domingo, 22 de mayo de 2022

El brazo de Dios en nuestra vida.

 

Isaías 33:2  Reina-Valera 1960

Oh Jehová! Ten misericordia de nosotros, a ti hemos esperado; tú, brazo de ellos en la mañana, sé también nuestra salvación en tiempo de la tribulación.

Ramón Cue Romano jesuita mejicano de origen español, tiene una historia interesante sobre su Cristo Roto. Un Cristo sin cruz, al que le falta el brazo izquierdo, le falta media pierna y aunque conservaba la cabeza había perdido la cara. Un objeto maravilloso que encontró dentro de un pulguero en Sevilla. Alrededor de este objeto – despojo mutilado en sus palabras – el Padre Cue elaboró un escrito en el que nos presenta sus reflexiones sobre la observación en oración de su amado Cristo.

En un principio se pregunta sobre la persona que le dañó y le mutiló. Pero Cristo le recuerda que esa persona que dañó el Cristo apenas es una de entre los miles que ofenden, hieren, explotan y mutilan a sus hermanos. Ante el pensamiento de que debe llevar el Cristo a un restaurador, el padre Cue reflexiona en que arreglarlo y tener un cristo hermoso es sólo una manera de eludir el dolor. Y que un Cristo bello puede ser el peligroso refugio donde esconderse de ser consciente por el dolor ajeno, tranquilizando al mismo tiempo la conciencia en un falso cristianismo.

Pensó también que esa mano que le falta al Cristo es esa mano que se cuela en el lecho de muerte, en la oficina, en la fábrica, en el cine. Pero a esa mano izquierda le dio el valor de ser la mano que intercede por nosotros para salvarnos del sufrimiento y el dolor eterno del infierno. Para conquistarnos dispone Dios de dos manos: La derecha y la izquierda. Ellas representan dos técnicas: La mano derecha es clara, abierta, transparente, luminosa. La mano izquierda busca atajos, da rodeos, es cálculo, diplomacia, no tiene prisa, actúa a distancia y finge la voz. No es traidora ni maquiavélica, porque la mueve el amor.

Accidentes, muertes repentinas, muertes trágicas, enfermedades terminales, fracaso económico, soledad y pérdida. Ante estos momentos de crisis que aparecen en nuestra vida: primero nos rebelamos y desesperamos, intuimos a Dios como responsable de ese dolor, protestamos por qué a nosotros, por qué en ese momento, por qué tanto dolor. Y nos quedamos solos en esa tristeza sino aparece la oración en nuestra reacción. La mano izquierda de Dios es terrible, es violenta pero es necesario que aparezca en nuestras vidas porque esas situaciones de dolor son las que nos pesan, nos miden como a Tekel en el escrito de Daniel 5:27 y nuestra reacción a ese momento de dolor debe ser el valor de nuestro espíritu. La oración, la fe en Dios y su bondad, la esperanza y la caridad convertidas en oración, resiliencia y decisiones harán que superemos el momento de dolor y surja en nuestra vida de nuevo: La mano derecha de Dios con su luz, su transparencia, su felicidad y tranquilidad para nuestras almas.

Oremos entonces para que nuestro espíritu siempre pueda ver en el dolor y la tristeza la oportunidad de sonreír con esperanza, de avanzar con fe hacia el futuro, de confiar en Dios y su infinita misericordia. La tristeza y el dolor nos muestran los amigos verdaderos de nuestra vida, la familia que hemos construido con nuestros hermanos, hijos y demás, la casa de fortaleza y sabiduría que hemos construido sobre cimientos de piedras y cemento que soportan las adversidades de la vida.

Sea la oración entonces el brazo de la mañana de Dios. Ese que nos impulsa a salir de la oscuridad, de la noche triste, de la sombra de la tristeza y la depresión y que nos hace andar en caminos de soledad y sombras pero caminando con seguridad, con fé en Dios, con esperanza conocedores que unos pasos más allá en el sendero hallaremos de nuevo el sol radiante de la mañana, la luz de la alegría y del bienestar que nos garantiza Dios con su promesa: Que Dios es amor y que orar es expresar nuestro amor por él. 1 Juan 4:8. “Velad y orad para que no entréis en tentación” ( Mateo 26:41). Entendiendo que la oración es nuestro escudo, refugio de amor y protección ante la adversidad. Y la oración en la soledad de nuestro corazón es valiosa pero recordemos siempre que la oración nos congrega y que  reunirnos con dos o más para fortalecer el valor de la oración nos hace sentir el poder de la mano de Dios con más fuerza: “Mateo 18: 20 Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. 

Entonces la mano de Dios se manifieste en tu vida haciendo tu experiencia en el Mundo como un camino de prosperidad, amor y esperanza. Asumiendo los días de tristeza y dolor como días de lluvia que se requieren para valorar los días de sol.

No hay comentarios: