosa. Convertirte en la prometida del ex de tu madre… es otra. Tienes que hablar con Nancy. – Le insistió Melissa. Sara suspiró.
- - Ella me dijo que probara lo que sentía. – Dijo Sara sin saber qué decirle a Melissa. La enfermera cerró los ojos.
- - Ella dice muchas cosas locas… y nunca le habíamos hecho caso. – Le dijo Melissa. Sara sonrió. Su hermana tenía razón. Nancy era una mujer absolutamente liberal. Sin límites de moralidad ni ética. En realidad las personas que le conocían se preguntaban cómo habían sobrevivido dos niñas como ellas a vivir con alguien como Nancy. Pero ocurrió y Sara empezaba a disfrutar un poco de sentirse sin reglas.
- - Yo voy a continuar con esta farsa hasta donde me lleve. – Le dijo Sara. Melissa suspiró.
- - Te conozco… Ese tono de voz dice que estás decidida. – Le dijo Melissa. – Está bien. Come y cámbiate de ropa que tienes una rueda de prensa en media hora.
- - ¿Qué dices? – Preguntó Sara asombrada. Melissa sonrió
- - Tu querida prima Carola organizó una rueda de prensa para que se informe la situación de salud de tu querido prometido. – Le dijo Melissa. – Supongo que es una prueba para ver tu manejo de los medios, de la palabra y de tu novio.
- - Cielos!! La bruja es inteligente. ¿Cuándo regresa Rodari de sus estudios? – Preguntó Sara sopesando lo que podría decir. Melissa sonrió divertida
- - Ahí está el asunto. No regresará antes de la rueda de prensa así que báñate y come que tienes poco tiempo. – Le dijo Melissa. Sara dejó la comida sobre la mesa auxiliar. ¿Comer? Estaba fuera de discusión. Miró el celular de Rodari sobre una repisa del armario. ¿Ricardo? Se mordió el labio y se metió en el baño.
Una ducha rápida y una aún más
rápida sesión de maquillaje no eran
tiempo suficiente para calcular los pros y los contras de una rueda de prensa.
Cielos!! Se dijo mientras miraba que su apariencia era la de una alta ejecutiva
pero no la de la novia del magnate. Tomó el celular y le marcó a Ricardo. Su
voz sonó más ronca y baja en el celular que en la Tablet.
- - Hiciste bien en llamar. No digas de los arreglos con los socios. Solo habla de la mejoría de Rodari y de cómo pronto va a salir de la clínica. Deja colar incluso que está organizando una fiesta para celebrar tu compromiso. Que tú y yo estamos a cargo de sus asuntos de negocios y que él sigue dirigiendo todo a través de los medios de comunicación – Le dijo Ricardo sin parar de hablar después que ella se identificara y le dijera sobre la rueda de prensa convocada por la familia de Rodari.
- - No vamos a hacer una fiesta de compromiso. – Dijo Sara. Ricardo la ignoró
- - Claro que si la vamos a hacer. Una cena íntima con los amigos más cercanos de Rodari, aquí en Nueva York. Te puedo dar incluso el lugar: El Sheraton de la Séptima Avenida. Lo tenía reservado para presentarte en sociedad pero igual puedo cambiar el motivo.
- - Espera Ricardo… primero debes hablar con Rodari. – Le dijo Sara haciendo un intento por deshacer el compromiso.
- - Rodari fue quien me solicitó apartar el salón. Es para el primer viernes del próximo mes. – Le informó Ricardo. Sara supuso que Rodari estaba pensando en Nancy cuando hizo todos esos preparativos. Suspiró tendría que esperar a conversar con él para deshacer todo eso.
- - No te preocupes, querida Un catering de prestigio hará los arreglos contigo cuando estés aquí. Yo solo sé de reuniones de negocios.- Le explicó él con un tono afectuoso.
- - Entonces crees que puedo con esto? - Preguntó ella. Ricardo dejó escuchar su risa al otro lado del teléfono.
- - Has mantenido a Rodari en cama… creo que puedes con todo. - Le dijo él.
