domingo, 26 de julio de 2015

Cinco minutos contigo

No podía creerlo. El corazón latía a mil dentro de su pecho y las piernas le temblaban. Ella que se había burlado mil veces de aquella absurda manía de describir el amor con esas estupideces de la taquicardia y la pérdida del dominio sensoriomotriz… allí estaba sintiendo exactamente lo que las novelas rosa de su madre decían. Exhaló todo el aire de sus pulmones, sacudió las manos a los lados de sus caderas y volvió a mirar la puerta frente a ella.
Había hecho fila durante tres horas para comprar el CD que le permitiría estar en la firma de autógrafos y luego había invertido diez tardes de su vida a trabajar para la periodista de la Emisora que traía al cantante para que le incluyera en el club de fans oficial y, con la módica suma de $400 dólares estar a solas con él cinco minutos. Había soñado, respirado, suspirado, pensado, reído, llorado esos cinco minutos durante cada uno de las 240 horas de los últimos días para estar frente a esa puerta. Al otro lado, estaba el hombre que había querido conocer desde sus trece años.
Para algunos era un poco tarde que después de 32 años, un matrimonio, dos hijos, dos décadas de trabajo en la docencia y millones de experiencias con famosos a través de sus estudiantes, estuviera todavía tras la quimera de conocer a un hombre del que pocas cosas desconocía. Pero Tina había ignorado comentarios, bromas, burlas, cyberbullying y todo tipo de presiones psicológicas para hacerla desistir y estaba a tres minutos de conocer a su artista favorito.
Bueno, conocerlo, conocerlo, ya lo conocía. Había leído y escuchado todo lo que habían publicado de él en todas las formas de comunicación posible. Sabía sus datos personales, sus gustos, sus intereses, los problemas físicos y de salud que había sufrido durante su vida, las situaciones familiares y los logros y fracasos en lo profesional. El guardaespaldas al lado de la puerta le hizo una seña preguntando si estaba lista. Tina sonrió.
-          Creo que no voy a estar lista jamás.- Dijo ella. El tipo que era enorme sonrió. Tina se sintió tonta. Cuántas mujeres le habían respondido al tipo igual durante las últimas tres horas?
-          Cuando yo abra la puerta la va a recibir la manager tour. Ella le llevará a una pequeña salita decorada donde se están atendiendo a las invitadas especiales. – Le instruyó. Tina supuso que todo estaba cronometrado porque cuando terminó de informarle, la puerta se abrió una rubia de 1,50 de estatura y soleada cabellera apareció al otro lado.
Tina pensó en el contraste que hacían ellas dos. Tina con su cabello rojo borgoña, liso, corto enmarcando sus ojos negros y su piel bronceada al sol con el cabello rubio platinado, rizado y largo que cubría casi toda la espalda de la mujer que le sonrió, dio media vuelta y comenzó a guiarla por el pasillo. Además que Tina la sobrepasaba por veinte centímetros. La mujer llevaba la misma camiseta y pantalón negros como todos los miembros del equipo del staff. Tina en cambio llevaba su vestido preferido color verde menta copiado de uno que Sofia Vergara había usado para una rueda de prensa en Nueva York.
El pasillo se abría a una salita con un enorme ventanal que daba luz a la habitación ya pintada de blanco con muebles modernos del mismo tono blanco de las paredes. Contra la ventana tomando agua de una botella con su nombre en la marquilla estaba Cristobal. Sonrió con esos ochocientos dientes que parecía tener en la boca y Tina tuvo que recurrir a toda la fuerza de voluntad  que aún conservaba después de la decisión de ir a conocerlo.
Tina sonrió y se acercó a él, Cristobal extendió la mano izquierda sosteniendo la botella de agua en la mano derecha. Tina extendió su mano que se deslizó en la palma masculina. La mujer tragó en seco. Aquel hombre no solo parecía sexy, no sólo se veía sexy sino que transpiraba un aura sensual que ella no podía ignorar. La camisa de seda color negro se plegaba a sus músculos en cada movimiento alterando aún más su sistema nervioso.
-          Hola. Mucho tiempo esperando? – Preguntó él. Tina se mordió el labio. Solía hacerlo cuando estaba nerviosa.
-          32 años. – Respondió. E intentó recordar los temas de conversación que había pensado para esos cinco minutos tan anhelados trabajados, sudados y esperados pero su mente estaba en blanco.
