viernes, 1 de mayo de 1992

Indispensable II

Peggy escogió un parque de un museo para que se sentaran a contarse sus historias. Era el Museo de Arte Moderno y en los hermosos jardines que rodeaban la que alguna vez fue una hermosa mansión familiar, encontraron una banca de cemento. Peggy apreció el paisaje entre natural y citadino que le hacía recordar los jardines de Rue de Château-Larron donde vivían sus abuelos.

  • -          Yo me vine porque tenía que casarme para asegurar el futuro de mi familia. – Le dijo ella. Tino se abstuvo de hacer comentarios. Daba la impresión que era muy difícil para ella decir aquello. – Pero no podía enfrentar a mi padre y a mi hermana…
  • -          No podía creerlo!! – Gritó Marcy corrien  do hacia ellos. Peggy se puso en pie y Valentino se interpuso entre ellas.
  • -          Espera… - Empezó a decir él pero Peggy se hizo a un lado para mirarlo.
  • -          Se conocen? – Dijo ella asombrada. No entendía nada de lo que estaba pasando. Marcy los miró alternadamente y suspiró.
  • -          Como haces para que las cosas sucedan en tu beneficio? – Preguntó Marcy. Peggy la miró sin dar crédito a lo que escuchaba. Beneficios? Qué beneficios?
  • -          Qué es lo que me beneficia de esto? – Preguntó sin tener claro hacia donde iba aquella conversación. Sonrió con burla y suspiró. En realidad, jamás había sabido hacia dónde iba una conversación con Marcy.
  • -          Se conocieron en un terreno neutral y me imagino que lo tienes embobado con tu trágica historia medieval. – Le dijo Marcy entendiendo la situación con aquella intuición de escritora que no había explorado jamás.
  • -          Marcy… él es…- Empezó a decir Peggy tratando de darle a aquella conversación surrealista un poco de claridad. Pero esta vez la interrumpió Tino.
  • -          Marcy? Ella es Sandy. – Aclaró él. Peggy dio un paso atrás. Marcy era Sandy? Pero qué estaba diciendo él? Se preguntó confusa. Marcy sonrió.
  • -          Si… querida. Estás casada con Valentino de Rothschild… desde hace más de un año . – Le informó Marcy. Peggy se desvaneció sobre el césped sin que Tino lograra impedirle caer.
Tino cargó a Peggy y empezó a correr hacia el auto. Marcy preguntaba mil cosas al tiempo pero él no le hizo caso. Aquello era una locura. No podía estar sucediendo lo que él empezaba a intuir. ¿Marcy era la hermana de Sandy y se había hecho pasar por ella?  Tino miró a Peggy que luchaba por recuperar la conciencia mientras él corría con ella en brazos hacia el carro.
Y podía ser cierto… Empezó a pensar y luego sintió temor de lo que analizaba su mente. Subió a Peggy al auto y se subió justo cuando Marcy lo alcanzaba y se subía en el asiento de atrás. El GPS le dijo hacia donde ir para encontrar una clínica que afortunadamente estaba muy cerca. Explicó rápidamente lo que sucedió al enfermero y se llevaron a Peggy a observación.
Marcy se plantó delante de él. Tino en realidad deseaba matarla. No tenía la menor intención de conversar con ella pero conocía muy bien la tenacidad y el poder de convencimiento que tenía y no iba a librarse de ella fácilmente. La tomó del brazo y la llevó a un rincón más solitario.

  • -          Explica. – Le dijo él. Marcy sonrió.
  • -          Estoy esperando que me expliques por qué te escapas de casa para venir a encontrarte con mi hermana.- Le dijo. Tino se pasó las manos por los cabellos.
  • -          Quién eres tú y quién es ella. – Respondió él.
  • -          Soy Marcy Rocher y ella es Sandy Rocher… tu esposa. – Le dijo con la calma de la inconsciencia con la que hacía todo en su vida. Tino resopló.
  • -          Yo me casé contigo. – Le dijo él. Marcy sonrió.
  • -          Te casaste con un holograma de Sandy. En los documentos, en las partidas de matrimonio del notario… Estas casado con ella. – Le dijo ella. Tino se recostó a una pared sintiendo que todo daba vueltas.
  • -          Ella me dijo algo sobre su virginidad… qué historia es esa de que yo exigía que fuese virgen? – Preguntó él. Marcy alzó una ceja.
  • -          No sé… tal vez haya sido alguna de las razones que le expuse a Sandy para que fuera ella y no yo quien se casara. – Dijo Marcy confusa por primera vez en aquella historia. Tino se pasó las manos por la cabeza
  • -          Estás loca? En qué momento dije que quería una novia virgen? – Preguntó él enojado. Marcy se alzó de hombros.
  • -          A veces recurro a todo lo que tengo para ganarle a Sandy...- Le dijo ella. – No es fácil. Es demasiado inteligente…  
Tino le hizo un ademan de que guardara silencio. Su mente era un caos y Sandy… Marcy se corrigió a sí mismo no hacía más que enredar sus ideas con las cosas absurdas que afirmaba. En verdad que había acorralado a Sandy con aquella historia de la virginidad para obligarla a casarse con él. El médico que había atendido a Sandy salió y Tino se acercó a él olvidando lo demás.

  • -          Es familiar de la señora Sandy Rocher. – Le dijo el médico. Tino hizo un gesto con las manos para solicitarle que hablara despacio y le habló en el mejor español que pudo.
  • -          Somos franceses… Soy el… esposo de Sandy. – Dijo por primera vez en un año y sintió que nada era como un año atrás. El médico entendió que le costaba el idioma y llamó a una enfermera.
  • -          Sabe inglés, Señor? – Preguntó la chica que se acercó después de recibir información del médico. Tino asintió. – Bien. El doctor Mendoza dice que su esposa está bien pero que la tiene en observación porque le va a practicar una ecografía.
  • -          ¿Ecografía? – preguntaron Marcy y Tino al tiempo. El doctor asintió.
  • -          El piensa que la señora podría estar embarazada. – Le anunció la chica. Tino volvió a sentirse mareado y se apoyó en la pared. Surrealismo… Había venido a untarse de surrealismo y aquello era una locura. Pensó.
¿En qué momento pudo haber dejado embarazada a Sandy? Se preguntó mientras trataba de recordar si habían usado preservativos todo el tiempo. Y ¿Desde cuando tenía claridad que la mujer allí dentro era Sandy, su esposa y no Peggy Sue la chica de la cabaña? Se preguntó Tino mientras intentaba concentrarse en lo que la enfermera le informaba.   

  • -          Es eso o una fuerte descompensación… - Escuchó él. Entonces todo volvió a tener sentido. Si Sandy estaba embarazada. No era de él. Tenían cinco días de conocerse…
  • -          No… Debe ser otra cosa. – Dijo Tino. – Sin embargo, que le hagan el examen.
  • -          Si Sandy está embarazada de otro hombre… vas a armar un escandalo en casa? – Preguntó Marcy preocupada de que su hermana le complicara la vida. Tino intentó no ahorcarla.
  • -          Sandy no está embarazada… y… ya pensaré que se va a hacer cuando tengamos que tomar una decisión. – Le dijo.
Primero tenía que conocer a Sandy, la verdadera. Daba gracias a Dios que Marcy no fuera Sandy. Eso era lo único bueno de aquella situación. Descubrir que aquella loca desquiciada, insensible y manipuladora no era su esposa. Aquella había sido la tortura más grande de su vida. Pero ahora le tocaba descubrir quién era Sandy. Él había conocido a Peggy Sue. Una chica sin trabajo, sin futuro, sin familia y sin planes a largo plazo que disfrutaba de la vida al natural. Era esa la verdadera Sandy? Recordó entonces los comentarios de sus empleados en Bordeaux que no podían entender cómo podía ser Marcy la misma mujer que ellos había conocido en las dos primeras semanas de su mujer en el Château.  Asi que ahora entendía… Sandy había llegado a su cita para el compromiso y dos días antes se había arrepentido y Marcy había ocupado su lugar. Tino no conoció nunca a Sandy… siempre estuvo frente a Marcy haciéndose pasar por su hermana.
 Y ¿Lorenzo Rocher? ¿Él había participado en ese engaño? Jamás le dijo o le insinuó a Tino que se estuviera casando con la mujer equivocada. Podía un padre confundir a sus dos hijas? Por muy gemelas que fuesen… y Tino miró con atención el rostro de Marcy. Y había que ver que tenían las mismas facciones en el rostro… Marcy era tan diferente a Sandy como la que más. Frunció el ceño y… qué pasaba con él. Tuvo a Peggy entre sus brazos y jamás pensó que se pareciera a Marcy y sin embargo, teniéndolas a las dos enfrente… ¿quién podía decir que no eran iguales?
Casi dos horas después, el médico les dijo que podían pasar de uno en uno a verla. Habían descartado un embarazo pero Sandy debería tomarse unas vacaciones porque estaba somatizando el estréss. Tino entró sin que Marcy hiciera un gesto por detenerlo.  Sandy era la más hermosa enferma que pudiera recordar. Sus cabellos revueltos un poco más largos de cuando la conoció formaban una maraña de rizos alrededor de su cara, tenía los ojos cerrados y las mejillas sin color. La habían canalizado y respiraba con tranquilidad. Tino se acercó a ella y sin pensarlo se inclinó para rozar sus labios a los de ella.

  • -          Dime que estoy sonámbula de nuevo. – Le dijo Sandy. Tino apoyó su frente a la de ella.
  • -          Ojalá estuviéramos en un sueño los dos. – Le dijo él. Sandy abrió los ojos.
  • -          Entonces dime que Marcy no me suplantó y que no estamos casados. – Le dijo ella. Tino suspiró.
  • -          No quiero seguir mintiendo. – le dijo. Sandy suspiró.
  • -          Por qué inventaste esa historia de la virginidad? – Preguntó él. Sandy frunció el ceño.
  • -          No la inventé. Marcy dijo que las condiciones de tu padre eran una mujer virgen y de buena conducta. – Dijo ella.
  • -          No creo que mi padre haya impuesto ese tipo de condiciones. – Le dijo Tino manteniéndose firme en la decisión de no tocarla.
  • -          Es posible que sea una invención de Marcy? Siempre termino creyéndole aunque sé… que es una mentirosa manipuladora. Yo enredé mi vida por una de sus bromas pesadas? – Preguntó ella deseando morirse. Tino se alzó de hombros.
  • -          No estoy seguro de ello. Estás lista para irnos? – Preguntó. Sandy asintió y se bajó de la cama. Un mareo le hizo recostarse de nuevo y sujetarse de la pared. Tino no pudo evitar correr a su lado y ofrecerle un brazo.
  • -          ¿Quieres que descansemos en un hotel aquí en Barranquilla y viajemos mañana a Cartagena? – Preguntó él.  Sandy sonrió.
  • -          Es lo que quisiera pero… Marcy no va a dejarme en paz ahora que me encontró. – Le dijo ella. – Además los clientes de Alex tienen su equipaje en el baúl de tu auto.
  • -          Entonces, nos vamos a Cartagena enseguida. – Le dijo Tino ya en la puerta de la habitación. Marcy exclamó asombrada:
  • -          Cartagena? Dónde es eso? Qué van a hacer allá? – Preguntó ella al ver que ellos estaban decididos a no contestarle. Sandy claudicó
  • -          Es donde estábamos viviendo en realidad. Aquí estábamos solo de paso. – Le dijo Sandy. – Después de todo… qué viniste a hacer en Barranquilla?
  • -          Vine detrás de una pista sobre Tino… Ya te había perdido a ti… no podía darme el lujo de perder a Tino en especial después que papá… - Dijo sin pensar y se detuvo. Sandy la miró directo a los ojos.
  • -          Qué sucede con papá? – Preguntó Sandy. Marcy miró a Tino como buscando ayuda.
  • -          No sé si es el momento para decirte pero… Papá sufrió un infarto y pudo ser fulminante. – Le dijo Marcy. Sandy se aferró al brazo de Tino y se dejó abrazar por él. Aquello no podía estarle pasando a ellos.
  • -          Tranquila cariño… - Le dijo él consolándola abrazada a su costado. Sandy sintió que allí podía recibir todas las noticias del mundo.- Qué le pasó a Lorenzo? Cuando me vine estaba en excelente estado de salud.
  • -          Oh … bien… Se enteró de que no soy Sandy sino Marcy . – Le dijo Marcy. Sandy deseó que la tierra se abriera y  se la comiera.
  • -          Pero… Eso cómo pudo suceder!! – Exclamó Tino mientras las empujaba a caminar hacia la salida. Marcy suspiró resignada a tener que explicarlo.
  • -          Estaba discutiendo con alguien cuando él nos escuchó…- Dijo dando rodeos.
  • -          Con quién? Y qué discutías? – Preguntó Sandy. Marcy la miró con aire de complicidad.
  • -          Estaba discutiendo con Bernard que me identificó. – Le dijo Marcy a Sandy. La chica miró a Tino.
  • -           Bernard es el hombre del que te hablé. – Le dijo simplemente. Tino entendió que era el hombre con el que Sandy había tenido relaciones esporádicas.
Los tres hicieron los trámites de salida de Sandy se subieron al auto de Tino. No volvieron a conversar sobre nada personal. Tino le preguntó dónde estaba alojada a Marcy.