- - Gracias por tu voto de confianza. Nos hablamos después. – Le dijo Sara al ver que Carola entraba en la habitación.
Sara detestaba que la chica
pareciera acabada de salir de una portada de revista. Se refugió en su orgullo
para enfrentarla. No era un contrincante fácil. Aparentaba ser una modelo
gomela y hueca pero era una manipuladora experta y audaz.
- - Ya están llegando los periodistas. – Dijo Carola con aire de inocencia. Sara alzó una ceja
- - Ah sí? Y para qué llegan los periodistas? – Le preguntó Sara simulando desconocer sobre la rueda de prensa. Carola entrecerró los ojos.
- - La rueda de prensa que organizó la familia para disminuir los comentarios sin fundamento. – Le dijo Carola. Sara sonrió.
- - Me parece buena idea. El problema es que Rodari va a estar en sus estudios electromagnéticos hasta entrada la noche. – Le dijo.
- - Yo estaba pensando en que tú la dirigieras. No que él estuviera. Igual se organizó en la recepción de la clínica. – Le dijo Carola. Sara se dirigió a la puerta de la habitación.
- - Muy bien. Entonces vamos… Supongo que tú y el abuelo Alexandros participarán también. – Dijo Sara. Carola no se movió.
- - Antes quiero que seas sincera. ¿Está Rodari mejorando o simplemente utiliza el noviazgo contigo para cubrir que está muy grave? - Sara sonrió.
- - Está mejorando. Algunos de los efectos secundarios del procedimiento que le hicieron son bastante incómodos: desmayos, mareos, dolores de cabeza. Va a estar deprimido algunos días y tardará en recuperar el dominio del brazo izquierdo. – Le dijo. – ¿Nuestro noviazgo? Bien… creo que ese será un tema de conversación por un par de años.
- - Por qué no quería presentarte a la familia? Por qué tanto misterio para llevarte a la casa familiar? – Preguntó Carola. Sara supuso que el misterio se debía a la diferencia de edades de Nancy y Rodari y que este no explicó jamás.
- - No era el momento tal vez. – Le dijo Sara. – No puedo afirmar cuales eran las razones de Rodari para no llevarme a conocer a la familia pero te puedo asegurar que no es el momento para mí. De no ser por mi viaje a Nueva York a la maestría y el atentado… creo que conocer a la familia se habría pospuesto hasta agosto o septiembre.
- - No estas segura de tus sentimientos o de los de él? – Le dijo Carola. Sara frunció el ceño. Esta chica empezaba a acorralarla y no le gustaba esa sensación.
- - Estoy segura de los sentimientos pero todo tiene su momento. – Respondió. – Vamos a lo de la rueda de prensa?
Sacó a Carola de la habitación
antes que terminara con su paciencia. Encargó a Melissa la seguridad de las
cosas de Rodari y su hermana le dio llave a la puerta. Sara le dijo dónde estaban
los equipos de comunicación de Rodari y el dinero que le había traído de su
apartamento. Las compañeras de Melissa de relaciones públicas de la clínica le
retocaron el maquillaje antes de entrar a la rueda de prensa y estuvieron a su lado como guardianas de que no se dijera
nada en contra de la clínica. Sin embargo a Sara le pareció que también estaban
cuidándola a ella y eso le dio una seguridad que no sentía mientras bajaba en
el ascensor con la insufrible Carola.
Cuando regresó a la habitación, Rodari
continuaba un poco dopado por los relajantes que le colocaban para el dolor
porque para los exámenes que le realizaron lo habían movido de lugar en varias
ocasiones y esto le ocasionó malestares en todos los moretones de su espalda,
las costillas y la herida. Sara lo encontró acurrucado del lado del brazo
herido, cubierto de dos edredones como si fuera un niño. Se acercó a la cama
para verlo porque estaba de espaldas a la puerta y de repente él brincó todo lo
que le daba su escasa movilidad.