-          Oh vaya!! – Le respondió él. - Entonces es el mismo tiempo que esperé yo. – Aquello fue demasiado para el caos neuronal de Tina. Se mordió el labio hasta hacerse sangre y buscó con afán centrar sus pensamientos.
-          Básicamente, me gustaría hablar sobre el dia a día de tu existencia. – Alcanzó a coordinar Tina. Él alzó una ceja y sonrió como solía hacerlo cuando estaba sorprendido.
-          No me esperaba eso. – Le dijo.
-          Por ejemplo… cuándo estás en casa… estás todo el tiempo con la familia o hay momentos de estar solo con tus gustos personales. – Cristobal sonrió.
-          Cuando Joyce te describió me preparé para que te lanzaras sobre mi y trataras de besarme. – Confesó él. Tina sonrió.
-          Todavía tengo tiempo para eso…- Le  dijo ella. Cristobal sonrió.
-          Me encierro en mi estudio en mi casa y escucho a Frank Sinatra.
-          En verdad atiendes tus redes sociales?  - Preguntó Tina antes que el ruido de una discusión les llegara a través de la pared. Tina de inmediato respondió a la situación.
-          Hay una salida de emergencia? – Le preguntó a Patty. Ella asintió e intentó comunicarse por radio. Tina sacó su celular y se lo dio a Patty.
-          Olvídate de eso. – Le dijo Tina. – Qué pasa allá afuera?
-          Pienso que es alguien tratando de entrar sin autorización. – Le dijo Patty. Tina asintió.
-          Alguna vez jugaste al escondite? – Le dijo Tina a Cristobal.
-          Todo el tiempo. Tina se dirigió al armario a un lado de la habitación, abrió la puerta y, como suponía no había nada en él.
-          Bueno… adentro. – Le dijo Tina. Cristobal miró a Patty. Ella asintió.
-          Nos vienes a buscar cuando tengas todo bajo control. - Le dijo Tina metiéndose en el armario también.
-          Hiciste todo esto para seducirme? – Preguntó él. Tina sonrió.
-          No me tientes… que desde hace mucho te tengo ganas… pero… en este momento tengo otras cosas en qué pensar. – Le dijo cerrando las puertas. Cristóbal se sentó y la sentó a ella enfrente suyo.
Al otro lado de las puertas del armario escucharon las voces. Gente que entró de improviso y que preguntaban por él. Patty aseguró que había salido a almorzar y que lo esperaba para continuar con los encuentros. Era seguro que no conocían la rutina. Patty  no se separaba de su lado para nada. Era su sombra. Los escuchó discutir un poco más acerca de las razones para estar allí sin autorización y alguien anunció que era policía y empezó a pedir a todos que se dieran vuelta contra la pared. Por las hendijas de la puerta del armario, Tina vio el vestido de Patty mientras ella se recostaba contra las puertas del armario.
Los policías constataron identidades, Patty explicó la situación pero Tina había dejado de escuchar lo que sucedía afuera. Tenía a su cantante favorito encerrado en un armario con su rostro a menos de 20 centímetros de distancia. Sus hombros sus codos sus caderas y piernas rozándose en la estrechez del lugar. Aquello no era el encuentro que había imaginado pero también era mejor de lo que había soñado. Cristobal sonrió como si estuviera adivinando sus pensamientos y Tina se acercó a besarlo. Si aquel gesto duró un segundo o dos, poca importancia tenía, las puertas del armario se abrieron, Patty los ayudó a salir. Tina se arregló su vestido, Cristobal escuchó la versión en la historia de su manager.
-          Siento que te hayas visto involucrada en esta situación. – Se excusó Patty. Tina sonrió
-          Yo no. Mis cinco minutos se convirtieron en quince… - dijo Tina sonriendo.
-          Quieres algún tipo de compensación? – preguntó Patty. Tina miró a Cristobal
-          Ya recibí toda la compensación que necesitaba. – Dijo y extendió la mano hacia Patty que la miró confundida. – Mi celular.
-          Oh… cierto. – y le devolvió el aparato. – entonces tomaré tus datos para compensar tu discreción. – Le dijo Patty.
-          Mientras esté presente el cantante… hasta una jornada de vacunación.- Se burló Tina.
Por supuesto, nunca tuve la cena. Ni volví a estar a solas con mi artista favorito. Mis hijos tardaron unas semanas en reconciliarse conmigo y mi marido ahora vive en las Bahamas con una argentina espectacular. Todo porque se me ocurrió la brillante idea de contarle mi experiencia a mi mejor amigo. Moraleja: Nunca… pero nunca te quedes solo con un beso de tu artista favorito. Bueno y tampoco cuentes como amigo íntimo a un chismoso periodista de farándula.





