Reflexión para la sesión del 26 de noviembre del grupo de oración ESTAR CON JESÚS.
Sé que la canción de inmediato viene a nuestra cabeza. Pero más allá de la reflexión que la letra de ella nos trae contemplemos la vida y pensemos qué pasa cuando algo o alguien pasa por nuestra vida. Algunas personas decimos que la escuela pasó por ella pero ella no pasó por la escuela y, cambien la escuela por la universidad, la iglesia, el pueblo o por cualquier otra institución, persona o sitio que se les ocurra y el punto de reflexión será el mismo.
Cuando la escuela pasa por nuestra vida, nos toca, nos hace llorar, nos hace esforzarnos, nos hace transformarnos, nos hace crecer, nos hace formarnos. Porque esa es la esencia de la escuela, su función, su misión, su objetivo. Todo sitio de formación desea llegar a nuestra mente, a nuestro corazón y transformarlo. Y cuando decimos, ella pasó por la escuela de seguro dejó en la historia de la institución un legado de transformación, de cambio, de crecimiento, una huella de su esfuerzo y su labor en ella.
Ahora imagínense cuando decimos: Jesús pasó por esa persona. Jesús y su esencia, su misión, su proyecto eterno y todopoderoso que consiste en tocar y cambiar todo o un algo de lo que toca. Todo aquel que se ha dejado envolver en el mensaje de Jesús se convierte en un líder, en un testimonio, en un ejemplo de que el amor todo lo puede, de que si amas todo como te amas a tí mismo nada permanece igual después de tu presencia. Te toca para que tu espíritu y la esencia de Dios en tu vida crezca, se fortalezca y se vea como si fueras una vela encendida en medio de la oscuridad.
No permaneces igual al dejarte tocar por Jesús: tu escala de valores se ajusta a los mandamientos. La escala de cualidades de tu perfil como persona se ajusta a la escala de valores de las obras de misericordia. La estructura de tu vida gira en torno a los sacramentos. Lo que piensas, dices o haces se conjuga en la coherencia de tu misión apostólica. Se convierte en propósito y fundamento de tu existencia.
Cuando tenemos presente toda esta reflexión, es que podemos apreciar la magnitud de decir: Jesús está pasando por aquí. Jesús transforma todo lo que toca. Y aún en medio de las dificultades, los problemas, los conflictos de la vida que siempre van a estar, eres feliz. No mirás esos momentos o esas situaciones de crisis con tristeza, porque él llega con alegría.
Cuando Jesús llega a tu vida: las cadenas, los apegos se rompen, se van. No hay cabida para el resentimiento, ira, egoísmo, venganza, envidia, impaciencia, mentira, dolor, oscuridad, maldad. Llega a tu vida el cielo y vives feliz. Hacer de maestra de tu pareja y de tus hijos se convierte en sentido de la vida. Trabajar en la empresa o en la institución en la que laboras y llegar a casa a hacer lo que te toca es motivo de alabanza y de agradecimiento. Como Jesús hizo pensar al rico avariento que quería ir al cielo, la curación de la suegra de Pedro, la curación del sordomudo de la Decápolis, la curación del ciego de nacimiento, la curación del paralítico en Betesda, la curación del ciego de Betsaida y el de Bartimeo, la curación del criado del centurión y de la mujer encorvada. ¿Haz pensado en todos estos milagros y en cómo Jesús los tocó a cada uno de ellos y en cómo esa historia puede tocarte a ti?
Hay curaciones que hizo imponiendo las manos, tocando al otro, otras dejándose tocar del otro, otras a través de su mensaje, presenciales, a distancia. Pero cada curación tiene un sentido, tocar al otro, tocarlo tan profundamente que ninguna enfermedad mental o física permanezca en el liderazgo de esa vida. Tocar para cambiar, para que el mensaje de amor y de ser felices sea quien gobierne nuestra vida, el tiempo que tengamos destinado a vivirla.
Jesús está pasando por aquí, y mis palabras te tocan y me tocan, y transforman tu vida y la mia, en este momento y cada vez que te hablen de Jesús. Y nada permanece igual después de que Jesús toca tu vida. Todo adquiere un sentido, un propósito, un fundamento y eso hace que nada, ni la enfermedad más cruel, ni la tragedia más dura, ni la crisis mental o personal más fuerte te domine más que su mensaje de amor, de paz, de alegría, de esperanza. Así que déjate tocar, no cierres la puerta, no corras en sentido contrario a su palabra. No huyas ni dejes para mañana ver y reflexionar sobre la presencia de Jesús en tu camino. Jesús está pasando por aquí.
Pasaje bíblico orientador de la sesión de hoy. Marcos 10, 46 - 52 Biblia Latinoamericana.
46. Llegaron a Jericó. Al salir Jesús de allí con sus discípulos y con bastante más gente, un limosnero ciego se encontraba a la orilla del camino. Se llamaba Bartimeo (hijo de Timeo).
47. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret el que pasaba, empezó a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!»
48. Varias personas trataban de hacerlo callar. Pero él gritaba con más fuerza: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»
49. Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo.» Llamaron, pues, al ciego diciéndole: «Vamos, levántate, que te está llamando.»
50. Y él, arrojando su manto, se puso en pie de un salto y se acercó a Jesús.
51. Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?» El ciego respondió: «Maestro, que vea.»
52. Entonces Jesús le dijo: «Puedes irte; tu fe te ha salvado.» Y al instante pudo ver y siguió a Jesús por el camino.
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