  • -          En el Stelar por supuesto.- Dijo como si le ofendiera que preguntara. Tino sacudió la cabeza de lado a lado y marcó en el GPS el nombre del hotel. Cómo había podido confundir a Marcy con Sandy? Se preguntó. Y se alzó de hombros. Claro que él no había conocido a Sandy. La miró de reojo durante un segundo. De hecho, en ese momento, aún no tenía idea de si Peggy era Sandy o eran dos personas distintas.
  • -          Por qué no se quedan conmigo de una buena vez y nos vamos en el siguiente vuelo que podamos tomar. – Les dijo Marcy. Sandy movió la cabeza de un lado a otro.
  • -          Tengo que recoger mis cosas en Cartagena antes de tomar la decisión  de regresar. – Le dijo Sandy.
  • -          Osea que un infarto de papá tampoco te importa? – Preguntó Marcy desde el asiento de atrás. Sandy la miró por encima de su silla.
  • -          ¡¡Cállate!! Sabes que ahora mi vida está peor de lo que estaba cuando tomé la decisión de marcharme y todo es culpa tuya.- Le dijo Sandy. Tino se aclaró la garganta.
  • -          La verdad, Sandy, tú debiste quedarte y enfrentar la situación… - Dijo Tino sin mirarla.
  • -          ¡¡Fantástico!! ¿Ahora tengo la culpa de que esta loca se haya hecho pasar por mi y me haya casado contigo?  - Preguntó Sandy. Tino suspiró con cansancio.
  • -          Bien… ¿Qué es lo malo de tu situación… el matrimonio conmigo o tener que regresar a Francia? – Sandy supuso que se lo merecía. Todo había dado un giro de 360° pero algo tenía que estar claro. Estaba casada con Tino y debía mirar cómo seguía su vida en el futuro.
  • -          Un matrimonio por conveniencia no es fácil. – Le dijo Sandy -  No es el esposo, ni lo cercano o lejano que puedas sentirlo sino… que no te casas por voluntad propia.
  • -          Muy bien. Pero… debemos regresar a Francia y debes asumir tu vida de casada. – Enfatizó él. Marcy los miró con ojos entrecerrados. Tino era la horma para el zapato de Sandy, se burló en la mente.
El resto del viaje fue en silencio. Marcy se bajó en su hotel y Sandy le dio a regañadientes el número de su celular. Alex los llamó cuando ya iban viajando hacia Cartagena y acordaron encontrarse allá. Tino no propuso un tema de conversación. Necesitaba pensar. Se había ido al otro lado del mundo a escapar de su esposa para encontrar a su esposa. Era una burla del destino aquella historia tan absurda se dijo mientras se concentraba en conducir.
Sandy por su parte analizaba cómo iba a afrontar su nueva vida. Estaba casada con un hombre que le removía las hormonas como ninguno. Uno que con solo mirarla le hacía sentir mujer pero su matrimonio con él había sido un oscuro acuerdo comercial y su boda la había llevado a cabo su ambiciosa hermana gemela. Marcy!! Suspiró en su mente. Ella jamás permitiría que su buena fortuna la abandonara así que Sandy debió adivinar que no se quedaría tranquila viendo como ella se ocultaba del mundo sin afrontar el matrimonio con Tino… Valentino!! Ese nombre le quedaba mejor que a nadie. Qué mujer se le podía resistir a su encanto, a sus palabras, al tono de su voz sensual, y sobre todo con aquella manera de hacer el amor.
Pero la vida íntima no era el 100% de la vida matrimonial y Sandy se preguntaba cómo podían entenderse ellos dos en medio de tanta presión. El médico le había dicho que le iba a hacer una ecografia para descartar un embarazo. Sandy se cubrió el vientre con las manos. Y si ella hubiera estado embarazada? Cómo habría resultado todo?
Cartagena los recibió con un sol brillante y llena de turistas que ocupaban todas las carpas de lona de la playa. Tino viajó directo al Resort y en la cabaña de Alex bajaron todo el equipaje de los franceses. Tino se dejó caer en el sofá de la sala y Sandy se detuvo en medio de la sala sin saber qué hacer.

  • -          Ni lo pienses. Vas a regresar conmigo a Francia. Le diremos a tu padre que todo es un error…- Le dijo Tino cuando trató de adivinar lo que Sandy pensaba
  • -          Cómo vas a explicar mi bronceado, mis cabellos? – Le dijo ella. Tino la miró
  • -          Te viniste conmigo de vacaciones porque necesitábamos tiempo a solas.  Y le diste un giro de 180 grados a tu apariencia. – Le dijo Tino. Sandy se mordió el labio. – Acaso no quieres regresar y ver a tu padre?
  • -          Eso no es lo que me preocupa. Claro que quiero ver a papá… pero y Bernard y nosotros? – Preguntó haciéndolo ver que los enredos y las confusiones seguirían porque ella había dejado demasiadas cosas sin concluir.
  • -          A Bernard no lo vas a ver en mucho tiempo porque no vamos a regresar a Lyon si no lo necesario. – Le dijo Tino. – Le haremos creer que aquella discusión fue una broma pesada de Marcy.
  • -          Así que tendré que vivir en Bordeaux contigo? – Preguntó Sandy. Tino la miró a los ojos.
  • -          Es muy malo eso? – Preguntó él. Sandy se miró los pies como si en ellos pudiera encontrar la verdad.
  • -          No lo sé. – Le respondió con sinceridad.
Tino sabía que en ese momento ella necesitaba escuchar de sus labios que ella era indispensable en su vida como el aire pero… no pudo decirlo. Todavía desconfiaba de aquella tranquilidad con la que Sandy había asumido que Marcy se casó con él en su nombre y no podía todavía creer que Marcy ejerciera sobre ella un poder de convencimiento tal que sobrepasara lo absurdo. ¿Acaso no había estado todo un mes escuchando lo determinada, lo inteligente, lo acertada que era Sandy Rocher cuando fue a conocer los procesos de la chocolatera?   

  • -          Y… qué estás pensando hacer? – Preguntó Tino. Sandy lo miró.
  • -          Lo único que tengo claro es que quiero hablar con papá. – Le dijo ella. Tino asintió y se levantó del sofá. Fue a su habitación y buscó un celular que Sandy no le había visto. Tino marcó al celular de  Lorenzo.
  • -          Hola, Lorenzo. – Saludó Tino. – Nos acabamos de enterar de su situación. Está usted bien? Está en la clínica?
  • -          Estoy mejorando. Todavía en la clínica. No puedo usar el celular por más de cinco minutos. Estás con Sandy? – Preguntó el señor con una voz que no dejaba dudas de su delicado estado. Tino tomó a Sandy entre sus brazos y le pasó el celular.
  • -          Papá? – Dijo Sandy llorando. Un año de separación para ella y una semana para él. Sandy sintió que estaba en medio de la situación más macondiana de su vida.
  • -          Estoy bien Sandy… Cuándo regresas? – Preguntó Lorenzo. – Marcy habló de que te marchaste lejos y que tenías una relación escondida con Bernard…
  • -          Papá… Ya sabes cómo es Marcy… - Le dijo ella. – Cuando llegue allá te explicaré todo. Ahora sólo tienes que recuperarte.
  • -          Está todo bien con tu marido? – Le preguntó Lorenzo. Sandy cerró los ojos y  Tino que estaba escuchando por el altavoz la apretó contra él instándola a responder.
  • -          Si… Hicimos un viaje para estar solos y… bueno… algo sucedió con Marcy que terminaste en la clínica. – Le dijo ella sin saber exactamente qué decir. Lorenzo tosió.
  • -          Muy bien, hija. Solo saber que estás con él y que todo está bien…- Le dijo él y le pasó el teléfono a Natalia.
  • -          Hola querida…- Saludó Natalia a Sandy. La chica se desmoronó entre los brazos de Tino como si ya no le quedaran más fuerzas de las que había utilizado para hablar con su padre. Tino tomó el celular.
  • -          Hola, Natalia. Ella te escucha en el altavoz… es que ha estado muy conmocionada por la noticia de Lorenzo…- Le dijo Tino mintiendo con la habilidad de miles de engaños en su experiencia como negociador.
  • -          Me imagino. Marcy está desaparecida. Lorenzo está preocupado por ella. – Le dijo Natalia. – Algo tenemos que hacer con esa chica.
  • -          No te preocupes, Natalia. Nosotros tenemos que resolver el vuelo de regreso pero creo que pasado mañana estaremos allá. – Le dijo Tino. No estaba seguro de si podrían conseguir uno directo a Paris para tomar el avión de la familia de Paris a Bordeaux.
  • -          Muy bien. Yo te avisaré a este número si trasladan a Lorenzo. – Le dijo Natalia. – Piensan darle de alta mañana.
  • -          Llévalo a Bordeaux… Necesita tomar unas vacaciones y Sandy cuidará de ustedes. – Le dijo él. Sandy se giró entre sus brazos torturándolo con el contacto físico aunque ella buscaba era otro tipo de apoyo.
  • -          Muy bien… Tino… Así se hará. – Le dijo Natalia. Tino cerró la comunicación y se llevó a Sandy hacia su habitación.
Sandy se dejó acostar en la cama y se abrazó a la almohada. Necesitaba que alguien le dijera a dónde ir y qué hacer. Sentía que no tenía ni fuerza de voluntad ni claridad en los sentimientos que su cabeza procesaba. Tino le quitó los tenis y la obligó a quitarse el pantalón de mezclilla con el que había viajado. La cubrió con una sábana de algodón y le besó la frente.

  • -          Lo siento. Sé qué es difícil para ti volver… pero tienes que hacerlo. – Le dijo él. Sandy suspiró y asintió.
  • -          Solo necesito un día a solas. – Le dijo ella. Tino le pasó las manos por los cabellos alejándolos de su cara.
  • -          Tienes una noche… - Le dijo él. – Mañana necesito que vuelvas a ser tú.
Sandy cerró los ojos con fuerza y Tino se fue. Sandu se preguntó quién era ella. Durante mas de un año había sido Peggy Sue y ahora debía volver a ser Sandy? Tino habló con Alex, le contó sobre el infarto del padre de Sandy y de cómo debían regresar a Francia. Alex se asombró cuando Tino le dijo que viajaría con Peggy de regreso a su país.

  • -          No vas a contarme el misterio? – Preguntó él. Tino alzó una ceja y suspiró.
  • -          Es mi esposa… y… nos separamos por circunstancias absurdas. – Le dijo. Alex fingió recibir una bomba.
  • -          Pero… ¿qué es eso? ¿Tu esposa? Bien… ¿Sabes que tienes la mujer más maravillosa del mundo? ¿Estás loco que la dejaste estar un año entero sola? -  Le dijo Alex. Tino asintió.
  • -          Es una locura en verdad… - Coincidió con él y trató de dar final a la conversación. Alex le impidió levantarse.
  • -          Y ahora… ¿te la llevas a casa?  - Preguntó Alex. Tino suspiró con cansancio.
  • -          Si… Ahora me llevo a mi esposa a casa. – Dijo la frase como si estuviera leyendo una cartilla para aprender a leer y escribir. No contento con enredar su vida casándose por conveniencia… ¿ahora se llevaba a su esposa a casa para vivir con ella una aventura? Porque… ¿esa relación entre ellos podía ser algo más que una aventura?
  • -          Muy bien. Hablaré con una amiga que trabaja en una agencia para que nos diga cuál es la manera más rápida de viajar. – Le dijo Alex y se fue a hablar por celular mientras Tino se iba a su habitación. Recogió sus cosas y las pasó a la habitación de Sandy que ni siquiera notó su presencia. Estaba profundamente dormida.
Sacó el somier de debajo de la cama de Sandy y se acomodó en él sin sábanas. Desde allí podía ver el rostro de Sandy asomado por encima de la almohada que abrazaba. Era increíble cómo podían Marcy y ella ser tan parecidas y al mismo tiempo, cuando las tenías por separado… tan diferentes. Además que hasta donde las conocía… Marcy era la ambición, la superficialidad, la vida loca. Y Sandy… Tino suspiró y miró la boca de fresa de Sandy. Sandy era la provocación misma. Lo que más temía de aquella situación no era que Sandy volviera con él ni los enredos con los que Marcy había logrado casar a su hermana con Tino sino… que Sandy decidiera  no seguir teniendo una relación con él.
No podía dejar de pensar que Sandy no era Peggy y que en Francia, Peggy no existía. La mujer a la que él había seducido y que le había seducido a él era Peggy la turista francesa que no tenía familia ni trabajo. Ahora Tino viviría con Sandy. Su mujer era una hija abnegada, una empresaria comprometida, una hermana fiel o por lo menos eso fue lo que todos alrededor suyo dijeron siempre de Sandy y que, como Tino vivía con Marcy no lo veía.
Sandy abrió los ojos y se encontró con sus ojos mirándola. Suspiró y trató de sonreir. No encontró en su cuerpo fuerzas para reanimarse. Tino le ofreció una mano y ella la tomó.