sábado, 25 de julio de 2015

Un siglo sin ti

La periodista miró a las dos mujeres conversar. Había terminado su cena y disfrutaban de su postre y de una copa de coctel. La rubia había sido una despampanante morena de rizos alborotados y cortos que ahora lucía una melena lacia y sobre los hombros. Ella había conversado muchas veces con la rubia, los primeros años de su carrera para seguir la trayectoria del que fuera su primer esposo, su gran amor y desde hacía poco más de dos años, para saber de los proyectos de empresa de modelos caza talentos para grandes diseñadores de Europa. 
Jazmina, que así se llamaba la periodista, no se decidía entre  levantarse e interrumpir la que parecía una amena charla íntima y preguntarle a la rubia que pensaba del regreso de su marido a Colombia luego de cinco años de ausencia. O tomar la foto  y especular sobre el tema de conversación.
-        -   No voy a decirle eso. – Dijo la rubia tomando un poco de su vino. La mujer enfrente suyo sonrió.
-         - No tienes que decirle que los años sin él han sido una locura. – Le dijo ella. – El lo va a saber cuando converse contigo.
-       -  Va a mirarme a los ojos y va a saber que cada vez que regresaba a casa nada me hacía gracia? Que me dedico al modelaje para no tener nada que ver con su mundo? Que me fui de casa porque amanecer sin él era cosa de locos? – Describió Tina mirando sin ver el contenido de su copa. – Todavía puedo escuchar en los rincones su voz. Sus palabras me duelen como si todavía el puñal estuviera restregándose en mi piel.
-       -  Parece una exageración pero vivir en el destierro no ha hecho que él se sienta mejor y que tú vivas más feliz. – Le dijo Mili. Tina la miró con tristeza.
-        - No puedes creer como los periodistas que él viene a verme – Mili suspiró.
-       - Ninguno de los compromisos que ha aceptado en este país compensa los gastos que debe hacer. – Dijo Mili con sinceridad. – Si no regresa a verte. Sinceramente no sé a qué regresa.
-          - Cómo puedo verlo? – Preguntó Tina. Mili sonrió
-          - Habrá una firma de autógrafos. Una especie de M&G… - Le dijo. Tina frunció el ceño
-          - Qué diablos es eso? – Mili sonrió.
-    - Meet and Great. Pagas por tomarte una foto y estar en privado con tu artista. – Explicó. – Generalmente es una suma importante pero… este con él costará cincuenta dólares. – Dijo ella. – Es una estupidez. Pero es el valor que puso supongo para que no dijeras que era exclusivo y que por eso no podrás ir a verlo.
-         - Crees que él espera que vaya a verlo? – Preguntó. Había querido sonar irónica pero Mili la conocía muy bien.
-     - Oh vamos…. El está esperando que lo busques y tú estas esperando que te busque… y yo estoy cansada de este juego entre los dos. Creo que dos años y mil relaciones sin futuro han sido suficientes para que él sepa que es una tontería querer olvidarte.
-   - Aún así no creo que esté esperando que yo vaya a verlo. - Dijo sin entusiasmo. Mili sacó su celular buscó su correo y abrió un mensaje. Tina tomó el aparato sin interés pero al ver el remitente su mano tembló. 
-   - Ya sé que para ti, lo mejor sería que no sucediera, pero... puedes convencerla de reunirse conmigo? Creo que el castigo, ha sido suficiente. - Leyó Tina. un nudo en el estómago inexplicable después de haber comido muy bien, le hizo morderse el labio.  - Así que por eso estás insistiendo...
-   - Amiga... que te casaras con un chico al que le llevabas casi 10 años, no fue la noticia más maravillosa de mi vida... pero no puedo seguir viendo como te marchitas en vida. - Le dijo tomándole la mano. Tina parpadeó para no llorar.
     -   Está bien. Inclúyeme en un M&G de esos  y veamos qué sucede... - Jazmina tomó la foto y decidió especular. Tina tenía que estar planeando su reencuentro con su ex. Mili Anderson era la directora de la empresa de publicidad encargada del Tour de Angel D'accard.

Mientras comian Tina revivió la ùltima vez que estuvo con Angel. Estaba en La RockeGageac en Francia. Habia ido a conocer la ciudad de origen de la película en la que participaba y la mañana de su arribo recibió la llamada de Angel.
- Dónde estás? - Preguntó èl sin preàmbulos.

-          Simplemente No verte no me sienta bien he perdido en tu batalla … cancion
 No existe mujer infiel y eso estoy totalmente seguro! Existen hombres tan rutinarios que se encargan de hacer que ellas se desilusionen, hombres que olvidan las cosas básicas como los detalles; hoy almorzamos juntos,vamos a tomar helados,vamos a cenar, hoy salimos a la piscina,escapémonos sólitos,hoy salimos a dar vueltas,hacen olvidar el dulce sabor de un beso sincero,pecan al no desear lo que otros sí desean en secreto, hombres que olvidaron que el amor es un arte que día a día hay que cultivar,conquistar y cosechar. Son hombres que cometen el error de dejar que sean otros hombres quienes dibujen sonrisas en el rostro de su mujer. Un verdadero hombre no es aquel que enamora a mil mujeres sino aquel que es capaz de enamorar mil veces a la misma mujer.