- - Tranquilo!!- Le dijo acariciando los cabellos revueltos para calmarlo. Rodari apenas si abrió los ojos y suspiró con cansancio
- - No me dejarás tranquilo ni dormido? - Preguntó con voz pastosa y lenta. Sara sonrió con desgano y le tomó la mano para comprobar el pulso. – Recordé el atentado.
- - Ya pasó. Descansa tranquilo que todos te estamos cuidando. – Le dijo ella. Rodari volvió a suspirar y se estiró en la cama cuan largo era. Sara le acomodó las colchas para cubrirle las piernas. – Te duele la cabeza aún?
- - No… Qué haces aquí? – Preguntó él. Sara supuso que la confusión se debía a los sedantes.
- - Estoy porque me pediste que estuviera pero si quieres que me vaya… - Le dijo Sara. El buscó su mano pero fue Sara la que tuvo que coger la mano de él entre las suyas.
- - No… Me da miedo aceptarte pero me da más pánico dejarte ir. – Le dijo él. Sara supuso que toda esa verborrea era producto de los medicamentos así que le sugirió:
- - Duerme… Te vas a arrepentir de todo lo que dices mañana en la mañana. – Rodari movió la cabeza negando.
- - No me arrepentiré si sigues conmigo…. Yo soy un cobarde emocional. – Se confesó él mientras cerraba los ojos y se relajaba de nuevo. – No dejo pasar una semana sin tener una chica porque temo volverme un mueble más de mi sofisticado inmobiliario.
- - Cállate… Duerme… Mañana no vas a recordar nada de esto. – Le insistió Sara acariciando los cabellos. Rodari suspiró.
- - Mejor. Tú sabrás lo que siento y yo no tendré que repetirlo. – LE dijo él y Sara tuvo la duda de si Rodari hablaba como efecto de los medicamentos o era consciente de lo que decía. Apenas si parpadeaba y su respiración era cada vez más lenta.
- - No le aclaré a tu familia nada. Me pediste un tiempo y yo lo voy a tomar. – Le dijo Sara. Rodari abrió los ojos y la miró como haciendo un esfuerzo por concentrarse.
- - No te enamores de mí, Sara… Me horroriza enamorarme de ti… Le confesó él. Sara alzó una ceja y suspiró.
Su corazón y
su mente no coordinaban juntos. Pensó Sara que se dividía entre la idea de
salir de allí, aclarar todo y marcharse lejos de Rodari. Pero por otro lado
estaba la tentación de tenerlo por dos meses para ella. Dos meses en su vida,
en su cama… Una corriente de deseo recorrió sus piernas tan pronto pensó en la
posibilidad de ser su amante. Suspiró. Pero su mente estaba clara en algo. Rodari
n o estaba prometiendo algo más allá de esos dos meses. Si es que llegaba a
cumplir el término.
Sara lo dejó
dormirse. Era lo mejor en ese momento. Ella tenía que irse a su apartamento y
llamar a la agencia. Había mentido sobre el día de su viaje. Sus tiquetes
estaban para el miércoles y sus maletas estaban listas. Tenía todo un día para
tomar decisiones. Aunque en el fondo ya sabía la primera que había tomado sin
que se lo confirmara a sí misma. Le acomodó las sábanas y le apagó la luz. Tomó la billetera, la
Tablet y el celular y los echó en su bolso. Estaba a punto de salir cuando entró el abuelo de
Rodari. Sara lo miró desconcertada. Estaba segura de que se había marchado con
Carola después de la rueda de prensa.
- - Te vas? – Preguntó el señor después de besarla en ambas mejillas. Sara sonrió cansada.
- - Quiero ir a mi casa, dormir en una cama y ducharme. Regresaré en la mañana. Mi hermana esta de turno esta noche. – Le dijo sabiendo que Melissa le había obligado a reconocer que estaba cansada y que podía tomarse ese tiempo para ella. Rodari iba a estar dopado toda la noche y no daría lata hasta la mañana.
- - Puedo yo reemplazarte entonces… - Sugirió el viejo. Sara se mordió el labio mirando a Rodari que dormía plácidamente.
- - No sé… - Dijo dudosa. Rodari iba a matarla si lo dejaba solo con el abuelo y sus preguntas. Pero tal vez dormiría toda la noche y no notaría siquiera la presencia de su abuelo. Suspiró resignada por efecto del cansancio que la ganaba.
- - Vamos… No me lo voy a llevar mientras duermes. – Bromeó él. Sara sonrió
- - A veces creo que sí. – Confesó ella pensando que el abuelo no habría aceptado a Nancy como la aceptó a ella. Alexandros le tomó una mano entre las suyas.
- - ¿No te dio un anillo este tonto? - Le preguntó al no encontrar anillo de compromiso. Sara se mordió el labio.
- - Creo que no me lo puse hoy. Llevo dos días detrás de él… - Confesó de nuevo. No había pensado en el anillo. Tenía el anillo de compromiso de su mamá, el que le había dado su padre. Nancy se los había regalado a Sara y a Melissa entre una caja de joyas que recibió de él. Tal vez podría usarlo.
- - Me imagino. Lo que te iba a decir es que puedes confiármelo. Desde que murieron sus padres: Él es mi mayor tesoro y yo soy el suyo. – Le dijo Alexandros con voz cargada de sentimientos. Sara se mordió el labio.
Sabía que el
abuelo estaba diciendo intimidades que tal vez Rodari jamás le diría. Y ella
debía detener esa conversación antes de involucrarse más de lo acordado. ´Pero
Alexandros la hipnotizaba con su tono de voz y con esa emoción con la que
hablaba a la que él creía era la mujer escogida por su nieto preferido. Sara
podía imaginar que ante sus ojos, ella era un ser maravilloso y extraordinario
porque Rodari lo había escogido para compartir su vida. Sara podía imaginar que
el abuelo no pensaría en un acuerdo frío y manipulado para conveniencia de
ambos si no en una decisión producto de un amor arrasador o de una conciencia
plena de que Sara era la mujer perfecta para su vida.
- - Lo sé. Te ama mucho. – Le dijo para tranquilizar al viejo. Sara sonrió. – Me voy pero regreso temprano. Necesito terminar algunos detalles personales de mi viaje a Nueva York.
- - ¿Te irás a vivir conmigo en la mansión o con él? – Preguntó Alexandros. Sara se sonrojó.
- - Voy a vivir con él… Se supone que es más práctico porque voy a estudiar en Columbia. – Le dijo Sara. Alexandros alzó una ceja.
- - ¿Columbia? Preguntó el anciano. – Pensé que eras diseñadora… - Sara se mordió el labio. Así que Rodari alcanzó a decir eso de su madre.
- - No… la diseñadora es mi mamá. Yo soy analista de negocios. Voy a estudiar una maestría de negocios en Columbia. – Le dijo Sara. Odiaba mentirle a un hombre que la recibía en su familia con los brazos abiertos y totalmente inocente de que le engañaban.
- - No sabía…. Rodari no ha querido dar muchos detalles sobre ti…- Le dijo él como excusándose. Sara sonrió
- - Todo ha sido demasiado rápido. Nos conocimos, nos enamoramos, nos comprometimos… Ha sido como una carrera contra el tiempo pero ya tendremos tiempo de conocernos. – Le dijo Sara. Sin agregar que la carrera había corrido en un día – Me llevo la Tablet, el celular y el dinero de Rodari…. - Le informó – ¿O quiere que se lo dejé a usted?
- - No… Nada voy a hacer con eso ni él tampoco. – Le dijo. Sara asintió
- - Está dopado. Parece que los cambios de lugar para hacerle los exámenes le lastimaron sus heridas. Puede que diga un par de incoherencias…- Le advirtió Sara antes de abrir la puerta. Alexandros asintió.
- - No te preocupes. Rodari siempre está diciendo incoherencias. – Bromeó con ella. Sara sonrió y se marchó.