  • -          ¿Te vas a caer encima mío otra vez? – Le dijo él. Sandy sonrió.
  • -          Peggy Sue te haría caso…- Le dijo ella. Tino alzó una ceja
  • -          Y ¿Sandy? – Preguntó – ¿Son en realidad dos personas distintas?
  • -          A veces… creo que si. – confesó ella. En verdad que a veces creía que podía ser dos personas distintas de acuerdo a con quién estaba. Tino la haló sin hacer mucha fuerza. Sandy quedó apoyada sobre sus manos con medio cuerpo aún en su cama.
  • -          Anda… No quieres probar a ver si Sandy… hace el amor como Peggy? – Dijo él con voz más ronca de lo que hubiera querido. A pesar de sus temores… Esa mujer le movía todos los sentidos y anulaba su voluntad.
  • -          ¿Es eso lo que quieres probar? – Preguntó Sandy sintiéndose tentada. No podía negar que le gustaba Tino. Sin importar que era terrible haberse casado por conveniencia.
  • -          Entre otras cosas…- Le dijo él. Sandy se mordió el labio.
  • -          Yo no estaba segura antes de poder mantener este matrimonio y… ahora… no es que esté muy segura tampoco… ¿Entiendes? – Dijo ella.  Tino sonrió.
  • -          ¿Y tú crees que yo estoy muy claro en esto? – Confesó. Sandy suspiró tomando aire en una bocanada grande.
  • -          Dios… Tino yo te deseo…- Empezó a decir ella y Tino la  jaló haciéndola caer sobre su cuerpo. Sandy se acomodó sobre él.
  • -          Y yo… Y sé lo que quieres decir pero … - Expresó él acomodándola sobre sus caderas. – Cómo hago para no querer tenerte así.
  • -          No podemos basar un matrimonio en sexo…- Intentó razonar Sandy. Tino gimió y la acomodó debajo de él.
  • -          Oh… Por favor.. Intentémoslo…- Rogó antes de convencerla de hacer el amor. Y no tuvo que hacer mucho esfuerzo. Pensó Sandy mientras disfrutaba de los recorridos de las manos de Tino provocando mil cosas distintas en su cuerpo.
Hacer el amor con Sandy era como llegar al cielo. Pensó Tino mientras disfrutaba de sus expresiones de placer cuando se entregaba a su pasión. No podía pensar en dejar a Sandy, no concebía la posibilidad de terminar ese matrimonio y menos si la tenía como en ese momento: totalmente abandonada a sus caricias. Ella tenía razón. Había que agregarle sentimientos a esa relación pero justo ahora… en lo único que podía pensar era en las sensaciones que estar con ella le producía.
Estuvieron toda la noche en silencio. Recorriéndose, reconociéndose como desde tiempos inmemoriables se reconocían hombres y mujeres en el mundo pero… con el temor que la mañana les trajera la conciencia de que no era su destino terminar juntos. Sin embargo, el tiempo es inexorable y el sol comenzó a iluminar la habitación. Alex como nunca procuró no hacer ruidos y les dejó la tranquilidad del silencio para estar a solas.

En la mañana, Tino reconoció en la laxitud de Sandy ese temor a levantarse y enfrentar el futuro asi que la cargó y la obligó a bañarse. No podía dejar que cayera en un episodio de depresión. Tenía que convencerla de ver la situación de manera positiva. Marcy la llamó al celular, Tino no se la pasó. Le informó que habían hablado con su padre y que estaban arreglando su viaje de regreso. 

Alex les consiguió un vuelo a Bogotá a las once de la mañana y uno de Bogotá a Paris a las 5 de la tarde. Tino llamó desde su celular a Paris y contactó al responsable de transporte de su familia. Él le aseguró que tendría para él un avión directo Paris – Boureaux a las 9 am del día siguiente. Sandy lo escuchó hablar mientras jugaba con su desayuno. Regresar a Francia era casi retroceder y no avanzar. Durante su estadía en Colombia, se había independizado de las necesidades de su padre, de los caprichos de Marcy, de las responsabilidades de la empresa. Ahora, regresaría y…

  • -          No debes darle vueltas en la cabeza a lo que vas a encontrar. – Le dijo Tino como si pudiera leerle la mente.
  • -          Yo era la compañera de papá a todas las actividades sociales de su vida. – Le dijo ella, sin negar lo que pensaba. Tino acercó su silla a la de ella y le tomó una mano.
  • -          Él tiene a Natalia para eso. – Le dijo él mostrando una paciencia que no sabía que tenía.
  • -          Y renuncié a mi cargo de vicepresidente de relaciones públicas de la chocolatera. – Le dijo ella. Tino le tomó con dos dedos la barba y lo hizo mirarlo.
  • -          ¿Quieres regresar a ese cargo? Porque ahora vas a trabajar conmigo en Boureaux y estoy en la línea bancaria. – Le dijo él. Ella lo miró con tristeza.
  • -          No tengo idea de qué quiero hacer…- LE dijo. Tino le besó los nudillos de la mano.
  • -          No tienes que hacer nada… - Le dijo él. – Eres mi esposa y como tal tienes unas responsabilidades que quitan bastante tiempo… Marcy las hacía obligada…
  • -          Me imagino... Jamás en su vida tuvo que encargarse de nada. – Le dijo Sandy.
  • -          Y bueno... no vas a tener playa, sol y arena como en Cartagena. Pero tienes una cantidad de viñedos que conocer… la vida de mi familia…   Tienes que acompañarme a visitar… - LE enumeró él.
  • -          Ellos creen que les conozco desde hace un año. – LE dijo Sandy.
  • -          Tú vas a sonreir… y les vas a decir una de esas cosas dulces y extrañas que sueles decir sobre la vida y… ellos se olvidarán de cualquier otra versión de Sandy que hayan conocido. – LE dijo él. – Además Marcy estuvo casi todo el tiempo viajando de un lado a otro y ahora entiendo que lo que hacía era buscarte.
  • -          Lo tienes todo bien pensado? – Preguntó ella dándose cuenta de que él tenía una solución para cada uno de sus temores. Tino sonrió.
  • -          Se me van ocurriendo cosas a medida que vas hablando porque tienes un extraño poder sobre mí y eres dueña de mis pensamientos y hasta de mi razón.- Le dijo él. Sandy sonrió con tristeza.
  • -          Eso es cierto o estás tratando de convencerme de algo. – Tino la acercó rodando la silla de ella para ubicarla entre sus piernas.
  • -          Todo lo que decimos es tratando de convencer al otro de algo. – Le dijo y le dio un beso en los labios, un roce sencillo desprovisto de pasión. – Pero estoy diciendo lo que siento… tal vez por primera vez en mi vida.
  • -          Yo también estoy sintiendo que todo en mi vida empieza a girar alrededor tuyo y… me aterra. – Confesó ella. Tino sonrió.
  • -          Qué bien!! Crees que me es divertido darme cuenta que estoy hecho un  completo idiota por unos ojos de miel y un par de piernas… - Ella lo interrumpió antes que dijera algo más provocador y Alex seguía en la mesa.
  • -          Está bien. Trataré de tomar esto como un reto. – Se comprometió. – ¿A qué hora nos vamos? – Preguntó. Alex miró su reloj.
  • -          Tienes una hora para que les lleve al aeropuerto. Ya vinieron de la agencia de alquiler por tu auto. – Agregó hablando con Tino. Este asintió.
  • -          ¿Recogiste todo? – Preguntó a Sandy. Ella suspiró.
  • -          No tengo más que ropa y la mitad de ella no me va a servir en Bourdeaux… Voy a llamar a Lina para que venga por ella. – Le dijo y se puso de pie para buscar su celular.
  • -          Supongo que vas a usar lo que está en la maleta que tienes en el armario. – Dijo Tino. Sandy sonrió.
  • -          Así es… Estuviste curioseando mi armario?- Le dijo ella. Tino sonrió.
  • -          Bien… buscaba algún esqueleto en tu armario. – Bromeó él. – ¿Esa fue la ropa con la que te viniste?
  • -          Mi intención era pasar unas semanas y regresar. – Dijo asintiendo.
  • -          Dijiste regresar a Bordeaux… Eso significa que no irás a Lyon? – Preguntó él. Sandy lo miró a los ojos y se acercó a él.
  • -          Te dije que iré contigo y cumplo lo que prometo.- Le respondió ella. Tino asintió.
  • -          Entonces, nos vamos…- Le dijo y se puso en pie para llevarla a la habitación. Sandy se cambió de ropa mientras hablaba con su amiga Lina. Era una de las guías turísticas del centro histórico y solía intercambiar ropa con ella.
  • -          No puedo explicarte todo en este momento pero te mandaré un correo que escribiré en mi vuelo. Te juro que no habré llegado a Bogotá antes que tú sepas todo. – Se comprometió con la chica. Luego le pidió que esperara un momento y tapó el celular con su estómago. – Puedo invitar a Lina a visitarme en Francia?
  • -          Eres mi esposa… no eres mi hija y ya no eres la hija de Lorenzo… Tienes tu propia casa y eres la dueña. – Le dijo Tino sospechando que estaba por pasar una nueva prueba de confianza de Sandy. Su joven mujer sonrió.
  • -          Te mandaré los tiquetes para que vayas a conocer Bordeaux cuando me confirmes que recibiste la visa para viajar. – Le dijo a Lina. La chica empezó a gritar de emoción al otro lado de la línea. – Van a meterte en un manicomio si sigues gritando incoherencias!!
Era muy fácil hacer feliz a Lina pero qué tendría ella que hacer para hacer feliz a Tino? Sentía que tendría que competir con la imagen que Marcy creó de ella durante ese año y, ¿cuál podría ser esa imagen? Se preguntó cerrando la comunicación de Lina que tomaría de inmediato un taxi para venir a despedirse de ella.
Se vistió con una blusa de seda gris que había comprado para un evento del resort y un pantalón de mezclilla. Sacó de su maleta el jersey color gris perla, el sobretodo rojo con sus guantes en el bolsillo y la bufanda. Se había ido de Francia en otoño y regresaba en otoño de nuevo. Tomó sus documentos colombianos y los franceses y los metió en los bolsillos internos del sobretodo. No llevaría cartera, ni siquiera recordaba haber traído una y la ropa que metió en la maleta hacía mucho tiempo que la había ido cambiando con Lina y otras chicas por ropa del trópico.
Tino la miró y sonrió. En verdad que vestida así… Sandy parecía una persona muy distinta a la Peggy de short y camisilla. Sus pies siempre en sandalias ahora estaba cubiertos por unos tenis de cuero y con tacón alto, el pantalón de mezclilla por muy informal que fuera era de una costosa marca española. Y nada en ella parecía relacionarse con Peggy.

  • -          Es extraño. Cierto? – Preguntó ella al verlo mirarla con atención.
  • -          Un poco… pero sigue siendo hermoso verte. – Le dijo él. Sandy se sonrojó.
  • -          Marcy es mucho más hermosa y elegante.  – Le dijo ella. Tino le abrió los brazos para abrazarla. Sandy lo miró a los ojos.
  • -          Tú eres hermosa y elegante hasta en sandalias y short. –Le dijo él dejando que su voz mostrara la pasión que ella despertaba. – Tengo la impresión que te da miedo que no puedas cumplir con la imagen que Marcy dejó de ti…
  • -          Conozco a Marcy… Las personas no van a creer que soy la misma…- Empezó a decir ella. Tino la besó.
  • -          Y no van a creer que eres la misma pero porque tú eres más y mejor.  Van a decirme qué fue lo que hiciste en Colombia para que ella cambiara tanto? – Le dijo él besándola en las mejillas. – Y me van a felicitar porque te mejoré… Aunque sólo tú y yo sabremos cuál es el secreto… Voy a sentirme orgulloso de que piensen que estar conmigo, te convirtió de una odiosa mujer a la más maravillosa y sensual mujer que puedan conocer.
  • -          Es una tontería…-  Empezó a decir ella. Tino la besó de nuevo en la boca.
  • -          Exacto… Es una tontería que tengas miedo a enfrentarlos cuando ellos van a querer comerte a besos cuando tú les sonrías y te los ganes a punta de tu dulzura e inteligencia. – Le dijo él. Sandy sonrió.
  • -          En verdad, eres muy buen negociador. – Le dijo. Tino sonrió con un aire de misterio.
  • -          No vas a creerlo pero creo que tú me has transformado a mi… y me estoy enamorando. – Confesó. Sandy contuvo el aliento. – Sabes que es difícil para  mí decirlo… ¿cierto?
  • -          Y… creo que tan difícil como para mí… pero… yo también lo creo.
Lina llegó gritando su nombre y ellos se separaron. La chica se llevó la maleta con toda la ropa de Sandy y, todavia más feliz ante la posibilidad de viajar a Francia. Alex los llevó al aeropuerto y se despidió de ellos con la promesa de que viajaría con Lina en su momento. Le entregó un regalo a Sandy antes de marcharse.