Mil y un historias me he inventado para estar aqui
aqui a tu lado,y no te das cuenta que
yo no encuentro ya que hacer
se que piensas que no he sido sincero
se que piensas que ya no tengo remedio
pero quien me iba a decir
que sin ti no se vivir
Y ahora que no estas aqui
me doy cuenta cuanta falta me haces


Busco tu mirada entre tantas miradas 
entre tanta gente estoy tan solo aún. 
Mi vida se ha quedado en otra página 
y el argumento eres tu. 
Y camino en tanto escenarios 
donde mi elemento es verte a ti. 
Soy un hombre mas tan solitario 
pequeña ven, vuelve a mi

-           

El cuento El vestido rojo de mi mamá

Mientras ella agonizaba, el vestido rojo de mi madre estaba colgado en el armario como una cuchillada en la hilera de viejos vestidos oscuros que había gastado durante su vida.
Me habían llamado de urgencia y yo supe, cuando la vi, que no le quedaba mucho tiempo. Cuando vi el vestido, dije:

- ¡Vaya, madre, qué hermoso! Nunca te lo he visto puesto.
-Nunca lo usé -respondió en voz baja-. Siéntate, Millie, me gustaría corregir una o dos lecciones antes de irme... si puedo. Me senté junto a su cama y ella suspiró muy hondo. Entonces pensé que ella podría resistir.
-Ahora que estoy a punto de irme, puedo ver con claridad algunas cosas. ¡Oh te he educado bien... pero te he educado mal!
-¿Qué quieres decir madre?
-Bueno, siempre pensé que una buena mujer nunca se da su lugar, que sólo existe para hacer todo por los demás. Aquí, allí, siempre atenta a los deseos de todo el mundo y asegurándose de estar detrás de los otros.
Tal vez algún día llegues a ellos pero, por supuesto, nunca lo logras. Así es como ha sido mi vida... Hacer cosas para tu padre, para los muchachos, para tus hermanas, para ti.
-Hiciste todo lo que una madre puede hacer.
-¡Oh, Millie, Millie! No estuvo bien... ni para ti... ni para él. ¿No lo ves? Cometí el peor de los errores, no pedí nada... ¡para mí!
En la otra habitación tu padre estaba muy molesto y con la mirada clavada en las paredes. Cuando el médico se lo dijo, lo tomó a mal... Vino junto a mi cama y empezó a quejarse por lo que iba a suceder.
-Tú no puedes morir. ¿Me oyes? ¿Qué será de mí? ¿Qué será de mí?
-Es verdad, será duro cuando me vaya. Él ni siquiera puede encontrar la sartén, tú lo sabes. Y ustedes, los niños... Yo tenía que correr por todos, y a todas partes. Era la primera en levantarse y la última en irse a dormir. Los siete días de la semana... Siempre elegía la tostada quemada, y el pedazo más chico de pastel.
Ahora veo cómo tratan tus hermanos a sus esposas, y me siento mal porque fui yo quién les enseñó eso. Y ellos aprendieron. Aprendieron que una mujer no existe, excepto para dar. Cada centavo que podía ahorrar era para comprar ropa y libros para ustedes, hasta cuando no era necesario.
No puedo recordar una vez en que haya ido a la ciudad para comprar algo para mí misma. Excepto el año pasado cuando compré ese vestido rojo.
Descubrí que tenía veinte dólares que no había reservado para algo especial. Iba en camino de hacer un pago extra de la lavadora, pero por alguna razón... volví a casa con esa caja grande. Entonces tu padre me echó un verdadero sermón.
-¿Cuándo vas a usar una cosa como esa? ¿Para ver la televisión o algo así? Y tenía razón, supongo. Nunca me he puesto el vestido, excepto la vez que me lo probé en la tienda. ¡Oh, Millie! Siempre pensé que si no tomas nada para ti en este mundo, de alguna manera lo tendrás todo en el más allá.
Ya no creo más en eso. Creo que el Señor quiere que tengamos algo aquí... y ahora. Y te lo digo, Millie, si por algún milagro llegara a abandonar esta cama, te encontrarías con una madre diferente, porque lo sería.
¡Ay, dejé pasar mi turno durante tanto tiempo que apenas sabría cómo aprovecharlo! Pero aprendería Millie, ¡aprendería!
Mientras ella agonizaba, el vestido rojo de mi madre estaba colgado en la hilera de viejos vestidos oscuros, como una cuchillada...
Las últimas palabras que me dijo fueron: -Hazme el honor, Millie, de no seguir mis pasos. Prométeme éso.
Se lo prometí. Ella contuvo la respiración. Y entonces mi madre tomó turno en la muerte