Cayó como un tronco sobre su cama
después de una larga ducha y de hablar con su amiga de la agencia de viajes
quien tan pronto llegara en la mañana a su oficina, le cambiaría el vuelo al
mismo de Rodari del viernes. Sara se comprometió a llevarle el excedente a
pagar porque Rodari viajaba en primera clase y el de ella era de clase turista.
Tendría que haberlo supuesto. Se dijo y se permitió dormir.
La maraña de periodistas que
siempre estuvo apostada en la puerta de la clínica disminuyó un poco por la
rueda de prensa y los que estaban la asediaron por primera vez. Sara respondió
con la información que Melissa le había dado temprano en la mañana cuando la
llamó para saber de Rodari. El abuelo continuaba en la habitación con él cuando
Sara llegó. Su presencia obligó a Sara a fingir un beso de saludo que Rodari
convirtió en una escena apasionada sujetándola con el brazo sano por la nuca
para explorar la boca con su lengua a su antojo y prolongar el beso.
- - Sara… sabes mejor en las mañanas…- Gimió él con voz ronca. Sara le mordió el labio
- - Buenos días, mi amor. – Saludó Sara. – Tienes mejor semblante hoy.
- - Me siento mejor - Reconoció él. Sara se separó y saludó a Alexandros con besos en las mejillas.
- - ¿Desayunó usted? – LE preguntó Sara. Alexandros sonrió.
- - Tomé un poco de café en la máquina del pasillo. – Respondió el señor con una expresión de agrado por la cortesía de Sara. La chica sonrió.
- - Melissa está detrás de mí para que desayune. Podemos ir a la cafetería mientras las enfermeras obligan al señor a levantarse y bañarse. – Le informó Sara. Rodari frunció el ceño
- - Bañarme… ¿Estan locas? – Se quejó Rodari. - A duras penas puedo sentarme.
- - No seas niño, Rodari. Tienes que levantarte de la cama, caminar un poco, bañarte. Es parte de la recuperación. – Le dijo Sara con una voz que no admitía contradicciones. – Y no le lleves la contraria a la enfermera jefe de hoy porque es una mujer muy fuerte. Sara no le dijo que era Melissa para que pusiera menos resistencia.
- - No te quedarás al menos para que me ayudes a bañarme? – Le dijo él insinuante. Sara se sonrojó pero fingió calma.
- - No, cariño. Esta vez tienes que hacerlo solo para que comprueben que pueden darte de alta. – Le dijo ella. Tal vez el incentivo de poder viajar pronto lo calmaría. Rodari suspiró resignado.
- - ¿Mi Tablet? – Preguntó él como un niño pequeño que quiere su juguete a cambio de portarse bien. Sara sonrió.
- - Tablet, celular, dólares en mi bolso. – Le dijo colocándose el bolso en su hombro. – Cuando regrese de desayunar con tu abuelo, lo tendrás todo.
- - No amenaces con cosas que no puedes cumplir Sara….- Le dijo malinterpretando sus palabras. Sara dio media vuelta y se fue a la puerta.
- - Sabes de qué estoy hablando, querido. – Respondió. Alexandros siguió a la chica sonriendo divertido.
Melissa y sus compañeras ya iban
con el equipo necesario para atenderlo cuando Sara iba a tomar el ascensor. No
envidiaba a su hermana en ese momento. Convencer a Rodari de caminar y bañarse
no iba a ser fácil. O tal vez si envidiaba a su hermana ver el cuerpo desnudo
de Rodari bajo la ducha? Melissa pareció adivinar sus pensamientos y la empujó
en el ascensor.
- - Ve a desayunar. Yo puedo con el insufrible. - LE dijo Melissa utilizando el sobrenombre que las enfermeras le habían dado a Rodari.
- - El insufrible es Rodari. – Le explicó Sara al abuelo. - Su nieto pasó de irresistible a insufrible tan pronto se despertó de la anestesia y empezó a enloquecer a las enfermeras porque deseaba salir del hospital, llamar por celular, hablar y qué se yo cuántas más cosas que no podía.
- - Puedo imaginarlo No le gustan las clínicas, le hacen recordar el accidente de sus padres. Él fue el único que sobrevivió. – Le contó Alexandros. Sara se mordió el labio y miró el tablero de botones del ascensor tentada a regresar a su lado. – Ni se te ocurra. Ya lo has acompañado más de lo imaginado.
- - No pensé en lo de sus padres… Creí que eran niñadas de hombre cobarde. – Le dijo Sara. Alexandros sonrió.
- - Ni lo pienses… No vas a regresarte a lidiar sus infantilismos. – Le dijo Alexandros tomándola de la mano cuando las puertas del ascensor se abrieron en el piso de la cafetería de la clínica. – Vas a desayunar que tu hermana ya me había dicho no has comido mucho desde el almuerzo de ayer.
- - Comí algo de fruta anoche. La verdad no estaba para preparar comida ni para ir a un restaurante. - Confesó siguiéndolo en la línea de bufete de la cafetería. Tomó una bandeja y se sirvió un desayuno americano con arepa en lugar de pan.
- - Tienes que alimentarte bien porque cuando le den de alta le vas a atender tú ya me imagino lo cansón que va a ser eso. – Le dijo Alexandros sirviéndose un desayuno sencillo de café, arepa y queso. Cuando Melissa iba a sacar la billetera para pagar, Alexandros sacudió una mano frente a ella. – Deja eso. Te invito yo.
- - Gracias… Supongo que negarme será inútil como con su nieto. – Le dijo Sara. Se sentaron en una mesa algo cercana al ventanal. Sara pudo apreciar el paisaje del centro de la ciudad al río.
- - Lo enseñé bien… Bueno hay algunas fallas por supuesto pero lo enseñé bien al chico. – Le dijo Alexandros sonriendo. - Es alguien qué sabe lo que quiere y cuándo lo quiere.
- - Es importante eso, cierto? Sobretodo con las mujeres. – Le dijo Sara divertida. Alexandros sonrió.
- - Me alegra que le veas el lado divertido a eso. Es una gran falla que no he podido solucionar. Espero que la soluciones tú. – Le dijo Alexandros. - Quería que Rodari escogiera una mujer para su vida. Creo que lo sabes…- Sara asintió. - De hecho le tenía un par de prospectos. Me imagino que te lo dijo.
- - Algunas… - Respondió Sara pensando en la hermosa y despampanante Carola San Roman. Alexandros adivinó sus pensamientos y sonrió.
- - Si, algunas son de conveniencia más que por el gusto de Rodari. - Reconoció. – Pero Rodari tiene un ángel que lo guía y lo cuida siempre. Yo creo que es su madre. Se vino a Colombia para fastidiarme con el tema de la hacienda por querer casarlo y te encontró a ti.
- - Y a una bala. – Agregó Sara con tristeza. El abuelo hablaba de Nancy pero Sara no podía hacerle la aclaración. Sara suspiró. Lo que daría por ser la mujer que Rodari había escogido. El abuelo le caía bien pero no podía confiarle sus temores. Tendría que decirle la verdad para eso. O… no? – A veces siento que Rodari escogió lo que tuvo a mano y no lo que de verdad quiere.
- - No te engañes. He visto cómo te mira ese chico… Nunca había visto ese brillo en sus ojos.- Sara sonrió con desgano. Alexandros se autoengañaba. Rodari deseaba a Sara. Eso estaba claro. Ambos habían olvidado a todos en la fiesta de los suegros de Melissa y se habían entregado en un apasionado beso en la biblioteca de la casa. Esa era la escena que Nancy había tomado como prueba final de sus sospechas y la había hecho pedir un pasaje a Milán y marcharse.
- - Rodari… bien. Cuénteme de su mansión. Podré conocerla cuando esté en Nueva York? – Preguntó ella. Alexandros sonrió.
- - Si no te ha dicho que te ama, es porque está lleno de pánico. – Le dijo el señor negándose a cambiar de conversación. – Teme que todo lo que ama se vaya de su lado… así que trata de no amar muchas cosas. La mansión está en Hampton inn. Ha pertenecido a la familia de mi padre desde hace más de 300 años.