  • -          Qué es? – Preguntó Sandy curiosa. Alex sonrió.
  • -          Cuando   sientan que no vale la pena estar juntos… Toman el libro desde la página que les marqué y se lo leen de nuevo. – Les dijo. Entonces Sandy descubrió que su intuición de que el regalo era un libro era cierta. Tino sonrió.
  • -          Y debemos leerlo juntos? – LE preguntó él. Alex sonrió.
  • -          Si… Mejor juntos. – Le contestó.  Alex los empujó hacia la sala de embarque y se fue. Sandy abrió el regalo cuando ya estaba en su silla en el avión.
Era un ejemplar del amor en los tiempos del cólera pero en español y un cd con la película. Sonrió ante la ocurrencia de Alex. Aquella película había inspirado el viaje de Tino a Cartagena y él estaba sugiriendo que podría inspirarles a seguir juntos? Sandy miró que las páginas marcadas eran el final. Por supuesto, no había que esperar 53 años 7 meses y 11 días para disfrutar de estar juntos.
Era una conclusión simplista del mensaje que Alex había querido darles pero Sandy decidió no seguir pensando en su futuro. Tino se sentó a su lado, le cubrió las piernas con una manta y tomó una mano entre las suyas. Sandy descubrió que él le estaba colocando un anillo.

  • -          Qué es eso? – Preguntó Sandy. Tino sonrió.
  • -          Marcy dijo que estaría en Bogotá ahora que lleguemos esperándonos. Pero su vuelo sale a Nueva York. – Le dijo él. – Nos espera para entregarnos los anillos de matrimonio y compromiso que debes lucir tú al llegar a Francia.
  • -          Y este anillo? – Preguntó ella. Tino sonrió.
  • -          Es uno que significa que me gustas… que quiero ser tu amante... y que… - Sandy lo besó.
  • -          Déjalo así… Creo que nos estamos presionando los dos y… nadie nos está observando…- Le dijo ella. Tino la abrazó acomodándola entre sus brazos.
  • -          Exactamente… quiero que llevemos esto hasta dónde nos lleve… Sin presiones. – Le propuso él.
El reencuentro con Marcy fue un poco diferente al de Barranquilla. Marcy estaba más alegre y tranquila. Sandy entendió que se le había quitado el peso de fingir ser ella y ahora volvía a ser la misma Marcy frívola e inquieta de siempre. Marcy le entregó un sobre de manila con tres páginas que resumían lo que ella había hecho y dispuesto durante ese año y las llaves que Sandy supuso eran de la casa y un estuche con unos anillos.

  • -          No sabes qué felicidad ser otra vez yo. – Dijo Marcy abrazándola. – Ser tú es muy aburrido.
  • -          Gracias por lo que me toca. – Le respondió Sandy.
  • -          Es en serio… no podía acostarme con nadie y propiciar un escándalo, no podía ir a una discoteca y que alguien me reconociera. – Enumeró sus pasatiempos favoritos.
  • -           No queremos saber nada más… - Le dijo Sandy para detenerla. Marcy le sonrió a Tino.
  • -          No es que no hubiera querido acostarme contigo… - LE dijo con el total desparpajo de siempre – Pero sabía que cuando Sandy apareciera iba a tener problemas si lo había hecho…
  • -          Ya cállate, Marcy. – Rogó Sandy sin mirar a Tino. Marcy sonrió.
  • -          Voy a estar en Nueva York con Terese…- Anunció ella mencionando una de sus amigas de fiesta. – Estaré unos tres meses allí para que se olviden de mi y se acostumbren a ti… y de todos modos cuando regrese voy a vivir en Paris. Me compré un apartamento allí.
  • -          Me imagino la cantidad de locuras que has hecho administrando todo ese dinero que dices aquí. – Le dijo Sandy volviendo a leer el documento.
  • -          Nada de eso. No hice locuras. En tu cuenta está una buena parte, en tu armario está otra, en mi apartamento y mi carro en Paris está mi pago por cubrirte las espaldas. – Le dijo y la besó porque anunciaban su vuelo. Luego tomó a Tino de las solapas de su sobretodo  y lo besó en la mejilla. – Cuídala!! La única que tiene autoridad para fastidiarla soy yo.
  • -          Muy bien… Marcy…- Agregó él cuando ya la joven corría con su maleta. – Gracias por lo que hiciste. – Marcy sonrió.
  • -          Ya sé que me lo van a agradecer toda la vida. – Le dijo ella deteniéndose. – Pero Sandy me lo agradecerá en navidad cuando la época le ablande el corazón.
Sandy decidió ignorarla y la dejo marchar. Si… tal vez le costaba un poco de trabajo demostrar que amaba a aquella loca pero le hacía perder la paciencia con tanta frecuencia que debía mantener una actitud inflexible delante de ella o terminar de sucumbir a su tiranía. No podía engañarse a sí misma y negar que Marcy la dominaba. Sus palabras, sus locuras la afectaban más de lo que quería. Tino le quitó el sobre de manila y lo revisó.
Tomó la caja con los anillos y la metió en su sobretodo y  guardó el sobre con los documentos en el maletín de mano que llevaba. Sandy jamás lo vio usar el portátil que llevaba en él durante aquellos días en Cartagena pero se imaginó que la decisión de marcharse había sido tan intempestiva como la de ella. De Francia, él solo tenía aquella ropa que usaba hoy y ese maletín con un celular y un portátil.  Tino le ofreció la mano y la llevó hacia donde se suponía que iba a embarcar para su viaje a Paris.
Hacia mucho frío en Bogotá y Sandy llevaba puestos los guantes y el sobretodo pero pudo sentir a través del cuero la calidez del contacto con Tino. Caminaron en silencio hacia la sala de embarque.

  • -          No vamos a hablar… de este año en casa. – Dijo él cuando ya estaban acomodados para las cinco horas de vuelo que les esperaban.
  • -          No… si acaso de los maravillosos cinco días que pasaste en Cartagena. – Dijo ella con ironía.
  • -          Fueron maravillosos… Te voy a contar por qué... en esos cinco días descubrí que estoy casado con una espectacular mujer que me vuelve loco… - Le dijo él. Sandy se sonrojó y sonrió con timidez.
  • -          Oh, vamos!! Estuviste todo un año con Marcy. - Empezó a decir ella y Tino la besó lastimándole los labios con un mordisco apasionado.
  • -          Y tal como ella te dijo: nunca estuvimos juntos y se la pasó casi todo el tiempo volando de un lado a otro… ahora entiendo que estaba buscándote… - Le relató él. – Yo creí que evitándome y la verdad… me alegraba que lo hiciera por eso jamás le negué ninguno. Ella venía a casa me acompañaba en los eventos que consideraba esenciales… y luego se desaparecía.
  • -          Marcy siempre ha sido la de los admiradores, la fiestera, la de las invitaciones…- Le dijo ella. Tino sonrió.
  • -          ¿Tal vez porque tú te pasaste la vida en una oficina con tu padre? – Le dijo él. Sandy suspiró y se acomodó en su asiento.
  • -          Un poco…- Respondió evasiva. Anunciaron el despegue del avión y ella se aferró a los brazos de su silla. Tino frunció el ceño.
  • -          ¿Tienes miedo a los aviones? – Le preguntó viendo que palidecía.
  • -          Al despegar y al aterrizar…- Señaló ella. Tino quitó el brazo que los separaba y la acomodó entre los suyos amarrados cada uno a su cinturón.
  • -          Ven acá… - Le dijo riendo. – Algunas veces creo que eres unos diez años menor que Marcy. 
  • -          Algunas veces me siento así. – Le dijo ella y él apretó su abrazo y la besó en la mejilla.
  • -          Anda… Dime a qué otras cosas le tienes miedo. – Le dijo él. Sandy suspiró relajándose en su abrazo. Tino le daba seguridad y una sensación de que llegaba a casa si él la abrazaba.
  • -          A las cucarachas… a caer de gran altura… - A perderte. Pensó asombrándose a si misma con aquel pensamiento. Él era suyo en realidad? Estaba casado con ella, la deseaba con locura pero… no la amaba… O sí? Se preguntó y lo miró de reojo.
Tino estaba distraído. Miraba las manos de Sandy entrelazadas con las suyas y apreciaba aquella plenitud de sentirse en casa con tenerla entre sus brazos. Suspiró apretándola contra su pecho. Apenas podía creer que esa mujer fuera suya. Que estuviera casado con una mujer que le volvía nada las ideas y embolataba los pensamientos a menos que fuera meterla en la cama y hacerle el amor. Siempre se burló de sus amigos enamorados. Sentía que estaban en aquella condición por culpa de una mujer manipuladora y hábil que los envolvía con sus dotes de seducción. Y ahí estaba él… con la mujer más hermosa pero al mismo tiempo más inconsciente de su sensualidad y lo tenía tan amarrado… o más amarrado que el más enamorado de sus amigos.
Cuando le trajeron la cena, pidió dos copas de champaña. Sandy estaba un poco adormilada porque el ritmo del corazón de él sobre su oído había ejercido un poder hipnótico y ella se había quedado allí quieta cuando por naturaleza no podía estarlo más de cinco minutos. Cuando la azafata venía con su pedido. Tino la hizo acomodarse en su silla y se dispuso a recibir las copas.

  • -          Cierra los ojos. – Le dijo. Sandy obedeció sonriendo.
  • -          Qué estás planeando hacer ahora… - Dijo ella. Tino hizo un susurro para mandarla a callar.
  • -          Shh… Voy a pedirte por primera vez en mi vida… - Le dijo él sacando el anillo de ella y metiéndolo en la copa de champaña. – Abre los ojos… Que te cases conmigo.
Sandy contuvo el aliento. El anillo se fue al fondo de la copa de champaña y ella se mordió el labio. Él la seducía como nadie lo había hecho y sin embargo, tenía muchas dudas sobre si estar casada con él era lo mejor para sus vidas.

  • -          Estamos casados…- Le dijo ella. Tino sonrió
  • -          Me casé con Marcy… Ahora quiero que fijes una fecha porque para los demás vamos a renovar nuestros votos pero entre nosotros dos… va a ser nuestro matrimonio. – Le propuso él. Sandy se mordió el labio.
  • -          Crees que es buena idea? – Preguntó ella. Tino la miró a los ojos y sonrió aunque estaba que corría de miedo.
  • -          No crees que sea buena idea decirle a todos que eres mía? – Le preguntó él. Sandy sonrió de nuevo con un gesto más pícaro.
  • -          Y tú… Eres mío? – Le dijo ella. Tino colocó las copas en los soportes para ellas, le quitó el cinturón y la hizo subirse a sus piernas en un par de movimientos.
  • -          Estoy… amarrado a ti… y recién lo descubro… Y contrario a lo que pensé siempre… Me gusta. – Le dijo él. Sandy tomó la copa con el anillo y lo hizo beber la champaña, luego tomó la otra mitad y sacó el anillo con los dedos.
  • -          Entonces… yo… Sandy te tomo a ti… Valentino por esposo… - Dijo Sandy colocándose el anillo. Tino no la dejó terminar y la besó apasionado. La pareja al otro lado del pasillo los aplaudió. Sandy se bajó de las piernas de Tino y se acomodó en su asiento sonrojada hasta la raíz de sus cabellos.
  • -          ¡¡Acaban de comprometerse!! - Gimió la señora hablando inglés. Tino le enseñó su anillo en el dedo.
  • -          Acabamos de reconciliarnos… - Le dijo él en el mismo idioma. La señora aplaudió con más entusiasmo.
  • -          Más hermoso todavía…- Dijo la señora entusiasmada. Tino dio media vuelta y miró a Sandy.
  • -          ¿Estas dispuesta de verdad a ser mi esposa? – Sandy sonrió. Todavía estaba llena de dudas pero no podía imaginar un momento de su vida en el que no hubiera estado llena de incertidumbres.
  • -           Si… - Tino se sintió ridículo al emocionarse hasta las lágrimas con un simple si pero ella aceptaba tantas cosas con esa pequeña palabra. Nunca había tenido una relación como aquella y estaba convencido de que no podría volver a encontrar a una mujer como ella de nuevo.
Lo hacía sentir como un adolescente que se enamora por primera vez. No tan ridículo como dijo haberse sentido Florentino Ariza al intentar galantear a Fermina Daza después de 53 años de añoranzas, pero con la timidez y el nervio de no saber si le aceptaría o no. Y qué felicidad era que ella le besara, le atrajera a sus brazos y le dijera que lo amaba. Tino la  miró, ella lo observaba. No había dicho que lo amara… Decía que se casaría con él pero… no hablaba de amor. Suspiró y la hizo besarlo.
El resto del viaje estuvieron abrazados conversando sobre las cosas que habían pasado durante ese año. El viaje no tuvo ningún contratiempo y tan pronto llegaron a Paris, los recogió una limosina que les llevó a un aeropuerto privado. Allí había una avioneta que les llevó con algunos empleados de los Rothschild que reconocieron a Tino y le saludaron. Una de las ejecutivas elogió el cambio de apariencia de Sandy y de cómo la hacía ver más joven. Sandy aceptó los elogios. Tino no se despegó de ella para evitar que le involucraran en una situación comprometedora.

