domingo, 13 de febrero de 2022

Cuando soy débil soy testigo de tu fortaleza en mi

 Nadie quiere ser débil. Todos queremos ser fuertes, tener poderes como los superhéroes. Pero una y otra vez en la palabra Jesús nos invita a observar la bienaventuranza del más pequeño, la fortaleza del pecador, la oportunidad en la soledad y el silencio. 

La palabra tanto en el nuevo como el viejo testamento, como en los libros de los profetas y santos que han habitado nuestra Tierra desde aquellos días hasta hoy, son una invitación a conocernos. No sólo en nuestra apariencia física sino ahondar en nuestro corazón, en nuestra alma. Descubrir nuestras debilidades tanto como nuestras fortalezas. En nuestra debilidad, en nuestro momento más oscuro, en el momento de mayor temor es cuando aflora en nuestro espíritu el Espíritu del Señor. Es la fuerza y la inteligencia que nos ayuda a salir de la caverna hacia un lugar más cerca al sol, nos guía para salir de la depresión y la tristeza rumbo a la alegría y el bienestar, nos lleva de la desolación a la consolación como nos dice San Ignacio. 

Sea entonces este día la oportunidad de reflexionar en nuestra debilidad. Y de recordar como Pablo en la 1 de corintios nos dice que Dios se aprovecha del necio para avergonzar al poderoso. Muchas veces el más pequeño con sus acciones mínimas hace que nos demos cuenta de los errores del más poderoso. 

 Así que cuando tengamos un cargo de enorme responsabilidad, con un alto nivel de influencia recordemos estar atentos a los más pequeños, a los que en la cadena de poder consideremos más sencillos y simples porque de ellos aprenderemos a ver nuestras debilidades y cómo hacernos todavía más grandes y mantener nuestra fortaleza. 


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