- - Creo que está muy lejos de la Universidad de Columbia – Se burló Sara que había estado familiarizándose con las distancias en Nueva York. Alexandros sonrió.
- - No sabía que ibas a estudiar en Columbia. Debes ser muy buena para pasar la prueba de admisión. – Le dijo Alexandros. Sara asintió sin saber qué decir. Había hecho prueba en varias y había escogido aquella por el simple hecho de estar en Nueva York.
- - Lo siento. Es todo muy abrumador para mí. Nueva York me suena a otro planeta comparado con mi vida en Barranquilla. – Alexandros sonrió.
- - Así es. Allí estarás en otro planeta y vas a necesitar alguien que te apoye. Te ofrezco mi amistad y mi casa. Las amigas de Rodari no van a hacer tu vida fácil. ¿Lo sabes? – LE dijo Alexandros sin preámbulos. Sara no había pensado en las “amigas” de Rodari en Nueva York y la competencia que armarían alrededor de su atención. – Ten en cuenta mi casa para cuando quieras descansar un poco de los eventos de tu novio.
- - Me encantará tomarme un tiempo para estar con usted. – Le dijo Sara. Melissa la llamó desde la puerta de la cafetería. El celular le sonó al mismo tiempo. Sara se levantó. – Lo siento. Voy a tener que ver qué sucede.
- - Ahora entiendo por qué quieres irte a vivir con el novio de tu madre. – Le dijo Melissa. Sara puso los ojos en blanco.
- - Sabía que ibas a decir algo de eso. – Respondió Sara. Suponía que lo había visto desnudo en la ducha y que había admirado el hermoso cuerpo de Rodari.
- - Lo que no te envidio es su mal genio. Ya lo bañamos, hizo ejercicios, desayunó… Superó todas las pruebas. Si continua sin dolor de cabeza de aquí a las tres estoy segura que le darán de alta. – Le dijo Melissa. Sara sintió alivio.
- - Me imagino que quiere que le suba su Tablet y su celular para trabajar. - Adivinó Sara. Melissa asintió.
- - No lo dejes abusar. El dolor de cabeza o los mareos pueden impedir que salga hoy de aquí. – Le dijo Melissa. LE dio un beso en la mejilla y se desapareció en el pasillo. Alexandros alcanzó a Sara.
- - Meli dice que Rodari podrá salir hoy si continua sin presentar síntomas de mareos o dolor de cabeza. – Le dijo Sara. – Si usted quiere puede irse y descansar. Si regresa al mediodía, yo podré terminar otras diligencias de mi viaje.
- - Subiré contigo porque voy a despedirme de él. Debo acompañar a Carola a Cartagena esta tarde. Y viajar a Bogotá para regresar a Nueva York el jueves en la mañana.- Le informó con calma mientas caminaba a su lado hacia el ascensor. - Así que el viernes pueden llegar a mi casa en lugar del apartamento de Rodari en Manhattan
- - Esa propuesta me encanta pero veamos que dice Rodari. Ya sabe que le gusta dirigir la vida de todos. – Le dijo Sara para evitar contradecir lo que Rodari pudiera contestar a eso.
- - - Créeme si regresa al apartamento en Manhattan no va a descansar. – Le dijo Alexandros. Sara asintió. Suponía que eso era cierto pero desconocía por completo al Rodari de Nueva York.
Ella había
conocido a un hombre de negocios que a todos lados llevaba su Tablet y su
celular y que desde la playa, el asado en la finca, el paseo por el rio y en
medio de una rumba en una discoteca había sacado tiempo para conectarse y
discutir de inversiones con sus socios en Nueva York. Sara podía imaginar que
Nueva York le agregaba ropa elegante, sobretodos, copas de whisky y oficinas
impersonales a la imagen de Rodari. Allí sería un Rodari diferente. Alguien más
frío, menos pasional, sonreiría menos, hablaría menos de música y baile y más
de euros e inversiones. Y Sara necesitaba conocer ese Rodari para confirmar sus
sentimientos o desistir de ellos.
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