  • -          Tienes que comportarte como tú… Ser natural porque entonces si van a sospechar que pasa algo. – Le dijo él. Sandy suspiró.
  • -          Qué hacía Marcy? – Le dijo ella. Tino sonrió.
  • -          Marcy no se relacionaba con nadie. Hablaba poco y se abstuvo de aparecer en actividades sociales. Se relacionó solo con la familia pero si ni tu padre pudo adivinar que ella era ella… - Le dijo Tino. Sandy asintió. Tenía que relajarse. Tino tenía razón. No podía estresarse con lo que Marcy hubiera hecho o no.
  • -          Los dos hombres en la avioneta no tienen nada que ver con tu trabajo así que no tienes por qué reconocerlos. Te voy a dar las hojas de vida de las secretarias de mi oficina porque ellas eran las que se relacionaban con Marcy para organizar mi agenda.
Sandy fue tomando nota de lo que él le decía. En Cartagena, ella lo guiaba a él. Le decía qué hacer a dónde ir pero en adelante sería al contrario. Eso la hacía sentir indecisa. Tino sin embargo, la empujaba a hablar y a comportarse naturalmente. Insistía en que después de deslumbrar a todos con su sonrisa y su manera de ser nadie recordaría la imagen de ella que Marcy pudiera haber formado.

Tino la miró apropiarse de su posición de esposa lentamente. La Peggy que le llevaba de un lado a otro en Cartagena y que le enfrentó con decisión para dejarse seducir por él… estaba perdida en medio de una maraña de temores que no había pensado que tuviera. Sin embargo, eso la hacía ver más joven y frágil y producía en él un deseo de protegerla y mimarla que nadie más había motivado en él.
Ella se quedó dormida en el viaje en auto desde el aeropuerto de Boreaux hasta el Chateaux. A Tino le hubiera gustado llevarla a su apartamento en la ciudad y permitirle dos días de privacidad antes de que se tuviera que enfrentar con la familia pero estando en el auto le llamaron para avisar que habían trasladado a su padre al Chataeux en un helicóptero ambulancia.
En la entrada de la casa estaba la madre de Tino, la Baronesa vestía de gala para recibir a su consuegro y a su nuera. Tino pensó que su madre haría algún comentario sobre la nueva apariencia de Sandy pero la abrazó y le dijo:

  • -          Querida… Tu padre acaba de llegar. – Expresó besando a Sandy en las mejillas.- Lo acomodé en una habitación del primer piso para que no subiera las escaleras.
  • -          Gracias, Baronesa.-  Respondió Sandy sin pensar.
  • -          Ya te dije que en casa debes llamarme mamá…- Se quejó la Baronesa. Tino le apretó una mano a Sandy para que no se angustiara.
  • -          Muy bien, mamá. Tu hijo también llegó. – Se quejó Tino. La Baronesa sonrió divertida.
  • -          No seas consentido, querido. La pobre chica se toma unas vacaciones contigo y sucede todo esto de su padre… - Le explicó la Baronesa para justificar que le diera prioridad a Sandy. Tino se dejó besar de su madre.
  • -          Qué arreglos hiciste para la cena? – Preguntó Tino. La Baronesa alzó una ceja.
  • -          Sabes que esta ya no es mi casa. Sandy es quien dirige todo el protocolo. Josephine la está esperando para los arreglos de último minuto porque… Si algo tiene esta jovencita es ser organizada. – La alabó la Baronesa. – Ella tiene el menú de todo un mes organizado en la agenda. Eso no se me ocurrió jamás a mi.
  • -          Mi esposa es muy eficiente, mamá. – Le dijo Tino – Una mujer empresaria que necesita adelantarse a las ocupaciones de su casa.
Sandy se sonrojó. Aquella era una idea de Marcy. Seguro había hecho que alguna de sus amigas le armara los menús de almuerzos y cenas para un mes completo para no tener que estar presente a diario en casa. Típico de Marcy y, sin embargo, muy inteligente. Tuvo que reconocer Sandy que eso le evitaría muchos enredos en su vida cotidiana. Ahora tendría que adivinar quién era Josephine y que le prestara la agenda  para saber lo que esa loca había escogido.
La Baronesa le soltó la mano que sujetaba y Tino se la llevó adentro. Hacía frío, ya estaban las lluvias más fuertes del año aunque ese día estaba particularmente seco. Ayudó a Sandy a quitarse el sobretodo y los guantes, que le entregó a una chica de la servidumbre que llegó a recibirlos. Él se quitó su sobretodo y recordó el estuche con los anillos antes que la chica se marchara.

  • -          Por qué se quitaron los anillos? – Preguntó la Baronesa. Sandy miró indecisa a Tino y este sonrió.
  • -          Era incómodo tenerlos con los guantes. Respondió él y le colocó el anillo de compromiso a Sandy encima del anillo que le había regalado en Colombia.
  • -          Es un  nuevo anillo? – Preguntó la Baronesa tomando la mano de Sandy. Ella se limitó a sonreir.
  • -          Vamos a renovar nuestros votos. – Le dijo Tino.- Yo le he pedido a Sandy que se case conmigo… de nuevo. – Anunció él. La Baronesa se cubrió la boca con las dos manos y sonrió divertida.
  • -          Ustedes dos están locos!! Les dijo. – Si ya se casaron.
  • -          Algo impide que me case todos los años? – Preguntó Tino. Una voz al fondo del salón respondió.
  • -          Si la fiesta la va a pagar la novia… si. – Dijo Lorenzo Rocher mostrando gran potencia en su voz. Sandy se soltó de la mano de Tino y corrió a los brazos de su padre. Oh querido! Dijo una y otra vez mientras le besaba en cada mejilla y lo revisaba como si fuera a hacerle un traje. Sandy lo observó detenidamente.
  • -          Estás un poco pálido. Seguro que puedes estar de pie? – Preguntó preocupada. Lorenzo le pellizcó la nariz con dos dedos de su mano.
  • -          Necesito hacer un poco de ejercicio. – Le dijo Lorenzo y empujó a Sandy hacia Natalia que esperaba a un lado que la chica le saludara. Sandy no supo que decir y dejó que Natalia tomara la iniciativa.
Natalia era un par de años menor  que su padre y se conservaba muy bien física y espiritualmente. No se había casado antes por no haber encontrado el hombre ideal. Al parecer su padre lo era aunque no pudiera darle la oportunidad de ser madre. Ella se acercó a Sandy y le colocó las manos sobre los hombros para acercarla a ella y besarle en ambas mejillas. Sandy correspondió al saludo.

  • -          Ese corte de pelo te hace ver unos diez años más joven. – Le dijo la mujer. Sandy sonrió y se pasó los dedos por los rizos.
  • -          Gracias… - Dijo con timidez. – Quería un cambio extremo.
  • -          Y es un cambio extremo en realidad… De seguro si Marcy estuviera aquí no se parecieran tanto. – Le dijo su padre. Sandy sonrió.
  • -          Aunque se vea diez años más joven, está unas ocho horas más cansada. Había pensado en retirarnos a hacer una siesta y vernos para la cena. – Propuso Tino. Con un brazo la atrajo a su costado y le besó la frente. Lorenzo miró a Sandy con curiosidad.
  • -          Y… a propósito… Dónde estaban? Marcy me dijo que se habían escapado del mundo para tomarse una segunda luna de miel y no me quiso revelar el destino. – Le comunicó su padre. Tino habló.
  • -          Fuimos a Cartagena… Colombia. – Le dijo Tino. Lorenzo miró sorprendido a Sandy.
  • -          Vaya… Qué exótico!! Y… te divertiste? – Preguntó su padre. Sandy sonrió. Sabía que detrás de esa pregunta estaba confirmar si tenía una buena relación con su esposo. Sandy suspiró.
  • -          Nos divertimos hasta que Marcy nos llamó para avisar de tu cirugía. – Le contó Sandy a su padre. Tino volvió a intervenir.
  • -          A Marcy le costó trabajo localizarnos porque estábamos en un lugar sin señal. – Le explicó.
  • -          Si… porque tu padre se enfermó justo al día siguiente de tu viaje. – Comentó la Baronesa. Tino tomó a Sandy de la mano.
  • -          Y como comprenderán… Hemos hecho casi diez horas de viaje sin descansar… - Les dijo. –Después de la cena podrán ponerse al día con la aventura de Sandy en el Caribe.
Sandy besó a su padre y a Natalia y la Baronesa le enlazó el brazo para caminar con ellos. Sandy se mordió el labio imaginando de qué podría hablar ella con su suegra. Tino contestó su celular y empezó a dar instrucciones sobre las personas que estaban a cargo de sus asuntos. Además agregó que no se reintegraría a la empresa hasta después del fin de semana.

  • -          Ahora que ya estamos lejos… Me quieren explicar ¿Por qué Sandy duerme en una habitación distinta a la tuya? – Preguntó la Baronesa sin preámbulos. Tino volvió a apretarle la mano a Sandy para que no dijera nada.
  • -          Son nuestros asuntos, mamá… - Dijo él. – Sin embargo, te anuncio que a partir de hoy dormiremos en mi habitación.
  • -          Me parece bien. No quiero que la servidumbre haga comentarios en la calle que se conviertan en chismes. – Dijo la Baronesa. – Hasta ahora, ni yo había notado esa situación pero… tanta gente que circula en este Chateaux… tanta visita que llega en Navidad… - Agregó preocupada.
  • -          Es más… para tu tranquilidad, dile a  Josephine que envíe a alguien a pasar las cosas de Sandy a mi habitación. – Dijo Tino – Ella y yo tomaremos la siesta en la habitación de la cabaña.
  • -          No es necesario…- Empezó a decir la Baronesa. Sandy tuvo que permanecer en silencio porque no sabía que razones exponer para evitar la situación y además… no tenía idea de qué era y dónde quedaba la famosa cabaña que Tino mencionaba.
  • -          Yo creo que si. – Dijo Tino con un tono que no dejaba lugar a dudas. – Creo que debes decir a Josephine que lo haga de inmediato. Vamos, cariño. – agregó haciendo que Sandy se colocara una chaqueta colgada en un perchero dentro de un pequeño armario en la salita de recepción, él se colocó una de cuero.
Sin hacer caso a su madre, Tino le hizo cruzar un pequeño jardín y caminaron a una pequeña cabaña casi al final de la zona de flores y en la parte de atrás del parqueadero. La cabaña era un sitio acogedor que estaba caliente en su interior a pesar de no tener la calefacción encendida aún. Tino buscó las llaves en un armario, cerró la puerta principal, encendió la chimenea que era a gas y encendió solo unas lámparas en unas mesas a los lados de un enorme sofá.
Se quitó su chaqueta y la ayudó con la de ella. La invitó a seguirlo al sofá y se fue a buscar una botella de vino y dos copas. Hizo que Sandy tomara un poco antes de decirle.

  • -          Esta debía ser nuestra casa. – Explicó. – Pero mamá decidió hacer el trámite para que en un año, tú seas la Baronesa de Rotschild.
  • -          Y eso significa que debemos vivir en el Chateux. – Tino asintió
  • -          Pero no nos impide usar esta cabaña para un encuentro a solas entre tú y yo – Le dijo él con un tono seductor.
  • -          Estas seduciéndome, esposo? – Preguntó ella sonriendo. Tino la besó en un gesto coqueto pero desprovisto de deseo.
  • -          Voy a seducirte… en mi cama… en nuestra habitación…- Le dijo con un aire de misterio en su expresión. Sandy se acomodó en el sofá. Tino se acercó a ella y la hizo subirse a sus piernas. Había algo en esa manera de abrazarse que le ofrecía una sensación de protección y amor como nada.
  • -          ¿Qué es lo que tiene de especial esa cama? – Preguntó ella jugando. Tino mordisqueó la oreja y la besó en el cuello.
  • -           No tengo idea… Tal vez es sólo una cama o tal vez es la cama donde han pasado su primera noche todos los Barones de Rotschild en esta casa. – Le dijo – Pero me emociona compartirla contigo.
  • -          Crees que tu madre se quedará tranquila con la explicación que le dimos sobre las habitaciones separadas? – Preguntó Sandy. Tino había perdido el interés por hablar y empezó a desabotonar la camisa de Sandy.
  • -          En mi familia, no es extraño que las parejas duerman separadas. – Le dijo él concentrado en quitarle la blusa. – A mamá le extrañó porque yo no soy de dormir solo si tengo con quién hacerlo…
  • -          Creí que lo haríamos en tu cama… - Le dijo Sandy disfrutando del placer de que le desvistiera. Tino le mordisqueó el hombro mientras abría el broche del sostén.
  • -          Creo que no llegaré hasta allá…- Le dijo él con voz más ronca de lo que esperaba. Sandy se retorció para darse vuelta y rodearlo con sus piernas para estar frente a él.
  • -          Entonces… lo haremos en el sofá… Como la pareja de la fiesta? – Le dijo ella abandonada a la expectativa de hacer el amor con él. Tino sonrió y la ayudó a quitarle la camisa.
  • -          ¿Sueñas con esa pareja verdad? – Le dijo Tino bromeando.- Pero te aseguro que nosotros dos… la pasaremos mejor.
El celular de Tino sonó y hasta el de Sandy reaccionó pero ninguno de los dos se preocupó por responder. Hicieron el amor en el sofá  sobre la alfombra y se bañaron en la ducha del baño social en el primer piso y corrieron  a vestirse cuando una de las mucamas les llamó desde la puerta principal para anunciarles que ya estaba lista la habitación.
Entre risas y juegos se vistieron y, Tino revisó su celular un segundo antes de guardarlo en el bolsillo de su pantalón. Eran llamadas perdidas de mujeres que formaban parte de su harén particular del pasado. Se sorprendió a sí mismo diciendo que eran parte de otra vida y que no tenían cabida en esa que comenzaba a vivir con Sandy.
La habitación del Baron le encantó a Sandy. Los techos eran más altos de lo usual, pintados en color crema con rebordes dorados en las cornisas. La cama era enorme con dos pilares sobre los que alguna vez suponía Sandy había colgado los toldos para evitar los animales nocturnos. Almohadones y una colcha gruesa fueron a tener al suelo y Tino la cargó para ubicarla en el centro de la cama. Sandy sonrió.

  • -          Esto es todo en nuestra vida? – Preguntó Sandy. Refiriéndose a estar en una cama casi todo el tiempo desde que se conocieron. Tino sonrió y la acomodó debajo de él
  • -          Aprovecha, cariño porque cuando regrese al trabajo… Si te veo dos días de la semana, será un milagro…- Le dijo y empezó a desnudarla.
Y no se equivocó. Llevaban dos semanas en el Chateaux y apenas si había podido verlo después de la cena y los fines de semana cuando Tino debía recorrer los viñedos para revisar las cuentas. Entonces, se llevaba a Sandy con él y le hacía conocer todo acerca de la viticultura. Esta se convirtió en una obsesión para Sandy y en el tema de conversación entre ella y la Baronesa. Nadie sabía más de viticultura que su suegra y Sandy era muy buena alumna según los elogios de la señora. Entonces, apareció una visita en la casa que nadie contaba.
La heredera de una de las fortunas más importantes de Italia y la mujer a quién se suponía Sandy había derrotado en la conquista de Valentino. Florence Del Vecchio llegó despampanante como salida de un revista de modas con ropa de diseñador exclusiva para ella y con tres maletas para pasar el fin de semana. Sandy recordó a Marcy al verla. Vanidosa, millonaria y hermosa para mantener esos adjetivos se necesitaba mucho glamour y etiqueta.
Sandy corrió a su habitación apenas le avisaron de su llegada. Ella como siempre estaba vestida para recorrer el chateaux y no era ropa para competir con semejante glamour aunque fuese de diseñador. Josephine le mandó a la pequeña Abril. Era una chica experta en estética que se dedicaba a cuidar de la imagen de toda la familia. Abril le arregló el cabello, la orientó para maquillarse y le escogió que ponerse en menos de una hora.
Sandy llegó al estudio cuando servían un té a la visita. Florence se puso de pie para saludar a Sandy. Esta le miró a los ojos y sonrió. Sandy supuso que ya se habían conocido con Marcy haciéndose pasar por ella así que la saludó sin preámbulos.

  • -          Buenas tardes, señorita Del Vecchio…- Dijo Sandy. Florence alzó una ceja y sonrió.
  • -          ¿Por qué el protocolo? Te ves muy hermosa con ese nuevo look, Sandy. – Le dijo ella en perfecto francés.
  • -          Gracias.   Es un placer, tenerte en el Chateaux… Te quedarás para el fin de semana? – Preguntó Sandy. Ambas se sentaron en sofás diferentes. La Baronesa sonreía mirándolas a la una y a la otra.
  • -          Vengo a la fiesta del Regent Gran Hotel… - Le dijo Florence y la miró como si estuviera loca. Sandy miró a su suegra.
  • -          Has olvidado que vamos a la fiesta de las Américas del Regent Gran Hotel? – Le preguntó su suegra. Era una fiesta para celebrar el descubrimiento de América que se realizaba en el hotel y que tenía como único motivo reunir a los más ricos y famosos de Francia en esa época.
  • -          Creo que si. – Respondió Sandy y sonrió. Florence pareció corroborar lo que Tino solía decirle de su sonrisa: Siempre que sonreís… la gente olvida si metiste la pata, dijiste algo impropio o lanzaste el más dulce piropo.

Florence sonrió también y empezó a conversar sobre las personas que asistirían. Sandy se mantuvo en silencio porque a pesar de estudiar con Tino y el Internet todos los amigos de la familia que se suponía debía reconocer, había muchos nombres que Sandy no se grabaría hasta no tener una conversación con la persona.

  • -          Y Tino? – preguntó de repente Florence. Sandy sonrió.
  • -          Llegará para la cena. – Le contestó la chica. – Le está costando trasladarse del Chateaux a la oficina todos los días.
  • -          Tiene que tomar una decisión pronto. – Dijo la Baronesa. – Yo ya estoy cansada y Tino y Sandy son dos viticultores espectaculares… voy a heredarles el título y sus responsabilidades. – Le explicó a Florence.
-           
La mujer no pudo disimular el golpe a su ego que representaba aquello. Sandy alzó una ceja. ¿Acaso no era ella varios millones más importante que los Rothschild? ¿Había sido importante para ella el titulo de la Baronesa? Se preguntó.  Y de inmediato dejó de agradarle. No le gustaba para nada tener a alguien del pasado de Tino en su casa. Sin embargo, Florence era una experta en disimular y miró a Sandy con una sonrisa en sus labios.

  • -          Así que serás la próxima Baronesa. – Le dijo Florence. Sandy forzó una sonrisa.
  • -          Asi es. – Confirmó y trató de mantener una expresión en su rostro que no revelara sus temores.
  • -          Me alegro por ti. Necesito un descanso y llamar a mi oficina. – Le dijo. Sandy le señaló la puerta del estudio.
  • -          Con todo gusto. Sabes ya que habitación te asignaron? – Preguntó Sandy. Florence asintió.
  • -          Josephine ya me informó. Gracias. – Le dijo Florence y tomó su bolso de mano y se marchó.
  • -          Sandy…- Le dijo la Baronesa cuando le vio la intención de huir.
  • -          Dígame…- Respondió. La Baronesa le señaló un sofá frente a ella. Su silla era para una sola persona. 
  • -          Tú sigues celosa de Florence? – Preguntó la Baronesa sin preámbulos. Sandy suspiró
  • -          Un poco… Es cuestión de baja autoestima... Estoy trabajando en eso.- Le dijo ella.
  • -          Tienes que superarlo. Aunque en un principio dudé de este matrimonio…- confesó la Baronesa mirando a Sandy directo a los ojos. – Y, encontrar tus cosas en ese armario… ME preocupó más de lo que le confieso a mi hijo porque no quiero afectarlo… Yo veo cómo se ha transformado. Él sonríe más a menudo, viene a casa a cenar,  y hasta la manera en la que no puede estar sin abrazarte, sin besarte, sin demostrarte que lo tienes loco…
  • -          A veces siento que pueda ser un capricho y que… pasados unos meses… la novedad se pase…- Le dijo Sandy antes de morderse el labio. Qué estaba haciendo? Por qué se confesaba con su suegra? – Lo siento… No debí decir eso.
  • -          Por qué? Porque soy la Baronesa? Soy tu madre también y la madre de Tino y quiero que me veas así… más que como la Baronesa. Le dijo Felipa. Sandy estaba a punto de llorar.
Su madre había muerto hacía mucho y Natalia era la nueva relación de su padre después de mucho tiempo y Sandy se marchó a Colombia antes que pudieran hacer una amistad. La Baronesa le abría los brazos y su corazón porque suponía que tenían una relación de un año. Sandy se obligó a hablar.

  • -          Y no sabe lo hermoso que es eso. Gracias por ser… por querer tener una relación cercana conmigo.- Le dijo Sandy. La Baronesa la invitó a sentarse a su lado.
  • -          Yo te miro tan tensa a veces que me provoca decirle a Tino que te lleve un mes de paseo…- L dijo la Baronesa. – Bah ya sé que no se puede pero regresaste de ese paseo con una cara de enamorada y con una relación tan bonita con Tino que…
  • -          Disfrutamos mucho de  ese tiempo a solas. – Dijo Sandy para no comprometerse con nada más. La Baronesa la abrazó y Sandy dejó que le apoyara la cabeza a su hombro.
  • -          Asi es. Lástima lo que le sucedió a tu padre… Sin embargo, yo lo veo tan bien.. tan recuperado…- Le dijo la señora. Sandy suspiró. Se sentía tan bien aquel abrazo. Los abrazos de su padre eran hermosos reconfortantes, los abrazos de Tino eran apasionados pero los abrazos de una madre…. Te reconciliaban con el mundo.
Tino entró al estudio y las observó en silencio. Luego se acercó preocupado al ver que Sandy lloraba. La Baronesa le hizo un gesto con la mano y Tino se detuvo a unos pasos. Sandy lloró en silencio unos minutos antes de abrir los ojos y descubrir a su marido en medio de la habitación observándola. Sandy se mordió el labio y se separó de la Baronesa.

  • -          Te sientes bien? – Preguntó preocupado e indeciso de lo que debía hacer. Sandy se levantó corriendo y se lanzó a sus brazos. Tino la acogió en ellos de inmediato y le besó en la frente.
  • -          Fue mi culpa… Me puse emotiva y la he hecho llorar. – Se acusó la Baronesa. Tino sonrió
  • -          Debió ser una gran revelación. Yo nunca había visto a Sandy llorar…- Le dijo él. Sandy se sintió una tonta pero siguió llorando en brazos de Tino. Tino la alzó en sus brazos.
  • -          Qué haces? Preguntó asombrada la Baronesa. Tino alzó una ceja como si no creyera que debía dar una explicación
  • -          Me la llevo conmigo… Necesitamos estar a solas. – Le dijo él y Sandy se aferró a su cuello. La verdad no quería salir del circulo de sus brazos. Cerró los ojos y dejó que las lágrimas que durante mucho tiempo no dejó salir por evadir su realidad corrieran por sus mejillas. Casi en la habitación, Florence le preguntó a Tino
  • -          Viniste!! Oh pero qué le pasó a Sandy? – Preguntó aunque la chica no interpretó su frase como preocupación sino como que le parecía ridículo. Tino sonrió y apretó a Sandy para que no levantara la cabeza. Habia percibido que se tensaba con la presencia de Florence.
  • -          Llevo a mi mujer a su cama. – Le dijo a Florence. – Hay algún problema?
Sandy se dio cuenta que él entraba a la habitación y cerraba la puerta. La dejó sobre el sofá de recibo. Sandy se secó las lágrimas aunque le costaba dejar de llorar y miró lo que hacía. Tino cerró la puerta con seguro y corrió las cortinas. La habitación quedó en penumbras a pesar de que todavía había una fuerte luz de sol en el horizonte. Sandy frunció el ceño. Tino había llegado temprano a casa apenas si eran las cinco. Pensó mirando el reloj sobre su cómoda.
Tino se sentó a su lado y la hizo subirse a sus piernas al círculo de su abrazo. Sandy se abrazó a sí misma cruzando sus brazos y entrelazando sus manos a las de Tino. Cerró de nuevo los ojos y se aferró a aquella sensación de seguridad y amor que le ofrecía ese abrazo.

  • -          A veces… cuando estoy en la oficina… y todos me atacan con sus problemas esperando que los solucione todos… Necesito esto.- Le dijo Tino. Sandy sonrió
  • -          Esperas que yo haga lo mismo por eso me llevas a trabajar allá? – Preguntó Sandy controlando sus lágrimas. Tino la apretó y le besó en la nuca.
  • -          Sería bueno pero hay algo mejor… - Le dijo él con tono sensual. Sandy sintió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo. Solía suceder cuando anticipaba que él iba a hacer el amor con ella.
  • -          Tenemos visitas…  - Dijo ella con un argumento que sabía era muy tonto. Tino volvió a enterrar su cara en el cuello de ella y sonrió.
  • -          Hablaba de no trabajar en los negocios de la banca sino aquí... en el viñedo. – Se burló él y la acomodó para que sintiera que la deseaba. – Pero tu idea también es buena.
  • -          Florence… - Empezó a decir Sandy. Tino soltó una mano y le tomó por el mentón para obligarla a girar hacia él.
  • -          Florence sabe que somos esposos… y que los esposos hacen el amor…- Le dijo dándole besos después de cada frase. – Y que hacer el amor no tiene horario..
  • -          Todos saben qué estamos haciendo…. – Trató de decir ella y luego gritó porque Tino la cargó como si fuera una muñeca y la hizo caer sobre él en el sofá.
  • -          Todos saben qué estamos haciendo… todo el tiempo. – Le dijo él y empezó a seducirla para evitar que siguiera pensando. Sandy se abandonó a la belleza del momento.
Tino fue quitándole la ropa y llenándola de caricias pero también hablaba describiendo lo que le gustaba de ella. Sandy no pudo evitar involucrarse en aquella intima conversación y describirle lo que le gustaba su boca sensual, perfecta, sus ojos que le mostraban el cielo, lo que disfrutaba de dormir entre sus brazos sintiendo el latido de su corazón como música, solo tenerlo allí era suficiente para ser feliz.

  • -          Estás celosa de Florence…- Dijo Tino sonriendo. Estaban desnudos abrazados bajo las colchas y Sandy hablaba de sus temores.
  • -          De Florence y de 621 mujeres más… - Le dijo ella. Tino sonrió
  • -          Yo no soy Florentino Ariza… Me identifiqué con él… en algunas cosas pero… no creo que hubiera podido acostarme con todas esas…- Dijo él riendo.
  • -          Tal vez son menos pero son muchas y yo…- Empezó a decir ella. Tino la besó apasionado
  • -          Tú eres la esposa, la amante, la compañera, la amiga… la que escogí para que me acompañe no una noche sino que amanezca conmigo… jamás vi salir el sol con alguien como contigo. – Le confesó él obligándola a mirarlo. – Aquella mañana contigo en mis brazos en aquella hamaca yo… creo que eso fue lo que me hizo enloquecer por ti.
  • -          Pero nos casamos…. – Insistió ella. Tino la besó de nuevo para callarla.
  • -          No importa por qué nos casamos… y si eso te  molesta… ya te pedí que te casaras conmigo… Dime cuando vas a casarte conmigo…- Le dijo él pero Sandy sonrió divertida porque a él poco le importaba la fecha que ella le diera, estaba de nuevo preparándola para hacer el amor.

Se cambiaron corriendo para la cena y llegaron cuando ya los demás habían decidido comer sin ellos. Sandy se sonrojó hasta la punta de los cabello cuando Tino se excusó diciendo:

  • -          Lo siento. Es muy difícil vestir a mi mujer…- Dijo Tino. Todos rieron y Sandy se sentó a la derecha de la Baronesa y Tino a su izquierda. De esa manera Tino terminó al lado de Florence y Sandy al lado de su padre. Era maravilloso estar con su padre pero era una tortura ver que Florence estaba al lado de Tino. Aquello iba a ser una locura.
  • -          Anda come… - Le dijo su padre.  Sandy sonrió con timidez.
  • -          Bueno… Y cómo te sientes? – Preguntó ella. Hacía un esfuerzo para complacer a su padre. No quería que se preocupara por ella.
  • -          Yo me siento bien pero tú… estas extraña. – Le dijo él. Sandy intentó concentrarse en él.
  • -           Extraña? Pero Papá… qué dices? – Le dijo ella y sonrió. Lorenzo frunció el ceño.
  • -          Fueron muchas horas juntas: ocho horas juntos ocho años seguidos… Nos conocemos bien. – Le dijo él. Sandy suspiró.
  • -          Si… papá me conoces bien… - Le dijo Sandy – Pero yo estoy bien, no me pasa nada. Bueno… estoy  un poco estresada por el asunto de la Baronesa… Ella quiere darme su título y su trabajo…
  • -          Y qué tiene eso? Eres más que capaz de hacer esa función… - Le dijo él. Sandy suspiró
  • -          Y… no sé… - Dijo ella. – A veces creo que no puedo con nada.- Agregó y luego se arrepintió. No debió decirle eso a su padre.
  • -           Vamos… Tú eres la chica de 18 años que se paró conmigo en una junta de socios y sin tener la menor idea de los negocios, dirigió la orientación de ese año. – Le dijo su padre.
  • -          Y bueno… tal vez era más arriesgada entonces? – Respondió ella. Lorenzo sonrió.
  • -          Arriesgada no has sido jamás. Pero estabas segura de lo que eras y lo que querías. – Le dijo Lorenzo. - Qué es lo que quieres?
  • -          Quiero a Tino… - Respondió sin pensar y lo miró pensando que tal vez lo había hecho demasiado alto y él le había escuchado. Pero Tino la miraba y no pareció haber escuchado lo que ella dijo. Le lanzó un beso al aire.
  • -          Ves… - Dijo Lorenzo. – Entonces toma la decisión con base a eso. Qué te va a hacer estar más cerca de Tino?
Sandy estuvo dándole vueltas a lo que su padre le había propuesto. El resto de la cena se fue en una conversación protocolaria. Todo se convirtió como una escena que muchas veces hubiera visto. Hubo preparativos para la fiesta del día siguiente, conversaron sobre algunos conocidos que asistirían. Gente famosa y rica, personas que Sandy solo había tratado a través de  asuntos de negocios porque en las cenas de gala o las fiestas de etiqueta, ella siempre había tratado de mantenerse en silencio y al lado de su padre.
Tan pronto anunciaron el postre, Tino se levantó de la mesa y se fue al lado de Sandy. Ella sonrió con timidez. El había permanecido cuarenta minutos en su puesto todo el tiempo mirándola y pendiente de lo que ella hablaba con su padre y con la Baronesa. Sabía exactamente qué había comido, que había rechazado y cuántas copas de agua llevaba. Ni una sola de vino.

  • -          Puede usted decirme porque rechaza su propio vino? – Le preguntó él tomándola de la mano para llevarla al estudio donde comerían el postre y un coctel. Sandy suspiró.
  • -          Tomé… un poco… pero tomé. – Respondió ella. – Es que soy más de cerveza y de cocteles… Qué coctel me vas a brindar?
  • -          No trates de alejarme del tema. – Le dijo él abrazándola contra su costado. – Qué es lo que sucede?
  • -          Son muchas cosas… matrimonio… Marcy… Cartagena… tú… La Baronesa…- Enumeró ella. Tino la besó en la cabeza
  • -          Y todas son maravillosas porque estás tú…- Le dijo él. – Yo no sé por qué te cuestionas tanto… Oh… Bueno tal vez porque te cuestionas tanto eres muy buena en lo que haces
  • -          No te burles… En qué soy buena? – Se quejó ella.
  • -          Tu cuñado…- Le dijo Tino y Sebastian se acercó a ella en ese momento. – Se ha pasado toda la cena alabando tu habilidad para la logística y los negocios. 
  • -          Es cierto… De veras que eres supremamente ordenada y me está costando seguir tu línea de trabajo…- LE dijo él. – Ahora entiendo por qué Marcy me dijo que era muy difícil ser tu sombra
  • -          Marcy? Habló contigo sobre mi? – Se extrañó Sandy. Sebastian sonrió
  • -          Claro… Nos encontramos en una cena hace algunos meses… LA confundí contigo aunque ahora con ese look que tienes nadie lo haría. – LE dijo Sebastian. – Ella me hizo ese comentario. Que ser tu sombra era supremamente difícil… yo no lo entendí… hasta ahora que me toca seguirte el paso
  • -          Es una tontería. Marcy jamás ha sido mi sombra…- Dijo sin recordar que le había suplantado para asegurar su matrimonio. Tino le guiñó un ojo.
  • -          Tal vez no te diste cuenta, mi amor. – Dijo él. – Qué tal un   Francés 75…  Agregó él volviendo el tema los cocteles para que Sebastian dejara el tema. Sandy sonrió
  • -          Es mi coctel favorito. – Le dijo ella. Tino sonrió
  • -          Ya lo sé…- Le dijo él y la acercó de nuevo a su costado llevándola al bar. Sandy se mordió el labio. Él sabía muchas cosas de ella y ella… no tenía idea de él. Estaría allí la brecha que sentía entre él y ella? – Yo tomaré como siempre mi cuello de caballo. Dijo riendo
  • -          Eso no tiene ninguna ciencia. – Le dijo Sandy reconociendo que era coñac con Ginger-ale. Tino sonrió
  • -          Siempre dices lo mismo pero… el tuyo tampoco así que no discutas.- Se fueron los dos al otro lado del bar y se pusieron a preparar cada uno el coctel del otro. Se rieron. Tino la besó varias veces y la untó con limón en los labios antes de besarla.
  • -          Existe la posibilidad que dejen de restregarnos lo mucho que se gustan? – Preguntó Katherine, la hermana de Tino. Sandy la miró conteniendo el aliento y Tino tomó de su coctel.
  • -          No te pases…- Amenazó Tino. La joven miró a Sandy con detenimiento.
  • -          Tu… regresaste de este viaje extraño con un aire más extraño aún  y… - Le dijo mirando a Sandy a los ojos. – con un aire de diva que no reconozco.
  • -          Diva. – Susurró Sandy con burla. – Si hay algo que no sé ser es ser diva.
  • -          No te creerás diva pero tienes esa prepotencia, esa conciencia de ser el centro de atención de todo que empieza a parecerme harto. – Continuó diciendo la chica. Tino le puso el coctel en la mano a Sandy y la tomó del codo.
  • -          Vamos a ignorar lo que dices, nos vamos a tomar nuestro coctel a solas y espero que cuando volvamos a estar en familia… Te disculpes con Sandy – Dijo Tino con un tono de voz muy poco divertido. Sandy lo miró preocupada pero Tino no le permitió detenerse.
  • -          A dónde van? – Preguntó la Baronesa acercándose a ellos.
  • -          A donde tu hija menor no lance dardos a mi mujer. – Le dijo Tino. La Baronesa acarició el rostro de Sandy
  • -          Oh querida. Está celosa. Ella quería ser la Baronesa pero… yo no le veo espíritu de viticultora a ella. – Le dijo la señora. Sandy sonrió con desgano. Aquella situación habría pasado en presencia de Marcy? Cómo habría reaccionado Marcy?
  • -             No me importa que esté celosa…- Dijo Tino sin permitirle hablar a Sandy. – No admitiré groserías contra Sandy. 
  • -          Tranquilo… Yo hablaré con Kathy pero… a dónde van? – Preguntó la Baronesa.
  • -          Voy a estar solo con mi mujer… Eso es… inadecuado? – Dijo con un tono bastante irónico. Sandy se aclaró la garganta.
  • -          Cariño… creo que no debes ser grosero con tu mamá. – Le dijo ella porque no podía permitir que Tino se pasara con su madre. Tino la miró a la cara. Ese cariño había salido de sus labios de una manera tan natural y él como un idiota se volvía gelatina sólo de escucharlo.
  • -          Lo siento, mamá. Es solo que…- Dijo de inmediato. – Bien… arregla tu asunto con tu hija. Y mi mujer y yo vamos a dar una vuelta por la casa. Estoy cansado de estar sentado.
Tino volvió a tomarla por el codo y Sandy se fue con él. Caminaron en silencio tomando de sus cocteles hasta llegar a la salita donde solían desayunar. Un pequeño comedor al lado de la cocina donde había una televisión. Sandy sonrió.

  • -          Si no quieres estar sentado que hacemos aquí? – Preguntó ella. Tino suspiró.
  • -          Me pusiste nervioso cuando me dijiste cariño. – Le dijo él. Sandy sonrió.
  • -          Me pones nerviosa cuando me miras, cariño. – Le dijo ella burlándose de él.
  • -          No es tanto lo que Kathy pueda decir…- Confesó él. – Es sentir que todos nos miran.
  • -          Pensé que era la única. – Tino se apoyó en una cómoda y la hizo apoyarse en él.
  • -          Aunque cuando estás en el mismo sitio que yo sólo tengo ojos para ti…- Le dijo con voz ronca. – Me doy cuenta que todos nos miran. Debemos parecer un par de locos que hace apenas un mes de cosa se tomaban de la mano para bajar las escaleras y ahora parecemos… conejitos
  • -          Me gustan los conejitos. – Dijo Sandy. Tino sonrió
  • -          Me gusta hacer contigo lo que parece que hacen muy seguido los conejitos. – Le dijo él. Sandy le quitó el coctel y dejó el de ella a un lado en la cómoda.
  • -          Sólo eso te gusta? – Preguntó ella.
  • -          Me gusta hablar contigo. Me gusta que te guste la misma música… Y que te guste hablar de negocios. – Le dijo él. Sandy sonrió.
  • -          Hoy no me has dicho lo que hiciste…- Se quejó ella. Tino la besó.
  • -          Sabes lo que quiero hacer? – Preguntó él. Sandy sonrió.
  • -          Eso quiere decir que mi consejo de vender todas las acciones de empresas venezolanas dio resultado? – Preguntó ella. Tino sonrió
  • -          Además de no querer reconocer que tu idea suicida funcionó…- Le dijo él. – Quiero que nos vayamos a dormir temprano.
  • -          Qué malvado!! No pensabas decirme que soy una genio. – Se quejó Sandy riendo divertida. Tino enterró la cara en el cuello de su mujer.
  • -          Me cuesta decirlo pero eres una genio y… me vas a volver un idiota porque me la paso pensando en ti…- Le dijo él.
  • -          Vamos a la sala porque hay que cuadrar con tu madre el recorrido de este fin de semana por los viñedos y con papá su visita al médico – Le dijo Sandy. – Y luego… si te portas bien…
  • -          Nada de si te portas bien…- Le dijo él y Sandy se echó a reir. Estaban besándose cuando llegaron a la salita Sebastian y su esposa para despedirse.
  • -          No van a dormir aquí? – Preguntó Sandy. Sebastian movió la cabeza de un lado a otro.
  • -          Salimos en un vuelo a Lyon mañana. Vine a hacer empalme con tu papá y a verlos. Todo el mundo habla sobre lo enamorados que están. – Les dijo Sebastian sonriendo. – Me da mucho gusto. Ya era hora que Tino sentara cabeza.
  • -          No te metas conmigo. – Le dijo Tino a su hermano entre risas y abrazando a Sandy
  • -          En verdad que son una hermosa pareja y… hasta me agrada que hayas aceptado ser la Baronesa porque eso me permite vivir en Lyon… Es más cerca de la casa de mi madre.  – Le dijo Terese, la esposa de Sebastian. Sandy suspiró
  • -          No todos creen que pueda ser una buena baronesa. – Dijo desanimada. Terese movió la cabeza de lado  a lado.
  • -          Nada de eso… Eres una mujer muy inteligente y hermosa, estoy segura que aprenderás de vino más rápido que Sebastian y que en poco tiempo tendrás a toda Europa tomando tus reservas. – Anunció Terese. Sebastian asintió.
  • -          Es cierto… Si convences a Tino para llegar temprano a casa… Eres capaz de hacer cualquier cosa. – Todos se rieron de las ocurrencias de Sebastian.
  • -          Ya ves… tu cuñado es tu fan número uno. Cuando no estoy pensando en ti… Sebastian me habla de lo maravillosa que eres.- Le dijo Tino.
  • -          Vayan a su habitación ahora que nos vayamos nosotros y pásenla rico. – Les dijo Sebastian empujando a su mujer a la salida.  
Pero Sandy lo obligó a regresar al estudio. Tenían que cuadrar las actividades del día siguiente sin excusas. Katherine todavía estaba en el estudio pero se mantuvo sentada en un sofá al lado de la ventana. No los miró y no habló. Sandy se sentó junto a la Baronesa y Tino se fue al bar a servirse otro trago.

  • -          No hagas caso de Kathy. Con el tiempo tendrá que reconocer que no es viticultora. Creo que lo haría mejor reemplazando a Tino en la banca pero…ya sabes que no quiere ir a la universidad.  – Le dijo La Baronesa. Sandy se mordió el labio. No sabía nada. De seguro esa discusión sobre la universidad había surgido delante de Marcy haciéndose pasar por ella.
  • -          No quiero ser motivo de discordia…- Empezó a decir Sandy. La Baronesa le tomó una mano entre las suyas
  • -          No lo eres y no lo serás… Eres lo más maravilloso que le sucedió a Tino y… ya con eso te amamos. – Le dijo ella.- Mañana el recorrido debe ser corto. – Le propuso cambiando el tema y Sandy asintió
  • -          Eso venía a decirle. En la tarde papá tiene cita con el médico y…- La Baronesa volvió a interrumpirla y miró a Natalia.
  • -          Natalia, tú vas a acompañar a Lorenzo al médico cierto? – Dijo la Baronesa. Natalia asintió.
  • -          Claro que si. – Agregó Lorenzo. Sandy suspiró
  • -          Yo quería ir…- Expresó con desgano. La Baronesa le dio dos palmadas en la mano.
  • -          Nada de eso. Tú tienes un compromiso con tu marido que debe asistir a la fiesta del Gran Regent…- Le recordó la señora. Sandy suspiró. Le costaba desligarse delas actividades de su padre. Si… Ahora tenía a Natalia y ella tenía a Tino. Florence se acercó.
  • -          Es muy importante que vaya Sandy… la última fiesta de este tipo, Valentino prácticamente tuvo que salir custodiado. – Le dijo Florence. Sandy la miró a la cara
  • -          Por favor, Florence…- Se quejó Tino. – No alimentes la imaginación de Sandy. – Sandy sonrió
  • -          Tuviste que defenderlo tú, Florence? – Preguntó Sandy. Florence tuvo la decencia de sonrojarse.
  • -          En realidad… lo sacó de la reunión el dueño de la fiesta…- Dijo la chica. – Había un conflicto entre tres mujeres que se  disputaban su compañía. – Le relató Florence.
  • -          Ya está… Una semana después te conocí y… ya nada volvió a ser lo mismo en mi vida. – Le dijo Tino tomando a Sandy del codo para levantarla del sofá. La Baronesa se rio
  • -          Pero querido, deja que Sandy escuche las historias de tu vida pasada para que se de cuenta de por qué estamos tan sorprendidos con tu cambio de actitud. – Le dijo la Baronesa. Tino movió la cabeza negando.
  • -          Nada de eso. Sandy empezará a celarme hasta con el palo de la escoba…- Se quejó él. Sandy entrelazó su mano a la de él.
  • -          Tengo que estar celosa de alguien? – Preguntó. Tino la miró a los ojos y sonrió.
  • -          Nunca jamás en tu vida… Eres perfecta. – Le dijo y la atrajo para besarla. La Baronesa aplaudió y obligó a Florence a alejarse de la pareja.
  • -          Bueno… ya váyanse a su habitación… Nos tienen aquí obligados a ser testigo de sus ganas de estar solos. – Se quejó el padre de Sandy. La chica se separó de Tino con dificultad y roja de la vergüenza. Había olvidado donde estaban.
  • -          Tienes razón, Lorenzo. Espero que hayan disfrutado de la cena y, descansen. – Dijo Tino y tomó a Sandy de un codo para llevarla fuera del estudio.
Al día siguiente, Tino la levantó con el desayuno en la cama. Sandy sonrió al ver que él había preparado todo y escuchó riendo como Josephine le había estado gritando ordenes todo el tiempo mientras estuvo revolviendo la cocina. Se bañaron juntos y se vistieron para el recorrido por los viñedos. Se les unió Florence que apareció como siempre como una modelo de revista. Pero la actitud de Tino todo el tiempo fue de estar concentrado en Sandy y en hacerle conocer el negocio de los vinos. A él le importó muy poco la presencia de la otra chica para tomarle fotos a Sandy, besarla después de untarle con uvas tintas los labios o tomar vino tinto de los labios de Sandy después de mojarlos con un algodón.

  • -          Esos son nuevos rituales para la cata de vino? – Preguntó Florence cuando Tino mojaba los labios de Sandy con vino tinto para probarlo de ellos. Tino sonrió.
  • -          Es posible que los proponga… El vino sabe mejor en la boca de la mujer que uno ama. – Le dijo él. Florence no ocultó su disgusto ante la respuesta de Tino y se fue aparte.
  • -          No debiste decirle eso.- Le dijo Sandy. Tino sonrió divertido.
  • -          Eres muy mala mentirosa. Quieres saber donde quiero regar este vino para tomarlo…- Le dijo Tino acercando la copa en la que llevaba el vino al pecho de Sandy.
  • -          Ni se te ocurra… Vas a mancharme la ropa. – Le dijo ella. Tino sonrió de nuevo con aire de malicia.
  • -          Yo había pensado que te la quitaras para evitarlo. – Sandy dejó escuchar su risa en la cava.
  • -          Estas loco!! No voy a desnudarme aquí donde todos pueden verme. – Le dijo ella. Tino la apretó contra su cuerpo y le besó el cuello.
  • -          Yo hablaba de un viejo cuarto de huéspedes que hay detrás de la cava de champaña…- Le dijo él sobre el oído. Sandy sintió que su cuerpo se derretía en sus brazos.
  • -          Estás loco… Todos van a escandalizarse por…- Empezó a decir ella. Tino la abrazó con más fuerza.
  • -          Me importa poco lo que los demás digan. Yo… quiero estar contigo… y el pudor es el menor de mis problemas. – Le dijo él. Se separó de ella y caminó hacia la puerta – Toma la decisión… Te espero atrás de la cava de champaña.
Sandy se quedó mirando la puerta por la que Tino había salido. Su celular sonó y Marcy dejó escuchar su voz al otro lado del teléfono. Sandy tuvo que hacer un esfuerzo por empezar a caminar hacia el exterior para tener mejor recepción.

  • -          Recordé que hoy tienes una fiesta en el Gran regent…- Dijo Marcy como si hablaran todos los días y no tuvieran casi dos semanas de no verse.
  • -          Asi es…- Dijo Sandy mordiéndose el labio viendo a Tino caminar hacia la cava de Champaña.
  • -          En tu armario, hay un vestido color turqueza. Ese es el que yo había seleccionado para ti hoy. – Le dijo Marcy. Sandy asintió.
  • -          Ya lo había visto y estoy de acuerdo contigo, es un vestido para la ocasión. – Le dijo Sandy. Marcy iba a decir algo más y de repente le dijo.
  • -          Sucede algo? Está todo bien? – Preguntó. Sandy suspiró
  • -          Me acaban de invitar a hacer el amor en el desván detrás de la cava de champaña. – Le dijo sin pensar. Marcy dejó escuchar su risa al otro lado de la conexión.
  • -          Cariño y todavía no estás caminando hacia allá? – Preguntó Marcy. – Te voy a decir algo y sólo será una vez en nuestra vida. Ese hombre durmió conmigo dos veces en todo un año… y no me tocó un pelo. Y te conoció un día y al día siguiente estaba en tu cama… Eso no te dice nada?
  • -          Cállate Marcy… Me haces sentir más confundida de lo que estoy. – Le confesó Sandy.
  • -          Camina cariño… Ese hombre es tuyo y nadie podrá evitarlo. – Le dijo Marcy – Te iré a dar una paliza si me dicen que lo dejaste ir.
Sandy caminó hacia la cava de champaña. Marcy tenía razón. Él era su marido sin importar las razones por las que terminó siéndolo. Él era su hombre y ella su mujer… y estaba decidido a que ella lo supiera y que todos lo vieran. Caminó hacia la cava y vio a Florence correr hacia el auto y subirse a él como si estuviera llorando. Sandy frunció el ceño. Qué le había dicho Tino? Se preguntó y luego apareció el administrador de la cava y se subió al auto con Florence para conducir. Tino la había mandado a la casa.
Sandy siguió el camino hacia el desván. No debía preguntar sobre la conversación de Tino con Florence. No debía importarle lo que le hubiera dicho su marido a su amiga. No podía torturarse con esas cosas. Debía confiar en Tino y concentrarse en amarlo y dejarse amar. Y sin embargo, tan pronto estuvo frente a Tino que la esperaba sonriendo en la puerta del desván, Sandy preguntó:

  • -          ¿Qué sucedió con Florence? – Tino se alzó de hombros sin perder la sonrisa.
  • -          Se hizo ilusiones que nadie alimentó. – Le respondió él con sinceridad.
  • -          Tenía esperanzas…- Dijo Sandy con un hilo de voz. Tino le extendió una mano hacia ella.
  • -          Tú crees que si ella tuviera esperanzas conmigo, yo estuviera aquí vuelto una gelatina esperando a que entres conmigo al desván? – LE preguntó él. Sandy suspiró
  • -          No sé… Eres tan hermoso… y tienes tanto mundo recorrido…- Le dijo ella indecisa. Tino sonrió
  • -          Y tú…. Eres hermosa… Te miró y recupero el alma… y el mundo recorrido que es tan triste y deprimente adquiere un color espectacular y me hace creer en el amor. – LE dijo él. Sandy sintió que se derretía por él.
  • -          Dormiste con Marcy en la misma cama…- Dijo cayendo en cuenta apenas de la información que Marcy le había dado.
  • -          Dos veces… En casa de tu padre durante el fin de semana de su cumpleaños…- Le dijo él. – Pero ni siquiera nos tocamos… ella me dejó dormir antes de acostarse y ninguno de los dos se mueve mucho en la cama como sabrás.- Le relató él.
  • -          Y por qué me besaste cuando me cai de mi cama en Cartagena si no habíamos siquiera hablado más que un par de horas…
  • -          Porque desde que me bajé del auto y te miré… perdí el control de mi vida, de mis pensamientos y de mis sentimientos… - Le confesó él gimiendo porque ella le tomó de las manos. - Todo lo manejas tú… Estoy loco por ti, irremediablemente perdido por ti y aún antes de reconocérmelo a mí mismo…  ya estaba enamorado de ti.
  • -          Y estas seguro que es amor? – Preguntó ella. Tino sonrió.
  • -          Si no lo es… Es lo más parecido a ello. A quién más le voy a tener paciencia, a quién más me le voy a rendir, me convences aún sin hablar y se me queda la piel cuando te amo y poco importa morir si es en tus brazos.
Se encerraron en el desván y todos los empleados se dispusieron para hacer guardia y evitar que les molestaran. Valentino era un hombre reconocido entre todos como un hombre solitario y responsable a pesar de las mujeres que le adjudicaban como sus amantes. Su nueva vida como hombre de hogar y su relación con su esposa era una historia que los involucraba a todos. Todos deseaban que la nueva baronesa consolidara su relación con su esposo y que fueran felices. Sandy les parecía una princesa de cuento de hadas y lo que menos querían era que se sintiera mal.
Pero eso no lo supo Sandy hasta mucho después de convertirse en la Baronesa y de ganarse la confianza de sus empleados. Sonrió al escucharlos contar como habían vigilado el desván y habían dejado el auto en el que habían llevado a Florence frente a la puerta para que Tino pudiera llevarla a la fiesta del Gran Regent. La fiesta en la que la comunidad de famosos y ricos a la que pertenecía Tino vieron por primera vez la nueva relación de Valentino de Rothschild con Sandy Rocher.






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